«El Maratón de Nueva York es como Vietnam, el de Berlín es un paseo por la Casa de la Pradera.»
Esta frase me sale del alma al cruzar la meta de la Puerta de Brandenburgo. Feliz, entero, sin dolores, con una cerveza en la mano, el sol en la cara, el Reichstag detrás, sintiendo el césped bajo mis pies y dirigiéndome al hotel dando un paseo con buenos amigos.
Cuando hace un año acabé el Maratón de New York la sensación fue completamente diferente: roto de frío, dolorido, incomunicado, ninguneado por los policías americanos que no dejaron ni que me sentara en Central Park, haciendo colas kilométricas para coger un taxi y llegando al hotel casi 12 horas después de haberlo dejado esa misma mañana. Dos maratones, dos experiencias, quizá por el calentón de ahora podría decantarme por la carrera alemana, pero NYC es mucho NYC. Dejemos que pase el tiempo. O no, mejor ni comparemos.
Este año somos 17 corredores en el grupo NYC2014M, más una docena de acompañantes, el viaje es divertido, qué buena gente, cuántas buenas amistades pueden forjarse en tan poco tiempo. Hacemos piña desde que cogemos el bus dirección Alicante. Cuatro días en Berlín, Zurich, vuelta a Alicante y bus a Murcia. Recuerdos vivos desde el momento en que los vives, imagina en lo que se convertirán luego con la perspectiva y la nostalgia.
Cruzamos los Alpes en avión y me viene a la cabeza cuando hace 12 años los crucé con Marcos en un tren expreso desde Padova, Italia, dirección al genuino Oktoberfest de Munich. Solo me falta hacer una carrera a pie o recorrerlos en bici… Tiempo al tiempo.
Llego algo justo de entrenamiento a la cita berlinesa, los útimos cuatro fines de semana han sido duros: fiestas de Yeste, despedida de soltero, boda y fiesta sorpresa de 40 años a mi mujer. Y cuando hay fiestas, yo lo doy todo, como cuando entreno. Me ha faltado quizá una tirada larga, las únicas que he hecho podido hacer han sido de trail y además he tenido que ir al fisio 3 veces en la semana previa a la carrera, unas molestias inoportunas en el tibial impidieron poner la guinda a la preparación. Sea como sea, preparado estoy, no hay duda. Así que toca darlo todo. Allá vamos.
Suena el Bolero de Ravel minutos antes de la salida y tengo el primer momento místico (reiros sí, pero pocas veces en mi vida he estado tan relajado), dan la salida y comienzo a correr con la estrategia en la cabeza, ritmo fijo a 5:00 minutos el kilómetro hasta la media maratón, suave, demasiado suave quizá, pero ya habrá tiempo de apretar. En lugar de 6 geles como el pasado año, este año llevo 5, me como uno antes de la salida, y guardo el resto en el cinturón para los kilómetros 10, 20, 30 y 36.
Pasan los minutos y todo va al milímetro excepto una parada a hacer pis que no puedo evitar, me relajo aún más si cabe ahora que estoy vacío y sí, mantengo ritmo de crucero hasta el kilómetro 21. Me adelanta muchísima gente, ya nos veremos en meta, pienso para mis adentros, vais a capuzar chavales…
Cruzo la pancarta de la mitad de recorrido con un tiempo de 1h44m, así que decido subir un poco. Pero duro poco en ese poco, voy tan bien que merece la pena arriesgar y me pongo a 4:30 desde ya. Pasan los kilómetros y ni rastro de molestias, más que los típicos dolores de tobillo con los que convivo desde hace años, no hay de qué preocuparse. Más tarde unas ligeras molestias en piramidal e isquios, pero cambio ligeramente la zancada y adiós muy buenas.
Adelanto cientos, miles de corredores e incluso puedo permitirme apretar aún más en el último cuarto de la carrera, con parciales que rondan los 4:20 sin forzar la máquina. Sonará a chulo, pero voy sobrado y en ningún momento sufro lo más mínimo, incluso disfruto del paisaje, cruzando Berlín de punta a punta, de este a oeste, de norte a sur. Maravilloso trazado que, para más ayuda, viene marcado en la calzada con una línea de tres rayas azules que sigo a rajatabla como un penitente adelantándome en cada curva el lado al que girará en unos metros la calle.
El recorrido está saturado de espectadores que animan sin descanso, cómo se agradece. Por poner un pero, los avituallamientos algo cortos (en longitud de mesas, me refiero) y sólo en un lado, provocando tapones innecesarios en mi opinión. El resto chapeau, los alemanos tienen controlado hasta el clima, a la hora de la salida unos 8º pero con sol agradable, suficiente para llevar una camiseta de manga larga los primeros 10 minutos y luego directamente manga corta. Ese típico día de invierno en Murcia o Valencia, con frío, pero soleado. Ideal para correr.
La conexión con España es constante, cada vez que paso por encima de una alfombra y suena el chip siento los ánimos de los que están pegados a la web o la aplicación oficial de la prueba siguiéndome los parciales. Vínculo real, os lo juro.
Los últimos 3km voy con el miedo en el cuerpo, en NYC se me bloqueo una pierna casi al final y por más que lo intente, no puedo sacarme de la cabeza esa posibilidad, pero nada, ni rastro de problemas. Voy a saborear estos metros, de estos minutos, de estas caras de los compañeros que adelanto, de los que me adelantan, del público.
Cruzo la Puerta de Brandenburgo por el arco de la izquierda, hay menos gente y quiero sentirme de nuevo solo. Se me hace un pequeño nudo en la garganta. Doscientos metros. Graderío repleto de gente gritando nuestros nombres. Llegada a meta. Excitación. Recompensa. Orgullo.
Paro el crono final en 3h19m48s. He hecho la segunda media maratón en 1h35m, casi 10 minutos más rápido que la primera y muy cerca de mi récord personal en esa distancia. Tremendo…
¡Viva la estrategia y viva la cabeza fría! Sé que en mis patas tengo más, mucho más, veremos qué nos depara el futuro.
El proyecto NYC2014M se ha asentado y ya estamos pensando el siguiente «Mayor» al que hincarle el diente. Los patrocinadores se han portado tan bien como siempre y nosotros esperamos haberles devuelto con creces su apuesta:
- Renault Herrero y López: patrocinador principal.
- Inforges, Mesa del Castillo y Covirán Los Garres: colaboradores principales.
- Cuídate Murcia: excelentes masajes fisioterapéuticos.
- Mobel Sport: gracias por las camisetas, alta calidad.
- Novatour: gracias por el traslado al aeropuerto.
- N7: qué voy a decir de mi empresa, nos encargamos de la comunicación en general del proyecto.
¡Gracias a todos, mil gracias!
Y qué decir de mis compañeros de viaje: Marcos García, Antonio Rentero, Antonio Fernández, Pablo Cantero, Paco Molina, Quique Quiñonero, Javi Lucas, Fernando Hidalgo, Sabas Baños, Rubén Lax, Antonio Iniesta, Alejandro Arana, Paco Liaño, Xabi Losada, Diana Cardo y Boticario Sánchez.
Sin olvidarnos de Marimar Román y José Maciá, que no pudieron acompañarnos en el último momento ni de los acompañantes, apoyo imprescindible en estas citas. Gracias también a la gente de Marathinez, Luis y Lidia, generosos y profesionales. Y en especial a mi hermano, amigo y entrenador, Jorge, que con sus consejos y apoyo estuvo continuamente presente.
La noche de la carrera lo dimos todo en el Oktoberfest que se organizó en Alexander Platz donde por fin, tras tantos años de cantar la canción de Franco Battiato, tenía el placer de estar:
Alexander Platz auf wiedershen
y había nieve,
nos vemos esta noche fuera del teatro:
«¿Te gusta Schubert?»
En el calentón de la vuelta no dejamos de hacer planes a futuro, es la nota habitual en un viaje que te deja huella. Algunos ya están mirando vuelos y dorsales para los maratones de Roma y París de 2016, aunque el proyecto NYC2014M oficialmente no hará nada hasta 2018 en el que, muy probablemente, nos vayamos a… (redoble de tambores)… un país muy muy muy lejano… ¡Seguiremos informando!
Respecto a Berlín como urbe, sorpresa total, una ciudad única, mezcla heterogénea de modernidad puntera y decadencia ochentera. Cada calle es un mundo y junto a grupos de hipsters bailando alrededor de un «artista» y bebiendo (curioso la cantidad de gente que va por la calle con una botella de cristal de cerveza en la mano) encuentras abuelas sacadas del otro lado del muro sentadas en las puertas de sus casas, charlando con las vecinas. Suciedad y limpieza, belleza y ruinas.
Tanto la noche del viernes, el día que llegamos, como la del domingo, las dedicamos a hacer algo de turismo por la ciudad. Turismo y cervezas, claro. Y codillo, que no falte. Los canales y el Spree dan ese toque mágico que tienen las ciudades con río.
El único muro que tuve esta vez fue el de la foto, ¿suerte o buen entrenamiento? Cómo echo de menos la bici y nadar, han sido 44 días sólo corriendo. Menudas ganas de bracear y pedalear.
Que no se me olvide contar la cantidad de bicis que hay en Berlín, reconforta verlas por todos sitios: calzada, aceras, paseos, parques, carriles bici… Respeto total por parte del resto de vehículos y muy pocos coches privados, al menos en el centro de la ciudad. Para aprender.
Llego a Murcia cansado, con sueño y resaca, el viaje de vuelta ha sido muy largo, salimos del hotel a las 9:45 y llego a mi casa sobre las 22:00, doce horas de aviones, autobuses y mucho andar.
Llego a Murcia contento, con otra medalla al cuello. Parece que no se me da mal esto de organizar viajes, las caras de mis compañeros de viaje y sus miles de whatsapps posteriores te ponen las pilas. Veo a mis hijos y mi mujer, que esta vez no han podido acompañarme y la alegría es plena, completa, total. Rebosante.
Volveré.
Y espero que estés ahí conmigo, si no corriendo a mi lado, al menos leyéndome.
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