Nacido para esto

Viva Suecia - Foto Rafa Ariño

Cuando aún no tenía hijos, y de eso hace ya más de diez años, tocaba la batería en un grupo de música bastante rocambolesco. Teníamos un MySpace y ensayábamos en los sórdidos locales de la Sala Gamma, en la carretera de Alicante. Recuerdo el larguísimo y estrecho pasillo, agujereado a ambos lados con puertas de metal forradas con cutres carteles de conciertos propios y ajenos. Quedábamos varias veces por semana y sudábamos más que en un gimnasio. Era un cuchitril cochambroso, pero joder, cómo sonábamos ahí dentro.

Éramos cuatro. Yo, con mucha diferencia, el más malo de todos. Aunque tenía bastante experiencia componiendo por ordenador temas musicales para videojuegos y cosas del estilo jamás me había sentado físicamente delante de una caja, un bombo y unos platillos. Estaban montando un grupo y ya tenían bajista, cantante y guitarra, por lo que sólo faltaba el de las baquetas. Me enteré, pillé un cacharro electrónico de cuatro duros en una tienda alemana que vendía por internet y me presenté en su casa diciendo que si me ponía cabezón seguro que aprendería. Y vaya si aprendí, a fuerza de machacar ritmos básicos encima de canciones de Franco Battiato y Soziedad Alkohólika conseguí adquirir unas habilidades básicas para no quedar en ridículo en algunos de esos conciertos que incluso tuvimos el valor de perpetrar. Dos murcianos, un madrileño y un jienense que tenían en común nada y menos. Qué insensata delicia.

¿Y el título de la columna? Te preguntarás. Pues porque Jess Fabric, actual bajista del archifamoso grupo murciano “Viva Suecia”, anteriormente conocido como Jesús el de los plásticos, compartía escenario conmigo en aquel batiburrillo musical: The Ginger Lynss. Miedo me da que busquéis en YouTube, algo queda por ahí.

Me lo tuve que dejar, ellos siguieron. Nació mi hija mayor y Jess vino a casa a visitarnos. Seguimos manteniendo el contacto que se suele mantener con esa gente que no es tu amiga si te ciñes a la acepción lógica de la palabra, pero de la que te alegras cuando le va bien, porque se lo merecen. Y vaya si le va bien, ha leído esto antes que tú desde Colombia, donde está de gira actualmente con los suecos, agotan entradas allá donde van y como guinda acaban de ganar el premio a la mejor banda nacional en los European Music Awards de la MTV.

Jess no sólo toca como los ángeles y desprende un algo especial en los directos (estaba cantado que había nacido para esto), también tiene una forma de escribir súper auténtica, cuando se deje la farándula podrá dedicarse a la literatura sin esforzarse mucho.

Pero yo le recordaré siempre con su alzacuellos en los conciertos, sus rayadas con las pedaleras, sus cervezas, su Harley y nuestras estériles discusiones sobre el pop y el punk.

¡Viva Murcia, Viva Suecia y Viva Jess!

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
7 de noviembre de 2018

Foto: Rafa Ariño

Eurovisión y lo previsible

O la música de Eurovisión está mejorando a pasos agigantados o mis gustos musicales se han relajado con la edad. No hay otra explicación para el hecho de habernos tirado varias horas en familia frente a la televisión escuchando una por una las veintiséis canciones que este año formaban parte del certamen. Con lo que yo he criticado esto, madre mía. Una muestra más de mis contradicciones. Jóvenes negaciones convertidas en adultas decisiones. Un palito más en la pared de la celda que conduce a mi libertad condicional mental. Lo que hay que escribir.

Pero es que no sólo estoy disfrutando (y mucho) con algunas de las composiciones musicales, es que estoy boquiabierto con la espectacular puesta en escena. Si no has trabajado en el sector es difícil que te hagas una idea de lo increíblemente complicado que es coordinar luces, sonido, láser, fuego y demás parafernalia. Y qué decir de la acojonante realización televisiva. A ojo debe haber siete millones de cámaras. Qué barbaridad. Qué mérito. Planos, zooms, entradas, salidas, cortes y empalmes en directo. Una delicia visual.

Elijo mentalmente mis preferidas mientras van actuando: Lituania tirada líricamente en el suelo, Francia con un punto melódico-electrónico, el cantante de Albania dando solos de heavy metal o Bulgaria con una especie de trance a cinco voces. Mención especial las que habrían sido mi podio: el estilazo de Holanda y su rock country, España con una delicia armónica y, por encima de todas, Portugal con una absoluta obra maestra. Afortunadamente (respiro aliviado, llamadme snob) nada que ver con las posiciones finales, me toca entonces intentar entender el asunto de las puntuaciones. Lo previsible de los twelve points como moneda de cambio entre países. Y de qué sirven estas previsiones si luego el voto del público sacude las telarañas políticas del intercambio de cromos dando la vuelta a los marcadores aparentemente estilo calcetín, para no variar realmente nada.

En resumen, una tarde noche de sábado para disfrutar y desengrasar. Para pasarla en familia riendo y discutiendo sobre gustos musicales aunque nos diera la madrugada esperando el resultado final. Muchas canciones buenas, bastantes del montón, algunas joyas y un par de chavales de nuestro país que, aunque desafinaron, me ganaron desde la primera vez que los vi. Qué queréis que os diga, me representa totalmente la cultura musical de Amaia y Alfred, saben tocar varios instrumentos, tienen estudios y además son frescos e inteligentes. Justo lo contrario a lo que ha sido hasta ahora nuestra caspa eurovisiva. Al menos eso había pensado siempre. Quizá mañana cambie de nuevo de opinión mientras la ceguera política de unos y otros los deja estancados viendo lo que no hay y sin enterarse de lo que realmente es.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
16 de mayo de 2018

 

Mesías Battiato.

Pido por adelantado disculpas si hiero sensibilidades religiosas. Pido por adelantado disculpas si hiero sensibilidades musicales. Pido por adelantado disculpas si hiero algo, lo que sea, porque escribo estas letras desde la emoción y el subidón. Y eso es algo que no debe hacerse. Pero como soy consciente de ello, me arriesgo encantado.

Tenía ocho años cuando compré mi primera cinta de casete. Era un día de primavera y desperté al mundo musical. En el bolsillo me quemaba el billete naranja de doscientas pesetas, toqueteándolo mientras miraba al frente, camino de la tienda Discos Hamelín en el Jardín de Floridablanca. Lo sacaba cada varios pasos para comprobar que no se había volatilizado y Leopoldo Alas Clarín me miraba fijamente tras sus anteojos de literato.

– Hola – digo al llegar.
– ¿Qué quieres? – me pregunta el disquero sin ni tan siquiera dignarse a mirarme, pensando que sólo quiero olisquear, como hacen los niños de ocho años en las tiendas de discos.
– Ecos de Danzas Sufi, de Franco Battiato – disparo a bocajarro.

A partir de ese momento no recuerdo la conversación, pero sí tengo grabada la cara del hombre, mezcla de sorpresa y devoción. Tras ese momento entré en el bucle musical más grande de todos los tiempos. El disco que más he escuchado en mi vida. Una forma de entender lo que te rodea, de afrontar ciertas cosas y de envidiar las que no podrás realizar nunca. Una forma de vida. La vida battiata.

Ocho canciones eternas que aún me acompañan: Centro de gravedad permanente, Sentimiento nuevo, No time no space, Los trenes de Tozeur, El animal, Up Patriots to arms, La estación de los amores, Chan-son egocentrique y Cuccurucucú.

Muchos años después de aquella cinta compré en CD el imprescindible “Battiato Collection” con treinta de sus míticas composiciones de nuevo en español. Y de nuevo se cosieron a la piel como parte de mi sangre. Con su última joya en castellano (Ábrete Sésamo, 2012), volvió a coronarse. Si quieres unirte a la religión battiata, consigue estos tres elementos y a disfrutar.

Prefiero a Battiato cuando canta en español, por eso la primera vez que lo vi en directo sentí algo agridulce. Todo en italiano. Frustración. La gente me chistaba para que dejara de cantar en español. La segunda vez iba preparado, pero de nuevo me dejó algo frío, estuvo sentado todo el concierto y transmitía menos de lo esperado.

A la tercera va la vencida, dicen. Y vaya si lo fue. La Mar de Músicas. 2017. Parque Torres. Cartagena. Franco Battiato nos regala algo inolvidable. Quizá todo fue como en los anteriores conciertos, quizá el siciliano está viejo. Lo seguro es que yo también he evolucionado y el cuarteto de cuerda y dos teclados con que nos deleitó fueron más que suficientes. Historia.

Sus letras profundamente filosóficas, su música a medio camino entre el rock progresivo y la tradición más folclórica, su presencia, su estilo, su voz… Si Battiato no es el mesías que el mundo espera no sé qué otro podría serlo.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 26 de Julio de 2017

 

 

Nuestro testamento musical.

Enciendes la radio y ahí está. Vas una fiesta de cumpleaños de niños de siete años y ahí está. En las tiendas, en las cafeterías, de fondo en los vídeos de internet, en los desfiles de carnaval de los pueblos y como tono de llamada en el móvil de tu compañero de trabajo. Pasas junto al coche de los padres de los compañeros de colegio de tus hijos y también está. Nos rodea por todos sitios. Y ya veremos si las bandas de música de Semana Santa no nos sorprenden reproduciéndola, no sería la primera vez. Todo el mundo se sabe la letra. Ya sabes, cuánto más escuchas algo más a fuego se te mete en el cráneo. Y lo peor es que parece que no nos paramos a pensar en lo que dice. O no le prestamos la atención necesaria.

Hablo de la canción “Despacito”, de Luis Fonsi. Una bazofia de proporciones bíblicas que tiene mucha más miga de la que parece. Dejando de lado la carencia absoluta de un mínimo de gusto armónico y compositivo, dejando de lado la total falta de algo melódico más allá del constante pum-pipumpi-pum-pipumpi reggaetonero que se repite hasta el infinito en todas estas creaciones (por decir algo pues parecen salidas de una fábrica de tornillos), dejando de lado decía, el aspecto musical, nos encontramos con la letra. Y aquí, mucho ojo, tenemos un grave problema.

No voy a reproducir los fragmentos más sangrantes de este atentado a la dignidad. Te dejo a ti, lector, ese trabajo. Vuelve a escuchar la canción con oído crítico y piensa si esto es lo que quieres para tus hijos. Y no es la única, tenemos cientos de ejemplos en otras tantas canciones con las que nos machacan día y noche desde hace un tiempo: “Si me das yo también te doy”, “Por ti yo guardé mi pistola”, “A ella le encanta la gasolina”, “Tienes un cuerpo brutal que todo hombre desearía tocar”. Y paro que me enciendo.

¿Cómo no va a pasar luego lo que pasa si hacemos la vista gorda evitando educar en valores e igualdad a nuestros pequeños? ¿No nos damos cuenta que nuestros hijos interiorizarán estos comportamientos y en unos años pueden entender que se trata de algo normal? En juego está nuestro testamento musical.

Padres: seamos responsables impidiendo que letras como las de estas canciones lleguen más lejos. Radios musicales: impidan que esto se difunda repitiéndolo hasta la saciedad. Profesores: no pongan estas basuras para el baile de fin de curso de los niños.

Y no echemos sólo la culpa al reggaetón que viene de fuera, en España tenemos excelentes ejemplos de majadería como en Andy y Lucas: “Ella es la que aguanta mis malos humores y encima de todo se calla”. Mientras permitamos que nuestros hijos escuchen semejante tropelías nos merecemos llorar viendo cómo en el futuro pasa lo que pasa.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 1 de Marzo de 2017

Las letras de las canciones

Las letras de las canciones se marcan a fuego, quedan para siempre en tu cabeza. Recuerdo todavía canciones de cuando iba en el coche con mis padres, en esos interminables viajes a la playa o al campo, asomado entre los dos asientos delanteros, peleando con mi hermano por ese hueco mágico, apoyado en sus reposacabezas, escuchando como en la distancia, a veces recién despertado de una mítica cabezada automovilística de esas que todos nos hemos pegado alguna vez.

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Salvando las distancias, mis hijos actualmente también disfrutan de la música en el coche de sus padres. Ya no hay títulos de las canciones escritos a mano, ahora se muestran en salpicaderos superpoblados por lucecitas de colores. Ya no hace falta el auto-reverse, los mp3 conectados por bluetooth a Spotify Premium suenan de lujo en el equipo de música del coche, mejor que el de la mayoría de nuestras casas en los años 80. Ya no hay cajas bajo los asientos con cientos de cassettes TDK de 45, 60 y 90, ahora en un pendrive de mínimo tamaño metes la discografía entera de El Último de la Fila, los grandes éxitos de Franco Battiato, lo mejor del Heavy mundial, el Cantajuegos, y esa lista de “Imprescindibles” que tiene cerca de 400 canciones.

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Todos tenemos letras de canciones que hablan por nosotros en momentos muy concretos, había comenzado este post con la intención de poner ejemplos pero he sido incapaz, la lista sería eterna: relaciones personales, sentimentales, momentos de borrachera, deportivos, trágicos, máginos, funestos, emotivos, lacrimógenos, épicos, familiares, laborales… Una letra para cada situación.

¿Y ese momento en el que entendiste por primera vez la letra en inglés de algún temazo y entonces te gusta aún más? O menos, todo depende. La música es el alma y el sentimiento, pero las letras son la cultura, la transmisión, el recuerdo.

Eso sí, Shazam y su inmediatez han destrozado la emoción: sigo echando de menos la sensación de frustración total por no saber el título de una canción que había escuchado de rebote en la radio o en la cinta que te había prestado un colega de clase.

¡Qué ansiedad más buena para el cuerpo y alma!

 

 

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Con la música a otra parte. A Spotify, por lo menos.

Ecléctico.

Posiblemente sea la palabra que más veces he escuchado cuando mis conocidos se refieren a mis gustos musicales. Por mis auriculares, desde los 9 años que compré los primeros cassettes: Ecos de Danzas Sufi, de Franco Battiato, Nuevas Mezclas, de El Ultimo de la Fila y The Final Countdown, de Europe, con un billete rojo de 200 pesetas, suele pasar de todo. Desde música clásica hasta rock progresivo. Desde Leonard Cohen a Soziedad Alkohólika.

En #TuitOClock (mi programa de radio en romMurcia) utilizo muchas de estas canciones para acompañar las secciones, y he creado un playlist con todas ellas, que pongo a vuestra disposición.

Soy todo oídos, nunca mejor dicho, para nuevas sugerencias.

 

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Amatria, un grupo que gana mucho en directo.

Viernes 13 de Septiembre de 2013
La3 Club – Valencia
23.30 – 00.45 Algora presentando #Verbena
01.00 – 02.15 amatria presentando #LaInmensaEnergía
02.30 – Ley /dj
Y luego había más, pero a las 4 me fui a dormir.

Amatria

Hacía muchos años que no hacía casi 500 kms sólo para ir a ver un grupo en directo, pero cuando te pica el virus de la música con alguien lo mejor es vacunarse lo antes posible, y así lo hice, conduciendo hasta la ciudad de mi infancia en un viaje relámpago de ida y vuelta en menos de 24 horas. Llegué a las 20:00 del viernes y a las 11:00 del sábado esstaba de nuevo en carretera. Afortunadamente, mereció la pena. Cena con amigos en “una habitación con vistas” y seis tíos en un coche híbrido. Todo muy freak.

Una sala prácticamente vacía recibió a Algora, el grupo “telonero”, destilaba ganas y buenas formas, pero también monotonía y carencia de empatía. Su cantante, enrocado en una pose antinatural, con las manos cogidas a la altura de la cintura, recitaba una canción tras otra, una eterna melodía falta de fuerza. El momento en que comunican que su teclista no ha venido y la siguiente canción comienza con una ristra de sintes resultó paradójico, a la par que prescindible, dado el abuso de bases enlatadas. Los últimos dos temas sí fueron subiendo en valor, demostrando que lo suyo no es asunto de calidad sino de actitud. Actitud que sí demostró cuando se quedó al concierto siguiente, cantando incluso muchas de las canciones entre la gente. Detallazo.

Todo lo contrario sucedió con Amatria, cuyo frontman (Joni) saltó al escenario convencido de su fuerza. Contagiando. Sorpresa total la formación de batería, guitarra eléctrica y mix de soniquetes del cantante (española, mesa de mezclas y voz) dejando con la boca abierta a los que conocemos de cabo a rabo sus dos trabajos, mucho más electrónicos. Mención especial a las formas del drummer (que por deformación profesional es lo primero en que me suelo fijar en los conciertos) sintiendo cada golpe de caja, cada bombo, cada plato. Muy grande. Acompañando en semiriffs y sonidos atmosféricos, la aportación del guitarra aumentó el empaque del sonido, muy deficiente, de la sala, por cierto. Fallos continuos de comunicación con la mesa y falta de bajos en muchas canciones.

Con todo y con eso, la alta y delgada figura de Joni se demuestra sobrada de estilo, convencido de que gana en directo, genial en movimiendos corporales y controlando su voz con total naturalidad. Repertorio estudiado y a un alto nivel durante todo el tiempo. Público in crescendo, tanto en número como en entrega, que no se sabe del todo si venía a ver a Amatria o Ley Dj (que pincharía luego), pero no importa, daba gusto ver la sala llena de gente bailando. Eso es precisamente uno de los puntos fuertes del grupo, la capacidad de hacer moverse a la masa, la mezca de electrónica y rock. La batería remarcando las bases sampleadas fue el postre de una noche que al final se hizo corta, 60 minutos raspados.

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La fiesta estaba en todo lo suyo, pinchando Ley/Dj, una chica simpática y con ritmos resultones, cuando Marce y yo decidimos ganar nuestro particular partido retirándonos a tiempo. Taxi hasta el coche y paseíto arquitectónico-cultural por la Ciudad de las Artes y las Ciencias a las 4 de la mañana. Nuestros cuerpos lo agradecieron la mañana siguiente con una muy llevable mini-resaca en el viaje de vuelta a Murcia.

Para terminar os dejo varios los links de su web y para poder escuchar sus trabajos de estudio.

Web de Amatria
Primer LP: Hoy van a salirte las alas – 2012
Segundo LP: Salir Ileso – 2013

En resumen, un grupo que con esta nueva formación puede dar mucho que hablar, con un Joni Antequera a la cabeza que poco tiene que envidiar a cualquier “icono” de la escena indie del país. Seguiremos muy atentos.

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