Cada pocos años aparece alguien que destaca en su parcela. Cada muchos años aparece un genio. Cada muchos siglos se juntan varias mentes portentosas en el mismo momento espacio temporal. Plumas que, reconozco encantado, me generan envidia. De la mala, sí.
Sumemos sus cabezas y dejaremos a la altura del betún a cualquiera. A cualquiera que intente escribir, como el aquí presente, o a cualquiera que intente leer con imaginación y frescura. Textos que bailan libres, que encajan como ese puzle que en el dibujo de la caja parece fácil y cuando intentas montar te ríes por no llorar.
Con temática diversa y un denominador común: hacerte sentir, que se dice pronto, ya sea con sus libros o columnas, escuchando uno de sus poemas o una de sus canciones. Algo debe tener Barcelona que cataliza talentos de este tipo. Bueno, un murciano se ha colado en la lista, aunque ahora esté viviendo por allí. Por aquí más bien, porque desde el aeropuerto de El Prat me ha dado por pensar en ellos.
Eduardo Mendoza trapicheando con Onofre Bouvilla en «La ciudad de los prodigios», protagonista de «Una comedia ligera» mientras es perseguido por el archifamoso detective sin nombre de «El laberinto de las aceitunas» en plena «Riña de gatos» un día más «Sin noticias de Gurb». La historia hecha disfrute.
Enric González tramando historias de todos los colores, ciudades y deportes, de paseo por Roma, Nueva York o Londres pensando en Calcio. Ensayos que combinan a la perfección con el disfrute que producen cada una de sus señoriales intervenciones como corresponsal u opinador político en los principales diarios nacionales. La palabra hecha arte.
En el lado opuesto tenemos al prolífico y ácido Juan. Me voy a permitir tutearle porque tuitearle ya lo hago. Juan Soto Ivars es miembro del consejo asesor de Fundeu. ¡Un murciano! Hablar no sabremos, pero… ¿qué apostamos escribiendo? Sus columnas serán algún día expuestas en los tablones de anuncios de las facultades. Aquí un fan declarado de sus «pajilleros de la indignación.» Buscadle. De nada.
Acabo con Manolo García, barcelonés de la Sierra del Segura, posiblemente el mayor poeta musical que haya dado nuestro país. Que me perdonen los herejes. Y lo meto aquí por sus letras, en solitario sus músicas nunca fueron lo mismo. Ya me entienden. El Último de la Fila creció con nosotros. Tejió sus textos cosiéndolos a nuestras mentes. Para siempre quizá.
Sus letras nos sobrevivirán, como esas mil vidas grises de gente gris.
UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 31 de Enero de 2018