La chispa no animal

Intuyo que vivíamos en cuevas y cazábamos mamuts cuando ya rondaban por nuestras humanas cabezas preguntas de este tipo: ¿Está el destino escrito de antemano o somos parte de un desordenado caos? ¿Nuestras decisiones afectan al futuro o damos vueltas en círculo condenados a un final previsible? ¿Es la libertad, que como don supremo se nos ha entregado, una falacia o nos hace soberanos decidir y con ello cometer errores a conciencia?

Espero no ser el único que miles de años después sigue cavilando en estas discusiones internas (o externas conversación y viandas mediante) que conduciendo a ningún sitio avivan el alma. Las relaciones con lo etéreo, lo divino y la ética pueden convertir nuestros días en algo más que una pasarela de rutinas y actos mecánicos, de quehaceres sin motivo, de porque sí, de instintos y arrepentimientos. La chispa no animal de poder dar pasos premeditados, de rumiar antes de hacer, de valorar y sentir.

Son las vacaciones un buen momento para ello, como para tantas otras cosas, y en éstas me encuentro escribiendo como terapia para gobernarme a mí mismo, como bendita vuelta al cole y morriña de usanza, premio al sopesar con antelación las propias acciones.

Hay cientos de autores que han tratado el libre albedrío (cine, libros, teorías o ensayos) pero hoy me gustaría compartir con vosotros el maravilloso universo al respecto que ha creado Marvel. Joder con Marvel, malditos superhéroes. Qué manera de tejer una trama durante años y conseguir crecerse en cada nueva entrega. Ya sea en cómic, series o películas los guiones rayan a una altura digna de los mejores argumentos que haya visto o leído, metiendo en la ecuación los siempre interesantes viajes en el tiempo. Hemos visto en familia prácticamente todo lo que ha salido y estamos disfrutando en estos momentos de la serie “Loki”, con unos actores principales excepcionales, una trama descomunal y esa siempre presente profundidad metafísica o incluso ético-religiosa con la que no puedo evitar emocionarme.

¿Cuáles son los comportamientos buenos y los malos? ¿Quién lo barema? ¿Hay límites? ¿Cuánto es un poco? ¿Dónde están las fronteras? ¿Cómo se mide lo inefable? ¿Existen entidades todopoderosas o es posible engañarlas?

Pienso demasiado, me temo, aún más en estos momentos en que todo ha saltado por los aires y el continuo vaivén es ahora rutina, coletazos de pandemia, esperemos… ¿servirá de algo entonces cruzar los dedos si nada depende de nosotros?

Menos mal que casi se me han acabado las vacaciones y comenzaré a usar el tiempo en otros menesteres más superficiales aunque, quién sabe, quizá menos reconfortantes y sin haber resuelto aún mis dudas. Aunque por otro lado tal vez sea mejor no resolverlas nunca, alimentando la curiosidad de investigarte por dentro, de conocerte más e intentar ser un poco mejor cada día, aunque no haya nadie observando.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
La Verdad de Murcia
Agosto 2021

¿Hay alguien ahí?

Si miras una noche de verano al cielo estrellado, me refiero a una de esas veces que se te cae encima, te sentirás pequeño, muy pequeño. Y eso que sólo se ve una minúscula parte de las estrellas que contiene nuestra galaxia, la Vía Láctea, una de las infinitas que componen el cosmos. Se estima que hay unas 10.000.000.000.000.000.000.000.000 de estrellas. He querido poner todos los ceros de 10 elevado a 24 para que el numerito impacte aún más. Hay más estrellas allá afuera que granos de arena en todas las playas del mundo.  ¿Cómo es posible entonces que no se haya desarrollado vida inteligente en ellas? Bienvenidos a la paradoja de Fermi.

Soy de los que piensan que sí hay otras vidas en otros mundos, pero no hemos conectado todavía a saber por qué. Investigando las causas científicamente posibles, obviando caza ovnis, charlatanería barata y conspiranoicos existen varias teorías al respecto, expuestas entre otros por investigadores de la talla de Carl Sagan o Neil deGrasse Tyson.

Puede que haya civilizaciones tan avanzadas que no seamos capaces ni de intuir su existencia. Imagina un hormiguero con sus pequeños habitantes y estructura social perfectamente establecida, excavado arduamente con sus patitas unos centímetros bajo tierra, justo debajo de un aeropuerto internacional con intenso tráfico diario de aviones. Si las hormigas no entienden lo que es el asfalto o las señales de las pistas, ¿cómo van a comprender siquiera lo que es un avión o las motivaciones humanas para usarlo en un viaje transoceánico? Si sólo un 2% de diferencia de nuestro ADN con el de los chimpancés nos permite ser infinitamente superiores a ellos, imagina una diferencia del 50% en la misma dirección de inteligencia hacia otra especie superior a nosotros.

Otra opción es que aún no hemos tenido la suerte de coincidir en el preciso instante necesario para poder entendernos, no sólo a nivel temporal sino tecnológico y conceptual. ¿Y si estamos recibiendo señales pero los emisores “hablan” mucho más rápido o lento que nosotros? ¿Qué pasaría si necesitan 100 años para decir sólo “hola”?

Imagina que un investigador de los setenta aparece en una ciudad actual a las tres de la mañana y saca su radio para establecer contacto. Fracasaría estrepitosamente, porque no captaría el wifi o el bluetooth por el que nos estamos comunicamos actualmente y pensaría que no hay nadie cuando la ciudad está a rebosar. Y solo han pasado treinta años.  Recapacita ahora en escala cósmica. Cuando los pies se te llenen de arena en la playa. Cuando veas un hormiguero.

Mis devaneos sobre la existencia de Dios suelen discurrir por estos complejos caminos astronómicos. Pero de poco vale torturarse, haya vida extraterrestre o no… ¿Qué tal si mejor nos centramos en ser felices en la nuestra?

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 14 de Marzo de 2018