Todo gira siempre y en cualquier ámbito alrededor de lo que es diferente. No ser igual al resto suele ser aplaudido por unos y criticado por otros. Depende del momento de tu vida, de tu edad, de tu situación laboral, son miles los factores que crean en las mentes humanas los prejuicios, puesto que pensar que ser diferente es bueno o malo es, por definición, un prejuicio.
De pequeño en el colegio (también dependía del centro, claro) un tirón de orejas al día estaba predestinado al que se salía de la fila, y no hablo sólo literalmente. Ahora los profesores están curados de espanto, los padres han creado monstruos que ni Frankestein habría soñado, mezcla de sobreprotección, miedo e ignorancia, y que actúan de una forma que en el fondo tiende a ser, de nuevo, semejante. El deseo de diferenciarse a toda costa nos hace irremediablemente iguales.
Pero todos sabemos que sólo hay una verdadera diferencia. Y eres tú.