Cualquier tiempo pasado fue anterior

Vale, no tengo perdón de Dios, un murciano de pura cepa como yo que nunca había estado en Cabo de Palos, nombre que proviene del latín “palus” (laguna) por su cercanía al, lamentablemente en boca de todos estos días, Mar Menor. Según Wikipedia “situado en las últimas estribaciones de las cordilleras Béticas del complejo nevado-filábride formado por micaesquistos paleozoicos” y en cristiano: enclave esplendoroso en un emplazamiento geográfico único.

Unas aguas en las que hace unos cuántos años se libró la mayor batalla naval de la Guerra Civil Española y donde aún más tiempo atrás se construyó el majestuoso faro que a 80 metros sobre el nivel del mar domina la zona. Y esto es la parte de arriba, la que se ve en superficie, porque debajo del nivel del mar la cosa aún mejora, si cabe, declarado como uno de los mejores lugares de Europa para bucear.

Y a eso fuimos el pasado domingo, hermanos y buenos amigos, a disfrutar sufriendo como siempre que llevamos un dorsal, esta vez pintado en la piel. La travesía a nado TimonCap consiste en unos tres kilómetros y medio dando la vuelta al promontorio en el que sitúa el anteriormente mencionado edificio luminoso. Con una paupérrima preparación acuática un año en el que principalmente me he dedicado a entrenar en bicicleta, afronto esta prueba con pocas garantías pero dos ases en la manga: el buen estado de forma deportivo en general que siempre ayuda y el pique con los hermanos que habitualmente hace el resto.

A las diez de la mañana suena la bocina y comienzo a nadar tranquilo, sin los codazos típicos del triatlón esto es como agua bendita. Al no ser nadador habitual y menos en aguas abiertas me provoca extrañeza ver tan pocas boyas, luego me lo explican, no es una competición en sí misma, se trata de orientación que favorece a los que mejor sean capaces de hacerlo bordeando las rocas. Visualizando por momentos el precioso fondo donde algunas medusas despistadas hacen de las suyas y creo que a todos en mayor o menor medida nos acaban pasando por la piedra, gajes del oficio que aguantamos encantados.

Durante el trayecto voy divisando en todo momento la icónica construcción que vamos dejando siempre a la izquierda. Por momentos pienso en los marineros de antaño, en plena tormenta, rezando por encontrar esta luz a mitad de la noche. Pienso también en los amigos que no pudieron terminarla otros años y encaro el último giro, algo tocado ya físicamente, pegado a un nadador que resulta ser un conocido al que aprovecho para saludar, qué cosas tiene la fuerza mental.

Al acabar, comida con padre, hermanos y familia, un pedazo de arroz y un buen vino para comentar la jugada, hacer planes y recordar los viejos tiempos, que nunca fueron tan buenos como los actuales.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
16 de octubre de 2019

Madrid, Madrid, Madrid

Antes de disponer de esta columna semanal ya escribía de manera más o menos asidua en mi blog personal volcando, al igual que hago ahora cada miércoles en estas páginas de papel, lo que se me pasaba por la cabeza quizá con más ganas que criterio y con más ilusión que destreza. Buceando entre los folios digitales he reencontrado una especie de poema de 2012 donde intentaba definir Madrid, esa ciudad que si no te mata te hace más fuerte, que está tan cerca del cielo como del infierno y que puede ser punto de partida o pozo sin fondo con las mismas probabilidades.

Madrid fue mi segunda casa durante una larga temporada, suelo ir con frecuencia y sigo teniendo, con permiso de Renfe y compañía, familia y buenos amigos allí. Imagina la ilusión que me hace visitarla con mis hijos, que como buenos herederos adquirieron de sus padres ese gen viajero que no todos saben gestionar, con la sonrisa en la cara aunque estuviéramos en la calle quince horas seguidas, disfrutando juntos de un lugar que siempre está ahí para sorprenderte, porque por mucho que creas conocer sus calles, sus barrios o sus gentes, Madrid siempre atrapa con algo diferente. Mis hijos, una vez más, haciéndome tan feliz como orgulloso. Qué bien lo estamos haciendo, cariño.

La Media Maratón fue esta vez la culpable de que desembarcáramos en pandilla, disfrutando de un fin de semana en familia, ideal para correr y apretarse un poco las tuercas que no venía nada mal después de dos años sin ponerme un dorsal de competición y cinco sin realizar esta preciosa distancia que son los veintiún kilómetros a pata, que aunque parece la mitad es mucho menos y los que han corrido la distancia de Filípides lo saben bien.

Iba justo de preparación pero fuerte de cabeza (para no variar) en una mañana fría y soleada, escenario perfecto para lanzarse a las calles del centro de la capital, por las que fui sumando cansancio y recuerdos a partes iguales: Castellana arriba, Torres Kio, Bravo Murillo, Cuatro Caminos, Raimundo Fernández Villaverde, O’Donnell, Goya, Velázquez, Serrano, Colón, Retiro y Paseo del Prado. ¿Puede haber un recorrido más precioso? Lo dudo bastante. ¿Puede haber un recorrido con más cuestas? También lo dudo bastante. Sufrí en mis carnes la famosa dureza de sus calles para los runners. Para el recuerdo esa maldita rampa del 15 al 16 donde pensé que se me escapaba el crono… Finalmente prueba superada, recortando por los pelos la hora treinta y cinco. Se sube mucho, sí, pero también se baja.

Sensación agridulce el momento de la separación entre los valientes que iban a por los 42 de la maratón completa y los que nos conformamos con la mitad. Me dicen que esa segunda parte es aún más dura. Quizá algún día lo sepa.

O quizá no.

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
1 de mayo de 2019

¿La cultura del esfuerzo?

Si entras en Google y buscas “cultura del esfuerzo” encontrarás 706.000 resultados. La inmensa mayoría ahondando en esa letanía que desde pequeños nos ha acompañado en el colegio, en casa y en la educación que la mayoría de mi generación recibió y con la cual cualquier persona debería estar de acuerdo, al menos en el fondo. ¿O no? Desde siempre nos han inculcado que si te esfuerzas conseguirás lo que te propongas, que sólo depende de ti alcanzar tus más altas metas. Quizá se trata de algo intrínsecamente cultural como el miedo al hombre del saco si te portabas mal de crío y este truco ha sido usado como zanahoria en nuestras narices para no desviarnos de la senda que en caso contrario nos guiaría, como animales que somos, a la más absoluta y contraproducente dedicación a nosotros mismos, el onanismo y la autocomplacencia. Entonces, ¿es bueno esforzarse y sufrir o dejarse llevar y disfrutar? En esas me encuentro, dudando.

Antes de nada, y siguiendo los razonamientos del pensamiento crítico, deberíamos analizar qué es el esfuerzo. Según la RAE tenemos dos acepciones principales: “Empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia” y “Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades.” Parece entonces que el consenso habitual en ciertos ejemplos notorios (deportivos, laborales y empresariales principalmente) tiene su sustentada razón de ser. Pero claro, una cosa es la teoría y otra muy diferente la práctica y tirando de los primeros sinónimos que me vienen a la cabeza: ¿Es lo mismo esfuerzo que sacrificio, dedicación o ahínco? El castellano, en su infinita misericordia, nos lo pone difícil. O fácil, si lo piensas. Sería bueno, también antes de nada, confirmar que la meta en la vida (a nuestros esfuerzos) es la felicidad, tanto propia como de los seres queridos.

Venga Nacho, que me pierdo, pensarás. Intento centrarme poniendo un ejemplo como el manido sueño americano, que extrapolado a la España (más o menos profunda) parece cualquier cosa menos justo. ¿Depende nuestro futuro (felicidad) exclusivamente de nosotros mismos (esfuerzo)? Parece claro que no y cada uno tiene cientos de ejemplos alrededor que lo demuestran. Es entonces difícil mantener la coherencia de la afirmación que da título a la columna si estamos rodeados de todo lo contrario: la cultura del pelotazo.

Me lancé a afrontar esta idea quemado por esos vacíos ejemplos de los que se ven con argumentos para rebatirnos nuestro esfuerzo y no sé si al final he aclarado algo o por el contrario he acabado retorciendo las palabras para no llegar a ningún sitio. Quizá la única moraleja es que seamos fieles a nosotros mismos, nos pida el cuerpo lo que nos pida, esforzándonos para nuestras metas, no las suyas.

A clases magistrales de cómo y cuánto trabajar no pienso acudir, sea quien sea el profesor.

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
21 de noviembre de 2018

El negocio del deporte.

Es de sobra conocido que las grandes empresas mundiales marcan el camino en cuanto al marketing se refiere. En cada momento de nuestra historia reciente han sido ellas las que han seguido, o a veces incluso generado, las modas de turno. Algunas pasajeras, otras para quedarse. Algunas interesantes, otra mejor olvidarlas.

Personalmente me parece muy interesante analizar cómo varía el denominador común con el paso del tiempo, sólo tienes que echar un vistazo a YouTube cada cierto tiempo o tirar de recuerdos mentales para hacerte una imagen concreta de la evolución mencionada.

Una de las modas actuales, bendita sea, es el deporte. Y todas las marcas con un mínimo de empatía social, ganas de hacerlo bien y con los ojos abiertos al mercado están metidas en el ajo. Tienen claro que el deporte mueve dinero. Mucho dinero. Y no me refiero a las superestrellas de fútbol, baloncesto o tenis; las carreras populares se han disparado y con ello la pasta que generan y reparten. Cualquier competición local tiene muchos más participantes ahora que hace sólo unos años y las empresas de cada ciudad también quieren sacar su lógica tajada. Las hay coherentes con su estrategia de marketing y también las hay que hacen el más espantoso ridículo.

A nivel personal he vivido en carnes propias el tema del que hablo. Hace ya casi tres años coordiné a un grupo de tuiteros corredores que se unieron para cruzar la meta del Maratón de Nueva York, un proyecto ilusionante para los más de 50 participantes y atrayente para empresas patrocinadoras, que también fueron muchas. Conseguimos un retorno inimaginable para aquellas que apostaron por echar una mano al viaje apoyando aquella locura. Acabaron tan satisfechas con la repercusión conseguida (incluso reseñas a nivel nacional en el Marca y Antena3, a lo que sumamos un alcance desorbitado en Twitter, donde superamos 1 millón de impactos y 615.000 usuarios únicos la semana de la competición) que al año siguiente repetimos con el Maratón de Berlín. Momento auto bombo: desde mi agencia (N7) gestionamos la comunicación y los patrocinios.

Lástima que luego me rompí el menisco y tuvimos que parar el proyecto de las maratones temporalmente, mi cuerpo no está para largas tiradas corriendo, pero no quedó parado el tema, puesto que como directivo entiendo imprescindible seguir apostando, si no puede ser como receptor será como «entregador», involucrando a mi empresa en aquellos proyectos deportivos que merecen la pena patrocinar.

Y cómo no, la mayoría de ellos están relacionados con el triatlón, deporte en el que además estoy federado junto a cerca de otras 30.000 personas en España, número que se ha duplicado en los últimos 8 años, según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD).

Un negocio que funciona de modo circular entre empresas, marcas y deportistas, sin dejar de lado a federaciones, clubes e incluso ayuntamientos. La retroalimentación entre todos está dirigiendo el sector hacia un éxito rotundo: genera trabajo, genera dinero, genera diversión y genera salud. ¿Hay algo más redondo? Quizá sí, un balón de fútbol, pero en esa industria va a ser difícil que metas la cabeza si eres una empresa, una marca o un deportista.

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 9 de Agosto de 2017

Propiocepción.

Parece fácil.

Viene de uno mismo y percepción.

Acaba el año. Haciendo fuerza y jugando a obviarla. De eso se trata. Sale a la calle de noche. Recorre en silencio y de memoria los últimos doce meses. Se los sabe al dedillo. Al menos su parte. Qué otra puede haber. Veinte versiones de la misma historia. Y luego está su verdad, la buena. Ja. Vive de nuevo cada paso, cada frenada. Inspira cogiendo aire mientras recuerda algunas caras. Algunos gestos. Algunos mudos de frente y desatados a la espalda. Hasta hay quien decide echar una alfombra encima de este suelo tan sucio, sin limpiarlo de la podredumbre que quedará siempre debajo. Escondida a la vista. Luego olerá. Siempre huele. Y al final apesta. Pero no. Sabe que no. Sabe que cada versión esconde una verdad. De eso no tiene duda. Toca investigar. Acaba el año.

Comienza el año. Oscilando entre dos extremos. En esta mano la inercia que le mueve sin darse ni cuenta a realizar la gran mayoría de movimientos de cada uno de sus días, esa a la vez invisible pero tan lúcida que conduce en piloto automático sus neuronas dejando lo justo a la improvisación, esa a la que quizá va siendo hora de mandar a la mierda. En esta otra mano el ser consciente de las posturas que su cuerpo toma de manera automática, las ganas de superponerse (que no sobreponerse) a la lista interminable de defectos que observa cuando se mira al espejo. El del alma. Ese que duele. Y los ve. Y le duelen. Y se olvida sobreviviendo. Malos instrumentos reflectantes. Comienza el año.

Decide que ya basta de grises en algunas perspectivas y decisiones de su vida. O blanco o negro. Todo o nada. Y bueno, reconoce que esto es lo que piensa aquí y ahora. Allá y mañana puede que cambie de opinión, puede que incluso sea la contraria. Y no se martirizará por ello. Ladran, luego evoluciona. Por dentro ruge, por fuera sonríe. Es el tiempo. Maldito tiempo. Y tú en la grada animando al rival. Acabáramos.

Empieza dos mil diecisiete viendo cómo por fin se esfuma el año anterior. Ese que se fue oliendo a mugre. Y toca listar nuevos propósitos en círculo. Pero por una vez será sincero. Baja al campo. Toca sudar. Ya no merece la pena frustrarse desde el principio. Convirtiéndose en rehén de sí mismo e imaginándose en un futuro plagado de imposibles.

Hace balance.

Se mira por dentro.

Aprieta la mandíbula.

Parece fácil.

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 4 de Enero de 2017

Fecha original de publicación:4 enero, 2017 @ 06:47

Los deportistas cabezones.

Decía Murakami que en su tumba pondrá «At least he never walked.» Maldita frase que me martilleó la cabeza continuamente durante el Maratón de Valencia del pasado domingo.

El objetivo antes de la salida era en principio asequible: marcar un ritmo continuo hasta la mitad y apretar un poco de manera gradual más adelante. Pero nada salió según lo previsto. En un maratón todo tiene que funcionar perfectamente, un pequeño error te pasa una factura probablemente impagable. Son muchos kilómetros y el simple roce de la camiseta, por ejemplo, te puede provocar una incómoda herida.

Maraton de Valencia 2016 - Nacho Tomás

Pues no uno, cometí varios que al final se convirtieron en un mundo. El primero fue no llegar a la fecha con los deberes deportivos del todo hechos, me faltaron dos tiradas largas, tal como había hecho en mis anteriores maratones. El segundo fue no darle importancia a la lesión de menisco que arrastro desde hace meses, para proteger esa rodilla izquierda he tenido que cambiar un poco la técnica de carrera, provocando la aparición de otras nuevas molestias en el tobillo derecho. Y el tercero y quizá en esta ocasión determinante, fue que me equivoqué eligiendo zapatillas. De todo se aprende, aunque me cueste perder un par de uñas.

Doce veces, doce, tuve que parar a andar. Doce veces desde el kilómetro 25. Sufriendo con continuos dolores en la rodilla, tobillo y pensando en retirarme. Y con otros 17 kilómetros por delante. Menos mal que tenía al lado a Marcos, quién si no, tirando y agonizando conmigo. Marcos, que el año pasado en Berlín corrió los 42km en unas estratosféricas 2 horas y 37 minutos, decidió ir a mi lado esta vez. Pero no se imaginaba lo duro que iba a ser. Pararse y arrancar tantas veces. Andar durante tantos minutos destroza a cualquiera. Eso sí, curte un huevo. Menos mal que encontré un ibuprofeno en una ambulancia. Haruki, esta te la guardo.

Por el lado bueno, se trata de un recorrido precioso que discurre por muchas emblemáticas calles de la capital del Turia y con una afición y organización que no tiene nada que envidiar a las de las grandes maratones internacionales. Mención especial a los últimos dos kilómetros, absolutamente abarrotados de gente formando un pasillo y animándote como si fueras un ciclista profesional subiendo el Tourmalet. Para siempre recordaré una niña en silla de ruedas que gritó un «¡Vamos Nacho!» que me atravesó de lado a lado.

Nacho Tomás - Medalla Maraton NYC 2014 Berlin 2015 Valencia 2017

Aún con todo lo sucedido puedo decir que al final ganamos nuestra pelea con la prueba añadiendo un tercer maratón a la saca. El tiempo empleado, 3 horas y 44 minutos, se queda muy lejos de mi record personal. De todos modos la medalla de finisher cuelga, junto a la de Nueva York 2014 y Berlín 2015, en la pared de mi despacho. Pero esta vez ha sido diferente. Me la he ganado por cabezón, no por deportista.

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 23 de Noviembre de 2016

Fecha original de publicación:23 noviembre, 2016 @ 09:08

Maratón de Berlín 2015

«El Maratón de Nueva York es como Vietnam, el de Berlín es un paseo por la Casa de la Pradera.»

Esta frase me sale del alma al cruzar la meta de la Puerta de Brandenburgo. Feliz, entero, sin dolores, con una cerveza en la mano, el sol en la cara, el Reichstag detrás, sintiendo el césped bajo mis pies y dirigiéndome al hotel dando un paseo con buenos amigos.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Cuando hace un año acabé el Maratón de New York la sensación fue completamente diferente: roto de frío, dolorido, incomunicado, ninguneado por los policías americanos que no dejaron ni que me sentara en Central Park, haciendo colas kilométricas para coger un taxi y llegando al hotel casi 12 horas después de haberlo dejado esa misma mañana. Dos maratones, dos experiencias, quizá por el calentón de ahora podría decantarme por la carrera alemana, pero NYC es mucho NYC. Dejemos que pase el tiempo. O no, mejor ni comparemos.

Este año somos 17 corredores en el grupo NYC2014M, más una docena de acompañantes, el viaje es divertido, qué buena gente, cuántas buenas amistades pueden forjarse en tan poco tiempo. Hacemos piña desde que cogemos el bus dirección Alicante. Cuatro días en Berlín, Zurich, vuelta a Alicante y bus a Murcia. Recuerdos vivos desde el momento en que los vives, imagina en lo que se convertirán luego con la perspectiva y la nostalgia.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Cruzamos los Alpes en avión y me viene a la cabeza cuando hace 12 años los crucé con Marcos en un tren expreso desde Padova, Italia, dirección al genuino Oktoberfest de Munich. Solo me falta hacer una carrera a pie o recorrerlos en bici… Tiempo al tiempo.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Llego algo justo de entrenamiento a la cita berlinesa, los útimos cuatro fines de semana han sido duros: fiestas de Yeste, despedida de soltero, boda y fiesta sorpresa de 40 años a mi mujer. Y cuando hay fiestas, yo lo doy todo, como cuando entreno. Me ha faltado quizá una tirada larga, las únicas que he hecho podido hacer han sido de trail y además he tenido que ir al fisio 3 veces en la semana previa a la carrera, unas molestias inoportunas en el tibial impidieron poner la guinda a la preparación. Sea como sea, preparado estoy, no hay duda. Así que toca darlo todo. Allá vamos.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Suena el Bolero de Ravel minutos antes de la salida y tengo el primer momento místico (reiros sí, pero pocas veces en mi vida he estado tan relajado), dan la salida y comienzo a correr con la estrategia en la cabeza, ritmo fijo a 5:00 minutos el kilómetro hasta la media maratón, suave, demasiado suave quizá, pero ya habrá tiempo de apretar. En lugar de 6 geles como el pasado año, este año llevo 5, me como uno antes de la salida, y guardo el resto en el cinturón para los kilómetros 10, 20, 30 y 36.

Pasan los minutos y todo va al milímetro excepto una parada a hacer pis que no puedo evitar, me relajo aún más si cabe ahora que estoy vacío y sí, mantengo ritmo de crucero hasta el kilómetro 21. Me adelanta muchísima gente, ya nos veremos en meta, pienso para mis adentros, vais a capuzar chavales…

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Cruzo la pancarta de la mitad de recorrido con un tiempo de 1h44m, así que decido subir un poco. Pero duro poco en ese poco, voy tan bien que merece la pena arriesgar y me pongo a 4:30 desde ya. Pasan los kilómetros y ni rastro de molestias, más que los típicos dolores de tobillo con los que convivo desde hace años, no hay de qué preocuparse. Más tarde unas ligeras molestias en piramidal e isquios, pero cambio ligeramente la zancada y adiós muy buenas.

Adelanto cientos, miles de corredores e incluso puedo permitirme apretar aún más en el último cuarto de la carrera, con parciales que rondan los 4:20 sin forzar la máquina. Sonará a chulo, pero voy sobrado y en ningún momento sufro lo más mínimo, incluso disfruto del paisaje, cruzando Berlín de punta a punta, de este a oeste, de norte a sur. Maravilloso trazado que, para más ayuda, viene marcado en la calzada con una línea de tres rayas azules que sigo a rajatabla como un penitente adelantándome en cada curva el lado al que girará en unos metros la calle.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

El recorrido está saturado de espectadores que animan sin descanso, cómo se agradece. Por poner un pero, los avituallamientos algo cortos (en longitud de mesas, me refiero) y sólo en un lado, provocando tapones innecesarios en mi opinión. El resto chapeau, los alemanos tienen controlado hasta el clima, a la hora de la salida unos 8º pero con sol agradable, suficiente para llevar una camiseta de manga larga los primeros 10 minutos y luego directamente manga corta. Ese típico día de invierno en Murcia o Valencia, con frío, pero soleado. Ideal para correr.

La conexión con España es constante, cada vez que paso por encima de una alfombra y suena el chip siento los ánimos de los que están pegados a la web o la aplicación oficial de la prueba siguiéndome los parciales. Vínculo real, os lo juro.

Los últimos 3km voy con el miedo en el cuerpo, en NYC se me bloqueo una pierna casi al final y por más que lo intente, no puedo sacarme de la cabeza esa posibilidad, pero nada, ni rastro de problemas. Voy a saborear estos metros, de estos minutos, de estas caras de los compañeros que adelanto, de los que me adelantan, del público.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Cruzo la Puerta de Brandenburgo por el arco de la izquierda, hay menos gente y quiero sentirme de nuevo solo. Se me hace un pequeño nudo en la garganta. Doscientos metros. Graderío repleto de gente gritando nuestros nombres. Llegada a meta. Excitación. Recompensa. Orgullo.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Paro el crono final en 3h19m48s. He hecho la segunda media maratón en 1h35m, casi 10 minutos más rápido que la primera y muy cerca de mi récord personal en esa distancia. Tremendo…

¡Viva la estrategia y viva la cabeza fría! Sé que en mis patas tengo más, mucho más, veremos qué nos depara el futuro.

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El proyecto NYC2014M se ha asentado y ya estamos pensando el siguiente «Mayor» al que hincarle el diente. Los patrocinadores se han portado tan bien como siempre y nosotros esperamos haberles devuelto con creces su apuesta:

  • Renault Herrero y López: patrocinador principal.
  • Inforges, Mesa del Castillo y Covirán Los Garres: colaboradores principales.
  • Cuídate Murcia: excelentes masajes fisioterapéuticos.
  • Mobel Sport: gracias por las camisetas, alta calidad.
  • Novatour: gracias por el traslado al aeropuerto.
  • N7: qué voy a decir de mi empresa, nos encargamos de la comunicación en general del proyecto.

¡Gracias a todos, mil gracias!

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Y qué decir de mis compañeros de viaje: Marcos García, Antonio Rentero, Antonio Fernández, Pablo Cantero, Paco Molina, Quique Quiñonero, Javi Lucas, Fernando Hidalgo, Sabas Baños, Rubén Lax, Antonio Iniesta, Alejandro Arana, Paco Liaño, Xabi Losada, Diana Cardo y Boticario Sánchez.

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Sin olvidarnos de Marimar Román y José Maciá, que no pudieron acompañarnos en el último momento ni de los acompañantes, apoyo imprescindible en estas citas. Gracias también a la gente de Marathinez, Luis y Lidia, generosos y profesionales. Y en especial a mi hermano, amigo y entrenador, Jorge, que con sus consejos y apoyo estuvo continuamente presente.

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La noche de la carrera lo dimos todo en el Oktoberfest que se organizó en Alexander Platz donde por fin, tras tantos años de cantar la canción de Franco Battiato, tenía el placer de estar:

Alexander Platz auf wiedershen
y había nieve,
nos vemos esta noche fuera del teatro:
«¿Te gusta Schubert?»

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En el calentón de la vuelta no dejamos de hacer planes a futuro, es la nota habitual en un viaje que te deja huella. Algunos ya están mirando vuelos y dorsales para los maratones de Roma y París de 2016, aunque el proyecto NYC2014M oficialmente no hará nada hasta 2018 en el que, muy probablemente, nos vayamos a… (redoble de tambores)… un país muy muy muy lejano… ¡Seguiremos informando!

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Respecto a Berlín como urbe, sorpresa total, una ciudad única, mezcla heterogénea de modernidad puntera y decadencia ochentera. Cada calle es un mundo y junto a grupos de hipsters bailando alrededor de un «artista» y bebiendo (curioso la cantidad de gente que va por la calle con una botella de cristal de cerveza en la mano) encuentras abuelas sacadas del otro lado del muro sentadas en las puertas de sus casas, charlando con las vecinas. Suciedad y limpieza, belleza y ruinas.

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Tanto la noche del viernes, el día que llegamos, como la del domingo, las dedicamos a hacer algo de turismo por la ciudad. Turismo y cervezas, claro. Y codillo, que no falte. Los canales y el Spree dan ese toque mágico que tienen las ciudades con río.

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El único muro que tuve esta vez fue el de la foto, ¿suerte o buen entrenamiento? Cómo echo de menos la bici y nadar, han sido 44 días sólo corriendo. Menudas ganas de bracear y pedalear.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Que no se me olvide contar la cantidad de bicis que hay en Berlín, reconforta verlas por todos sitios: calzada, aceras, paseos, parques, carriles bici… Respeto total por parte del resto de vehículos y muy pocos coches privados, al menos en el centro de la ciudad. Para aprender.

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Llego a Murcia cansado, con sueño y resaca, el viaje de vuelta ha sido muy largo, salimos del hotel a las 9:45 y llego a mi casa sobre las 22:00, doce horas de aviones, autobuses y mucho andar.

Maratón de Berlin 2015 - Nacho Tomás - Berlin2015M

Llego a Murcia contento, con otra medalla al cuello. Parece que no se me da mal esto de organizar viajes, las caras de mis compañeros de viaje y sus miles de whatsapps posteriores te ponen las pilas. Veo a mis hijos y mi mujer, que esta vez no han podido acompañarme y la alegría es plena, completa, total. Rebosante.

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Volveré.

Y espero que estés ahí conmigo, si no corriendo a mi lado, al menos leyéndome.

 

 

 

 

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