Este sábado en la Quebrantahuesos sucedió algo curioso: hice a la vez los kilómetros más rápidos y más lentos de toda mi vida deportiva. ¿Cómo se explica esto? Fácil, la mítica prueba cicloturista que transcurre por los Pirineos es una absoluta maravilla, con puertos de dureza y altimetría habituales del Tour de Francia y unas bajadas eternas por carreteras de lujo, que además están cortadas para nosotros, por las que dejarse llevar zigzagueando.
Doscientos kilómetros compartidos con miles de ciclistas y un desnivel acumulado de tres mil quinientos metros (murcianos, esto es como subir la Cresta del Gallo doce veces) que se te pegan en las patas persiguiéndote durante unos días: En sueños se nos aparecerá el Somport, el Marie Blanc, la Hoz de Jaca y, por encima de todos, el interminable Portalet y su ascenso eterno. Eso sí, qué diferente es penar dando pedales entre neveros aún blancos, picos infinitos de piedra escarpada y más verde y agua de lo que podrías imaginar a estas alturas del año. Estaciones de tren olvidadas, presas majestuosas, pueblos en los que el sol madruga poco y caudalosos arroyos que empapan los túneles. Todo esto es la Quebrantahuesos.
Pero no solo sufre el tren inferior, espalda, manos, cuello, pies, dedos… El cuerpo entero pasa factura y si no estás bien preparado la carrera te pasa por encima. Como dice un amigo: “Si nos obligaran quizá no seríamos capaces de hacerla” pero la cabeza, como siempre, tira más que las piernas y si no que se lo digan a mi hermano Pablo. Con él salí y con él crucé la meta, tal como nos propusimos, aunque sufrió más de lo previsto y por momentos nos temimos un final anticipado. Pero a cojones le gana poca gente y tras un parón necesario en el que comer, descansar, beber, recapitular y vislumbrar lo que nos venía por delante, le echó lo que sólo él sabe echarle y aún tuvo fuerzas para tirar de un grupo hasta meta consiguiendo bajar de ocho horas, algo que por momentos parecía ciencia ficción. ¡Nuestra primera marcha ciclista y qué forma de estrenarnos! Una lástima quedarme sin medalla de oro por sólo dos minutos, aunque los huesos están en su sitio, que no es poco para unos novatos como nosotros.
Una prueba deportiva tan exigente como esta te ayuda también a enfocar mejor los retos profesionales y laborales: sufrimiento, esfuerzo, superación de imprevistos, fijación de metas, cumplimiento de objetivos, compañerismo y trabajo en equipo.
Mención aparte la sublime organización, el inigualable ambiente y el entorno de Jaca y Sabiñánigo que para los del sur como yo parecen de otro planeta. Gustazo ver tantos conocidos por estas tierras. Y qué decir de la gente con la que tuvimos el gusto de pasar estos días: Quique, disfruta de tu jubilación. Raúl, Chipi, Carlos y Alberto, os debemos una. Gracias, gracias y gracias.
UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
26 de junio de 2019