Voy a empezar esta crónica por el final. Voy a recrearme en la siguiente foto durante unos años. Tres hermanos juntos en la meta, abrazados, contentos y orgullosos los unos de los otros.
Llego al Triatlon Valle de Agramón 2014 más preparado que nunca, con dos meses de entrenamientos brutales tanto en calidad como en cantidad. Algunos cambios laborales en mi vida han permitido que saque más tiempo para este hobby (y también para mi familia), de lo cual estoy cada día más contento.
Acaba la temporada con esta exigente prueba, en la que participan varios profesionales y poco a poco se está convirtiendo en referencia ya no sólo en la zona, sino en todo el país. El año pasado hice 1h 23m 50s. En mi fuero interno visualizo cruzar la línea por debajo de la hora veinte. Sólo tengo que mejorar un minuto en cada sector y algo las transiciones.
El día de antes, haciendo el último entreno antes de la carrera, se me pincha una rueda de la bicicleta por primera vez en dos años que la tengo. La cambiamos sin mayor complicación, pero el susto de novato en estas lides me lo llevo.
El sábado 2 de Agosto los tres hermanos desayunamos fuerte, no tengo ningunos nervios. Será mi tercer Triatlon de Agramón consecutivo. Aquí fue donde me bauticé en este mundo en 2012. Aquí fué donde el año pasado se bautizó mi hermano Jorge. Y aquí será donde hoy mi hermano Pablo se bautice en este mundo. Curioso. Tres años seguidos, tres estrenos seguidos de tres hermanos ordenados por edad. Muy curioso.
Si hay algo que no me guste de esta prueba es que echas el día entero en ella. Por la mañana hay que llevar las bicis y recoger el dorsal, volver a casa a comer (suerte que nuestro campo está a sólo 30 minutos) y a las 16:30 de la tarde estar de nuevo en Agramón para que los autobuses nos lleven a la salida en el Pantano de Camarillas.
Allá vamos con las 4 bicis (sí, 4, mi padre se viene a animar a sus tres hijos y de paso quiere hacer una parte del sector ciclista en su clásica MTB) y cuando nos las están cargando en el camión me doy cuenta de que se me ha vuelto a pinchar. Muevo Roma con Santiago, compro otra cámara y llamo a Tito de Adventure Bike que me tranquiliza, diciendo que me la arreglan antes de la salida.
Llego al pantano en el coche de un señor de la zona que se ofrece a llevarme, acepto encantado para ganar tiempo, en mi cabeza la rueda pinchada y el miedo a no poder tomar la salida. Pero Tito es un crack y con la ayuda de Javi, mecánico, me cambian la rueda en menos de 1 minuto. Me siento como los pilotos de Fórmula 1 en boxes, ha sido todo tan rápido que aún ni ha llegado el autobús con el resto de atletas. Les debo la vida. Mil gracias.
Más de 300 valientes en la orilla. Caliento un poco en el agua y me coloco en primera línea, he mejorado bastante nadando y no quiero llevarme muchos palos esta vez. Pero sucede todo lo contrario, desde las primeras brazadas noto que estoy en el ojo del huracán: golpes y más golpes, ininterrumpidos. No consigo respirar bien y tengo una de las gafas llena de agua. Más patadas y zarpazos en la primera boya. Indicios de flato. Voy lento. Llego a la segunda boya y ya todo es más sencillo: el sol se refleja en la alfombra de la salida del pantano y es fácil tomarlo como referencia. Es lo único que veo, los ojos empapados, las gafas a la mierda. Más flato. Acelero y dejo algunos atrás, pero no tengo ni idea de cómo voy. Salgo del agua y tropiezo, estoy algo mareado, pero miro el reloj y he recortado un minuto el tiempo del año pasado. 12m49s para estos primeros 750 metros, puesto 87. Bien.
Me pongo las chanclas y comienzo la interminable primera transición, de casi 500 metros, por un sendero de tierra muy cuesta arriba hasta las bicis. Me cuesta respirar, el flato no perdona no haber respirado adecuadamente en el agua (a ver quién lo hacía con el tráfico que había) y me adelantan muchos, muchísimos corredores antes de llegar a descolgar la montura y comenzar a pedalear. Otro minuto recortado en la transición. Vamos según lo previsto. Bien.
Para quien no conozca la salida del Pantano de Camarillas hasta la carretera, puede imaginar la rampa de un parking cualquiera, pues así durante casi 1 kilómetro. Todos vamos pegados al suelo, algunos incluso no pueden meter las calas en los pedales. Creo que es la zona del Tri (exceptuando la meta, claro) en la que más animadores hay.
Adelanto algunos en la primera subida y como en esta prueba no se permite drafting, no me preocupo por seguir buenas ruedas. Me centro en lo mío y listo. Conocer el recorrido ayuda mucho y yo mismo me sorprendo de ir tan bien (los entrenos en bici de este año también ayudan, claro). Veo a mi padre, que va con su BTT y le doy una palmada en el culo, me grita ¡ANIMO! y su apoyo es como tomarse un gel.
Hablando de comer, me tomo el que llevo y menudo error. Adelanto varias unidades y sólo me pasan 10 o 12 durante los 20 kilómetros de este sector. Tengo ganas de vomitar, el gel me ha sentado fatal, las arcadas siguen y valoro la idea de parar un momento a echar hasta la primera papilla, pero comienza la bajada hasta Agramón y las angustias se evaporan, aunque vuelven en la subida al Puerto de Hellín, reducidas, eso sí. Llego a la T2 contentísimo y sin más complicaciones, mi mejor sector hasta la fecha, aunque he necesitado 1 minuto más, dada la fuerza del viento en contra que no ha perdonado en una buena parte del recorrido. Mejoro 60 puestos respecto al año pasado. Qué pena que me haya adelantado tanta gente en la T1.
Dejo la bici, veo a mi mujer y mis hijos animando como si fuera Campeón del Mundo, hago una transición limpísima (15 segundo más rápido, un 15% mejor al tratarse de una zona normal, no como la primera) y me lanzo a correr.
El primer kilómetro a 3:55, voy fenomenal e intento aguantar el ritmo que, lógicamente, baja un poco pero consigo mantenerlo en 4:20 durante los 5kms de la carrera a pie. Veo y oigo ánimos de Armando, Maribel, David, Raúl, Paco, Miguel, Juanan… Gracias a todos, me vienen de lujo. Al final he mejorado otros 65 puestos este sector respecto a 2013, recortando más de 1 minuto.
Cruzo la meta con un tiempo final de 1:21:39 y el puesto 109 de 324. Son 58 peldaños subidos en comparación con el año pasado. Dicen que mal de muchos, consuelo de tontos. La mayoría de los triatletas empeoraron sus tiempos del año pasado. Analizando los resultados, hay una caída generalizada de entre 3 y 5 minutos debida al fuerte viento que sopló en contra en el sector de la bicicleta.
El primer clasificado el año pasado me sacó 22 minutos y este año solo 15. Aún así tengo un sabor agridulce: me hubiera gustado bajar de la hora veinte e incluso estar entre los 100 primeros. Otra vez será.
Mención aparte merecen mis hermanos. Jorge ha quedado el 12º de la general, con dos parciales estratosféricos en la bici y a pie, como mejore la natación el año que viene sube al podio. Y Pablo, el pequeño de la familia, se ha estrenado con un tiempazo de 1h31m, mejorando el tiempo de mi estreno, como entrene un poco más, el año que viene nos da un susto a todos. Resumiendo, contento pero con la espinita que he comentado antes.
Ir camino de los 40 y poder seguir disfrutando del deporte es el trofeo que me llevo. Ese, y tener la mejor familia del mundo.
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