Get back

No es la primera vez que me llaman cansino por algo. Y no va a ser la última. Soy de esos que cuando le da por algo lo exprime hasta la saciedad, principalmente ajena, con el consiguiente riesgo de malas caras, comentarios o cualquier otro exabrupto que, merecido posiblemente, me lanzan en esas habituales épocas de obsesión con esto o con aquello.

Mientras escribo tomo conciencia de que la mayoría de las veces que me pongo intenso tiene que ver con la música. Joder, la música. ¿Acaso existe otra cosa que consiga, con permiso del amor, revolverle a uno las tripas de esta manera? Para bien, digo. Bueno, para mal a veces también, la clave es amplificar los sentimientos y con sólo siete notas, oiga usted.

Como ya sucedió con “The last dance” de Michel Jordan, lo primero que sorprende de un documental de esta magnitud es cómo demonios han conseguido mantener en secreto semejante calidad y cantidad de metraje durante tantos años. Para despistados, estoy escribiendo sobre “Get Back”, la historia visual de la grabación de “Let It Be”, el mítico álbum de los Beatles que coincide con su no menos legendario concierto en el tejado.

Todos tenemos alguna relación con los Beatles, apuesto a que alguna de sus canciones te ha llegado al alma en algún momento de tu vida. Haz memoria. Personalmente los conocí de pequeño, mi padre vivió aquello y me transmitió musicalmente los discos “Rojo” y “Azul” a los que borré el surco de tanto ponérmelos. También tuve la suerte de que muchos de mis amigos eran y siguen siendo fans, recientes conversaciones incluidas. Qué buen gusto tenemos los de 1977, ¿eh?

El documental en sí da luz sobre la relación del resto del grupo con personas externas, permite formarte, como si de una película se tratara, un retrato de la personalidad de cada uno de ellos: retrasos, discusiones y respeto, deliciosa complicidad, frustraciones y poca fe en un futuro juntos que deriva por momentos en pasotismo. Pero por encima de todo está el descomunal talento que tenían los cuatro chavales y, a los que nos gusta toquetear con música desde siempre, esa curiosa manera de componer sacándose de la chistera himnos atemporales en semejante momento de crisis grupal o los paleolíticos métodos de grabación que hasta ayer mismo existían y el tremendo mérito que ello supone.

Sentir tan de cerca al cuarteto de Liverpool es una completa maravilla. ¿Es algo largo? Puede ser. ¿Es una obra maestra? Sin duda. Para el recuerdo la kafkiana situación con la policía y como se lo toman los músicos a la intrusión en la azotea. Posiblemente los mejores, y más tristes a la vez, momentos del documental, mezclando clase a raudales y nostalgia, a toro pasado, de saber que esa sería la última vez que los Beatles tocaron juntos.

Y gracias a Peter Jackson, podemos casi sentir que estuvimos allí: We all get back.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
La Verdad de Murcia
Febrero 2022