Pasan los años y sigo sin tener del todo claro si me gusta o no la Navidad. Por un lado hemos crecido y la ilusión, irremediablemente, se pierde. Por otro lado están los hijos, y con la suya compensamos, casi totalmente la que se nos ha ido.
Unido a la ilusión viene la responsabilidad y aquí no hay discusión: Necesitamos mejorar.
Feliz Navidad. O no.
La Navidad está hecha para cuando somos pequeños. Cuando crecemos, al menos en mi caso, es algo que queremos que pase pronto porque no dejamos de compararla con la de otros años.
Supongo que, si alguna vez tengo hijos, su ilusión será también la mía.
Feliz Navidad, a pesar de todo.
Hay de todo, pero esa la idea de mi reflexión.
Gracias por el comentario PedroJ!