Cuando vivía en Madrid el tiempo era diferente. Estoy escribiendo esta columna y aún no tengo claro si me cundía más o menos que ahora. Vamos a analizarlo.
Cuando vivía en Madrid tardaba más en llegar a la boca de metro más cercana a mi casa de lo que en Murcia tardo en plantarme en la silla de la oficina. Y luego el viaje propiamente dicho: un par de transbordos y otra caminata tras salir de nuevo a superficie en el barrio de destino. “Correr y atravesar mil vidas grises de gente gris”, que diría alguien.
Cuando vivía en Madrid comía de tupperware encima de la mesa del despacho porque era inviable pensar en salir a comer fuera. Prohibitivo económicamente en tu primer trabajo e inviable por el tiempo que necesitaría para ir y volver. Los horarios de trabajo eran interminables, entrar de noche, salir de noche. Eso sí, hice algunos de mis mejores amigos.
Cuando vivía en Madrid se me iba en alquiler cerca de la mitad del sueldo, en transporte otro pico. Y qué decir del tiempo perdido. Eso sí, leía mucho más que ahora. Paseos bajo tierra. También escuchaba más música. Y qué música.
El tiempo ahora en Murcia ha cambiado. El tiempo en la vida de barrio es llevar a los hijos al colegio de la mano en cinco minutos cruzando únicamente dos pasos de cebra, utilizar transporte privado sólo cuando es estrictamente necesario y poder salir con quince minutos de antelación para llegar andando a paso ligero a una cena en cualquier punto de la ciudad. El tiempo en el barrio es que el panadero te lleve el pan a la puerta de casa, que un cliente te regale una bolsa de tres kilos de naranjas o pasar una tarde entre semana en el centro. Que los camareros te pongan el café con leche fría en vaso grande con sólo un contacto visual, que la vecina te pida recoger del cole a sus hijos porque se le ha complicado un asunto. Y viceversa. Esto es vida de barrio. Con sus enormes ventajas. Y algún “inconveniente” como tardar veinte minutos en recorrer los doscientos metros de distancia entre Santo Domingo y la Catedral.
Sí, en Madrid hay una inmensa vida cultural, gastronómica, nocturna y lo que quieras. Está bien cuando eres joven. A nuestra edad no sales de tu barrio, que es más grande que casi cualquier capital de provincia. Y no te mueves. Vida de barrio, entonces. Prefiero ir de vez en cuando y disfrutar la capital con billete de vuelta.
Para vivir en un barrio de Madrid prefiero mi Murcia. Mi barrio y mi gente.
UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 1 de Febrero de 2017