El fútbol que recuerdo.

Hubo una época en que estuve bastante enganchado al fútbol. Era del Valencia, como mi padre, y tuve la suerte de disfrutar los que sin duda fueron sus mejores años. Saboreaba las alineaciones, las tácticas y las remontadas. Sufría con los jugadores que se nos iban a otros equipos, con los cambios de entrenadores e incluso me hice socio de una peña valencianista en la que veía casi todos los partidos, lo de enchufarlos por internet aún no se estilaba. Copa, Liga, Champions… Qué gran época para el club del murciélago: Mendieta, Ilie, Aimar, Kily González, Gerard, Albelda, El Burrito Ortega, Angloma, Baraja, Ayala… ¡El Piojo López! Todavía conservo camisetas, tazas y bufandas blanquinegras conmemorativas de alguna de aquellas hazañas.

Íbamos a Mestalla en los partidos importantes, momentos épicos si además coincidía con Fallas, lo cual no era raro. Recuerdo con cariño comer pipas con los ojos como platos en el estadio mientras goleábamos 6-0 al Madrid en semifinales de Copa del Rey, el 5-2 contra la todopoderosa Lazio o el 4-1 al Barça en rondas consecutivas de aquella Champions que nos hizo creer lo que no éramos. Os podéis imaginar lo que nos dolieron las dos finales contra el Madrid y el Bayern en París y en Milán y el premio de consolación conseguido en Goteborg, donde estuve en persona desgañitándome cuando nos trajimos de vuelta la Copa de la UEFA frente al Olympique de Marsella en el Estadio Ullevi, con un frío polar aunque era Mayo. Mayo en Valencia, claro. El dolor de perder aquellas dos finales apagó la llama de mi entusiasmo. Luego vino la crisis de valores y deportiva, no la económica, que lo manchó todo. Más tarde llegó España y su estilo de videoconsola ganando el Mundial (el último partido de fútbol que he visto entero) y fue como esa mejoría antes de la muerte. Mi forofismo futbolístico falleció discretamente, herido de gravedad algunos años antes.

Sigo disfrutando con una buena jugada o con un golazo y a veces veo algún resumen, pero soy incapaz de tragarme un partido de principio a fin. Ya no es lo mismo. No entiendo las críticas a Messi por el penalti del otro día ni a Cristiano Ronaldo por chulo, para mí el deporte es superarte, pero también humillar al rival siempre que puedas dentro de la legalidad y la ética, hasta la meta o el pitido final y al acabar salir de cañas con él. Algunos amigos murcianistas me intentan convencer de que el fútbol es mucho más, de que ganar no importa, de que si los colores tal o de que si el escudo cual, que la afición no tiene nada que ver con un estadio vacío. O lleno pienso yo. En el fondo quizá nunca he entendido este deporte. En el fondo quizá siento envidia de no poder sentir lo que ellos siguen sintiendo.

 

Nacho Tomás – Un tuitero en papel
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 24 de Febrero de 2016