La semana pasada se celebró el Día sin Coches (risa, guiño, codazo), jornada que sirve de cierre a la Semana Europea de la Movilidad, la campaña más importante en términos de transporte de personas dentro de las ciudades que se realiza en la Unión Europea desde hace un buen puñado de años.
Echando un ojo a cualquier ciudad española precisamente en ese día se te podían saltar las lágrimas. Y no es algo nuevo. Año tras año la misma historia. ¿Por qué usamos tanto el coche? Las respuestas son variadas y cada uno esgrimirá su sólido (o no) argumento, pero hay algo que sobrevuela por encima de ellos, al menos a nivel teórico, como una letanía de la facilidad: si para moverte de casa al trabajo (o al cole de tus hijos, o a la universidad) lo más sencillo a todos los niveles es el coche pues, blanco y en botella, acabarás usándolo. Un conocido danés (actual paradigma de la movilidad ciclista) me dijo que si no podemos sacar punta a los argumentos medioambientales (que no son pocos), usemos otros. Hagamos que el resto de medios de transporte en ciudad lo tengan tan fácil como actualmente lo tiene el automóvil.
Una gran mayoría de los desplazamientos cotidianos que actualmente se realizan en coche dentro de las ciudades se podrían evitar, derivándose a la bici o simplemente andando. Y si lo hacemos aquellos que podemos, aunque inicialmente pienses que supone un esfuerzo (dedica un minuto antes de arrancar el motor la próxima vez) convertirás tu gesto en algo solidario, liberando espacio en las calles, en el aire y en otros medios de transporte para aquellos que no tengan la suerte de poder ir caminando o pedaleando a su lugar de trabajo, haciendo también más eficiente la combinación con el resto de transportes urbanos, siempre que la ciudad donde vivas tenga una decente estructura para ello.
Pero claro, los beneficios de la trasfusión desde un medio que conquistó injustamente nuestras calles hacia otros más saludables tienen que ser comunicados eficazmente tanto por los usuarios como, principalmente, por las entidades públicas que a veces, por falta de conocimiento, o meras miras políticas cortoplacistas, suelen provocar los tan temidos tiros por la culata. Esto de lo que hablo cuesta cuatro duros (me perdonen los euros) y tiene tantas ventajas políticas como para el ciudadano. Que se dice pronto.
A buen entendedor…
Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
30 de septiembre de 2020