No acabo de entender eso de sentirse orgulloso de algo que no has elegido. Eres blanco como podías haber sido negro, alto como podías ser bajo, rubio como podías ser moreno y tienes los ojos azules como podías haber nacido ciego. Naciste en tu ciudad como podrías haberlo hecho en Vladivostok. Has crecido en tu país de pura casualidad. Nada de esto lo has decidido. Ni te lo has ganado o merecido. Ha sido simplemente suerte, o desgracia en algunos casos.
Entiendo más coherente sentir orgullo de tu ideología, de tu equipo de fútbol o de tu cerveza preferida, con matices se supone que son elecciones personales. Es habitual encontrarnos con personas que sacan barriga cuando hablan de su tierra, de su ciudad o de su pueblo. Algo comprensible y extendido pero poco lógico. Muchos de ellos no ven o han visto más allá de su provincia y sientan cátedra alabando las bondades de su gastronomía, su clima, sus paisajes o sus gentes. Muchos de ellos son murcianos, esos murcianos profundos que tanto daño hacen al resto de murcianos. Ojo, tampoco en esto somos el centro del mundo, sucede en otras ciudades y en otros países. A ver si no va ser culpa del sitio de nacimiento sino de las malas cabezas de algunos.
He estado una semana de vacaciones por el norte de España: Zaragoza, Vitoria, San Sebastián y Pamplona. Qué ciudades, qué paisajes, qué arquitectura. ¿Mejores que las nuestras? No. Sin ninguna duda. Diferentes únicamente, por ello se convierten en valorables y por tanto criticables o aplaudibles una vez visitadas. Y eso que ha sido una observación rápida. Es un placer escuchar lo que tiene que decir tanta gente que vive allí ahora y antes lo hacía en otros lugares. Abrí bien las orejas cuando un amigo me dijo: ¿Parece que si te cuentan el tema vasco desde dentro se entiende un poco mejor, verdad? Frase que define perfectamente los sentimientos cuando sales de tu cerrado círculo geográfico o social.
Por eso no lo dudes y vete de Murcia. Sal y conoce mundo. En los viajes se aprende siempre, no es necesario cruzar a otro continente para cambiar el chip de manera drástica. Sorprende cómo sólo a unas horas de tu vivienda se modifica tan radicalmente el comportamiento de las personas, el diseños de las ciudades, los movimientos económicos. Escapa y disfruta con la mente abierta de otras culturas, otros sueños, otras verdades. Y qué gusto también encontrar esas curiosas y pequeñas coincidencias en ciertos matices que por supuesto existen y son las que nos hacen humanos. Las que en el fondo nos convierten a todos en iguales.
Vete. Y vuelve, claro. Apreciando mucho más lo que aquí tienes, saboreando cada momento en tu tierra, con tu comida, tus parajes y tu gente. Ahora sí, con conocimiento de causa y argumentos de peso para defenderla.
UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 13 de Julio de 2016
Fecha original de publicación:13 julio, 2016 @ 14:46