En los últimos 6 meses hemos vivido varios acontecimientos que pasarán a la historia. Es cierto que seguramente no conocemos otros muchos que, con el tiempo, también se recordarán para siempre, pero hoy voy a hablar de esos momentos que notas desde el principio que son diferentes, que son épicos, que son historia. Me quedo, sin duda, con dos de ellos: el salto de Felix Baumgartner y la elección del nuevo Papa Francisco I. Sí, llamadme friki. Con ambos acontecimientos estuve pegado a la tele 4 o 5 horas seguidas.
La acción de Red Bull no tuvo rival a ningún nivel. El anuncio más largo de la Historia. Dejando de lado el marketing, exitoso a más no poder, me quedo con la persona. Con Felix. He soñado, varias veces, que era él. Mi hijo y yo hemos jugado al “Salto de Felix” en incontables ocasiones y lo hemos visto repetido hasta la saciedad. Bueno, no tanto, aún no me he cansado de verlo. Los límites humanos se pusieron a prueba, la ciencia avanzó un poquito ese día y el orgullo de ser parte, pasiva, de ese memorable paso para el hombre, me acompañará siempre.
El tema del Papa es diferente. No soy especialmente devoto, pero estas cosas también me vuelven loco. Estuve viendo una chimenea a la que una gaviota daba vueltas durante toda la tarde. Quién puede resistirse a la liturgia que rodea una elección semejante. Lo queramos o no el Vaticano tiene más fuerza como país que muchos de los desarrollados. Su cabeza visible influye directa o indirectamente en decisiones globales. Y es el estado más pequeño del mundo. Imposible no emocionarse al escuchar a Jean-Louis Tauran, protodiácono, en latín y con parkinson, anunciar al nuevo Papa. Para cuadrar el círculo, es sudamericano y jesuita.
Han sido los dos únicos momentos de los últimos años en los que he estado pegado a la tele más de 30 minutos seguidos. A diario veo las noticias y no cuento las películas o series que vemos por la noche, pues no son televisión técnicamente hablando. No seré yo el que diga cómo debe cada uno malgastar su tiempo, cada día pierdo minutos o quizá horas entre tanta información en redes sociales, páginas web o whatsapps. Y hasta hace poco también sacaba huecos para jugar a videojuegos, siempre me han gustado. El asunto es que no me cabe en la cabeza que haya gente dispuesta a ver detritus humanos semejantes a “Splash” o cualquier reality de tres al cuarto que enchufan cada noche en los canales públicos de este país.
Nos merecemos lo que nos pase. Está claro..