Estambul, entre dos continentes

Estambul, ciudad Asia Europa

Que hay una época para cada cosa en la vida lo sabe todo el mundo, aunque tardemos a veces más de la cuenta en ser conscientes del asunto. Mira hacia atrás y dime que no tengo razón. Cuántos argumentos tragados, cuánta nueva perspectiva años después, cuántos diferentes prismas van apareciendo por los que visualizar y entender, antes o después, que lo único inmutable es la propia mutabilidad. Y lo vivido en Estambul lo demuestra.

No es la primera vez que hablo de mis contradicciones, de lo que nunca haría y ahora es rutina, de lo que odiaba con toda mi alma y actualmente amo. Y viceversa, por supuesto. A la infinita lista anterior toca unir hoy los viajes organizados, madre mía, con lo que he renegado de ellos tantas veces en la juventud ya van unos cuantos últimamente, quizá tener que viajar tanto por mi cuenta fue el detonante de la necesidad de dejarse llevar y pensar poco de vez en cuando, disfrutar con todos los sentidos del destino elegido sin esa chispa que otras veces puede proporcionar perderse, llegar tarde, confundir una conexión en el metro, no tener claro el cambio de moneda, desorientarse o no encontrar lo que en algún momento se busca.

Estambul, con el Colegio de Economistas de Murcia ha sido el último ejemplo de sus ventajas, viaje exprés bien exprimido por un genial organizador y con una compañía inmejorable. No tenía ni idea de que unido a la cantidad de beneficios que otorga la colegiación se incluían estas maravillas. La ciudad más grande de Turquía (inabarcable a la vista, más de quince millones de habitantes) necesitará una visita de revision más adelante, ojalá con la prole, para acabar de interiorizar el shock que en el visitante produce esta joya. Rodeada por el mar de Mármara y el estrecho del Bósforo (el famoso Cuerno de Oro) las empinadas calles te reciben entre cantos a la oración y mercaderes del siglo XXI con las manos tan abiertas como solo puede hacer un histórico lugar mezcla de todo: continentes, religiones, mares, rutas comerciales y distintas personas. Vistas que quitan el aliento, riberas jalonadas de perlas arquitectónicas, paisajes urbanos descomunales, Historia con mayúsculas: sultanes, emperadores, césares, príncipes, cambios continuos, puesto que como nosotros, las ciudades también evolucionan, a veces a mejor.

La plaza Taksim, el barrio de Galata, la calle Istiklal (especialmente sus alrededores), los Palacios de Dolmabahce y Topkapi (con sus respectivos harenes), la Mezquita Azul, la de Solimán el Magnífico y la de Rüstem Paşa, el Mercado de las Especias, el Gran Bazar o el Hipódromo. Bocadillos de caballa, té por la calle, delicias turcas, música en directo, gatos y perros. Pero por encima de todo la indescriptible Mezquita de Santa Sofía donde parece concentrarse toda la fuerza del mundo. Qué momento. Metrópolis vivísima, a medio camino entre Asia y Europa, con calles abarrotadas, cientos de palacios, mezquitas y banderas, miles de tiendas, millones de personas y alguna que otra Bomonti, la riquísima cerveza marca de la casa. Porque Estambul es cultura, es noche, es ocio, es día.

Por supuesto que la clave es alternar unas cosas con otras y, si estamos con este costal, la harina de viajar a lo mochilero e improvisación toma una nueva fuerza cuando no es habitual, ganando experiencias y momentos siempre. Y me encanta también hacerlo de esa forma cuando toca y así pienso transmitirlo a mis hijos, o intentarlo que a estas edades nunca se sabe: todo es bueno en la vida, todo llega y se saborea más si es en buena compañía, como la que hemos descubierto en Estambul. Habrá que repetir viaje, destino o amigos. O mejor todo junto.

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia
Octubre 2021

Google, 23 años haciéndonos la vida más fácil

Poca gente a finales de los noventa podría pensar que una idea, quizá algo loca en aquel momento, revolucionaría trascendentalmente la vida de tantas personas sólo unos años después. Larry Page y Sergey Brin tenían en la cabeza inicialmente solucionar uno de los problemas que comenzaba a revolotear las cabezas de los, por aquel entonces, todavía novatos internautas: organizar de alguna forma el absoluto maremágnum de información a nuestra disposición en la red.

Se dice que cada dos o tres años de la actualidad se crea más contenido nuevo que en toda la historia de la humanidad precedente y, en estos días, el 99% de este nuevo contenido está directamente volcado a internet. Queda claro entonces que necesitamos una herramienta para localizar lo que queramos buscar, y es en ese momento cuando Google encuentra un nicho de mercado, si no del todo vírgen, sí desde luego con amplias mejoras a implementar.

Ya en 1993 surgió el primer buscador de contenido, llamado Wandex, que pretendía también saber cómo de grande era la red. Más tarde una horda de proyectos catalizaron la idea con mayor o menor éxito, entre ellos cabe destacar (y posiblemente recordados por algún lector de mi quinta) Lycos, Altavista, Yahoo, Ask o Bing, todos prácticamente en desuso hoy, al menos en España con una cuota de mercado de más del 95% (88% en el resto del mundo). Y entonces siguió creciendo, en gran parte por su excelente trabajo, y pudiendo ampliar a otros campos en los que, con el paso de los años, iniciar su conquista mundial, porque claro, si Google (ahora Alphabet) nos ha cambiado la vida no es sólo por ser un excelente buscador, sino por tener actualmente un casi infinito catálogo de servicios que usamos cada minuto: Android, Adwords, Maps, Photos, Shopping, Trends, Drive… Y cada vez que usamos alguno de ellos, hacemos más grande y más eficaz la maquinaria que despliega este gigante, que conoce tus gustos personales quizá mejor que tu mismo, con unos algoritmos casi infalibles que le hacen mostrarte como usuario justo lo que quieres y ayudarte como anunciante a encontrar a tu más concreto target. Redondo, ¿no?

En el horizonte y a modo de nubarrones, las acusaciones de monopolio por un posible mal uso de su posición privilegiada en tantos lugares y de, cito textualmente, “haberse convertido ilegalmente en el “guardián” de internet. De hecho ya ha tenido que asumir algunas multas no precisamente pequeñas.

Por mi parte, lo tengo claro, si usas sus servicios gratuitos no hay que ser muy listo para saber que te estará cobrando por otro lado y hoy lo más valorado son tus datos, todos ellos muy probablemente en su poder porque así lo has querido. Y es bueno que así sea, al final la publicidad mueve esta parte del mundo y si de esta forma recibes anuncios personalizados sobre productos interesantes, bienvenido sea.

Si no te gusta o estás en contra, la cosa es sencilla, tira el smartphone por la ventana y asume las consecuencias. O usa otros servicios pagándolos y sin la seguridad de que tus datos no se revendan al mejor postor o un hacker se los meriende y te complique la existencia.

Aquí un fan de Google, creo que ha quedado claro.

Lisboa, en una interesante encrucijada

Fue en el siglo pasado cuando recorrí por última vez las calles de Lisboa, hasta hoy que he vuelto a esta preciosa ciudad, sede del Velo-city Conference de este año, el mayor congreso de movilidad ciclista del mundo que durante cuatro intensísimos días ha convertido el Parque das Nações en el epicentro mundial de las dos ruedas y los pedales.

Vamos por partes, primero lo laboral: tercera vez que acudo a este evento, organizado por la Federación Europea de Ciclistas a la que asisto en representación de la Red de Ciudades por la Bicicleta y como miembro de la junta de Cities and Regions Network, que vuelve a ponerse en marcha presencial tras unos meses algo parada por el Covid. Una conferencia en la que hacer cada vez más contactos tanto en Europa como fuera del continente, pero principalmente haciendo piña a nivel nacional, con muchas nuevas caras que poco a poco se van uniendo a la movilidad sostenible por todo el país. El grupo de españoles es cada vez más numeroso y heterogéneo, lo cual da pistas de hacia dónde se dirigen nuestras ciudades con gente trabajando desde Barcelona, Valencia, Madrid, Aragón, Navarra, Sevilla, Donosti, Pamplona o Murcia… En esta edición, tras haber expuesto en la anterior celebrada en Dublín, me propusieron moderar un panel de experiencias ciclistas en Kiev, Zagreb, París y Sevilla, cuatro ejemplos del efecto sinergia que se produce cuando las asociaciones de usuarios trabajan mano a mano con las entidades públicas, tanto locales, como regionales o incluso nacionales, una pena que nos quedáramos sin tiempo para la cantidad de preguntas y participación del público que hubo. También es importante poner en valor en un escaparate internacional como este lo que, aunque con retraso, estamos comenzando a realizar en nuestro país. Acudí a todas las demás ponencias que pude, dado que en estos eventos se suelen solapar muchas de ellas y me traje muchas ideas y nuevos amigos. El año que viene nos vemos en Eslovenia, ojalá ya con menos medidas de seguridad sanitaria que en mi opinión han descafeinado algunos momentos, con tanta mascarilla y distancia. Será un buen síntoma.

Por la parte lúdica Lisboa está tal como la recordaba, radiante, luminosa, con sus elegantes nubes y calles empinadas, las fabulosas vistas desde las alturas, su excelente bacalao y vinho verde, rezumando el típico portugués regusto a decadencia (aunque lejos de la que despide Oporto) y con ganas de conocer cada rincón de sus barrios y colinas, algo imposible dada la gran extensión de una ciudad que esta vez pude recorrer con las geniales bicicletas públicas eléctricas del servicio Gira Bike y que se encuentra en una interesante y positiva encrucijada con elecciones a la vuelta de la esquina y un proceso de reforma de su movilidad más que ambicioso.

A favor su clima muy agradable y poco predecible, su buena comida a un precio a veces irrisorio y una gente encantadora y servicial, de esa que te deja el poso de querer volver. Habrá que hacerlo, Lisboa está a tiro de piedra, es cálida y acogedora. Y además me falta montarme en sus famosos tranvías.

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia
Septiembre 2021

París y los sueños infantiles

Tengo cuatrocientas y pico palabras (me temo que esta vez van a ser más) para intentar comprimir lo inabarcable, describir las sensaciones que despierta París en el viajero, los rincones más comunes, las sorpresas menos conocidas y, tras cinco veces en más de veinte años por sus calles, decido que puedo atreverme a probar. Allá vamos.

Partamos de la base de que no es lo mismo viajar solo, en pareja, acompañado de amigos o hacerlo en familia. He estado en la capital de Francia en todos los casos anteriores y además, tanto por trabajo como por placer, que tampoco es lo mismo. Sea de la forma que sea, os cuento hoy aquí la última visita, con mi mujer y mis hijos que, al ser ya casi adolescentes, lo han hecho todo más fácil.

Llegamos pronto, hay un vuelo de Alicante muy temprano, lo cual ayuda a aprovechar el primer día, ese que a veces se atraganta entre maletas, aeropuertos e indecisiones. A patear Montmartre y sus callejuelas de película, vistas de órdago y el Sacre Coeur y la Place du Tertre como epicentros sobrevolando los Grandes Bulevares. La tarde, con guía, fue exprimida desde el Ayuntamiento hasta el Louvre, pasando por Notre Dame, el pont Neuf, el de les Arts, la Rue Rivoli, los preciosos relojes del Museo de Orsay y el otro no menos impactante y con leyenda incluída de la Torre del Reloj en el edificio fortificado de la Conciergerie, que durante la invasión nazi fue centro del alto mando alemán, pelos de punta al imaginar las esvásticas colgando de los balcones, para terminar la marcha en la verde explanada de los Inválidos, coronada con su imponente cúpula dorada, tumba de Napoleón. Luego un paseo en barco nocturno con truco/sugerencia (cena de supermercado con bocatas y vino en una ventana) y reventados al hotel. El peaje necesario de ir a EuroDisney nos tomó un día completo en el que disfrutamos tanto niños como adultos, de montaña rusa en montaña rusa, al parecer algo descafeinado el show por las restricciones Covid.

El tercer día de nuevo paliza, con subida a la Torre Eiffel y caminata al Trocadero, con uno de mis momentos preferidos de esta ciudad: cruzar el Sena en ese metro al aire libre que proporciona quizá las mejores vistas de la gran torre metálica, apareciendo como por arte de magia entre los inconfundibles edificios parisinos. Por la tarde lluvia y comida por las calles del Barrio Latino (Rue de la Harpe especialmente recomendable) y visita obligada a la Saint Chapelle (mi primera vez en tanto tiempo y menudo Stendhalazo, madre mía). La guinda a esa noche la pusimos paseando por la ribera del Sena, disfrutando de una cerveza con el agua a nuestros pies y la hora azul pintando magistralmente las majestuosas vistas. Último día, paseo de despedida desde la Ópera a La Sorbona, pasando por la Madeleine, la Plaza de la Concordia (con su tri-milenario Obelisco), los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo y el de Carrusel y los Jardines de Tullerías, exprimiendo las horas antes de la vuelta, un vuelo nocturno que también ayuda a estirar todo un poco.

En resumen, una de las capitales del mundo, ciudad eterna, que me ha gustado mucho visitar en esta época del año, con días más largos, luces más moldeables, clima más benigno para un español del sur… París es una ciudad sin mar, pero con un barco en su escudo y un lema del que tomar buena nota: “Fluctuat nec mergitur”. A destacar, como siempre, su excelente transporte público, usando constantemente el metro, cercanías y sobre todo las patas que para eso las tenemos, pero echando de menos haber probado una bici, especialmente tras ver cómo la ciudad ha vivido una revolución en su movilidad urbana. Volveré para probarlas, ya había visitado París a pedales hace mucho tiempo y la experiencia no fue del todo satisfactoria, lo que pasa con cualquier ciudad que no se atreve a apostar decididamente por los medios de transporte saludables. Alcadesas valientes, ciudades que evolucionan.

Mi mujer y yo ya éramos unos enamorados de París, ahora mis hijos, que van conociendo poco a poco una pequeña parte de Europa, dicen que es su ciudad preferida e incluso fantasean con venirse aquí a estudiar. ¿Y quién soy yo para cortar sus sueños?

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia
Septiembre 2021

La chispa no animal

Intuyo que vivíamos en cuevas y cazábamos mamuts cuando ya rondaban por nuestras humanas cabezas preguntas de este tipo: ¿Está el destino escrito de antemano o somos parte de un desordenado caos? ¿Nuestras decisiones afectan al futuro o damos vueltas en círculo condenados a un final previsible? ¿Es la libertad, que como don supremo se nos ha entregado, una falacia o nos hace soberanos decidir y con ello cometer errores a conciencia?

Espero no ser el único que miles de años después sigue cavilando en estas discusiones internas (o externas conversación y viandas mediante) que conduciendo a ningún sitio avivan el alma. Las relaciones con lo etéreo, lo divino y la ética pueden convertir nuestros días en algo más que una pasarela de rutinas y actos mecánicos, de quehaceres sin motivo, de porque sí, de instintos y arrepentimientos. La chispa no animal de poder dar pasos premeditados, de rumiar antes de hacer, de valorar y sentir.

Son las vacaciones un buen momento para ello, como para tantas otras cosas, y en éstas me encuentro escribiendo como terapia para gobernarme a mí mismo, como bendita vuelta al cole y morriña de usanza, premio al sopesar con antelación las propias acciones.

Hay cientos de autores que han tratado el libre albedrío (cine, libros, teorías o ensayos) pero hoy me gustaría compartir con vosotros el maravilloso universo al respecto que ha creado Marvel. Joder con Marvel, malditos superhéroes. Qué manera de tejer una trama durante años y conseguir crecerse en cada nueva entrega. Ya sea en cómic, series o películas los guiones rayan a una altura digna de los mejores argumentos que haya visto o leído, metiendo en la ecuación los siempre interesantes viajes en el tiempo. Hemos visto en familia prácticamente todo lo que ha salido y estamos disfrutando en estos momentos de la serie “Loki”, con unos actores principales excepcionales, una trama descomunal y esa siempre presente profundidad metafísica o incluso ético-religiosa con la que no puedo evitar emocionarme.

¿Cuáles son los comportamientos buenos y los malos? ¿Quién lo barema? ¿Hay límites? ¿Cuánto es un poco? ¿Dónde están las fronteras? ¿Cómo se mide lo inefable? ¿Existen entidades todopoderosas o es posible engañarlas?

Pienso demasiado, me temo, aún más en estos momentos en que todo ha saltado por los aires y el continuo vaivén es ahora rutina, coletazos de pandemia, esperemos… ¿servirá de algo entonces cruzar los dedos si nada depende de nosotros?

Menos mal que casi se me han acabado las vacaciones y comenzaré a usar el tiempo en otros menesteres más superficiales aunque, quién sabe, quizá menos reconfortantes y sin haber resuelto aún mis dudas. Aunque por otro lado tal vez sea mejor no resolverlas nunca, alimentando la curiosidad de investigarte por dentro, de conocerte más e intentar ser un poco mejor cada día, aunque no haya nadie observando.

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia
Agosto 2021

¿Son deporte los e-sports?

Cuando una industria crece tanto como para llamar la atención de diferentes actores económicos a distintos estratos y con un alto componente de transversalidad el motivo debe ser importante. Ese algo en los videojuegos es que ya mueven más que el cine y la música. Juntos. Se estima que hay 2.500 millones de vídeo-jugadores en el mundo. Y a estos números que comienzan a retumbar en los tímpanos de productores, inversores y público final (lo más importante), toca una nueva vuelta de tuerca con la proliferación de los deportes electrónicos (e-sports).

Ya a nivel publicitario el sector está ojo avizor con el tema, los “gamers” mueven tanta o más gente y pasta que los deportistas top mundiales. Si las retransmisiones de un equipo de fútbol son de pago, la alternativa digital en Twitch (o cualquier otra plataforma) se come a pasos agigantados el gap que existía entre estos públicos / plataformas que prefieren la gratuidad e inmediatez de una partida en directo del FIFA. Para más información, un chaval de Alhama llamado “The Grefg” rompió el record mundial de audiencia en esta plataforma (que se dice rápido).

La propia publicidad de los estadios se puede adecuar a la audiencia, ya sea en el campo de juego real o el de la Playstation, y no está lejos el momento en que podamos definir personalizadamente qué y cómo se muestra cada anuncio a qué tipo de target publicitario, tal como ya podemos hacer cuando navegamos o nos descargamos una app. Real time biding (RTB), re-marketing, anuncios de display actualizados en tiempo real o cualquier nueva idea de publicidad online que surgirá al compás de estos nuevos sectores de entretenimiento.

Existen ya equipos reales orientándose al online, ligas personalizadas con su calendario, canales de televisión propios, patrocinadores… Incluso se comenta que el Comité Olímpico Internacional está valorando incluirlos en alguna competición real en breve, un paso iniciado cuando aceptaron los “e-sports” como actividad deportiva. Hablando del tema, ya han sido muchas las marcas que proporcionan ropa especializada o pruebas médicas a este tipo de “deportistas” que se ven sometidos por momentos a altos ritmos competitivos.

La pandemia no ha hecho sino acelerar este proceso que pone sobre la mesa muchos interrogantes, mucha información por analizar y, sobre todo, muchas preguntas sin respuesta, principalmente porque sólo conocemos la punta del iceberg de un asunto que, sin duda, va a dar que hablar a muy corto plazo.

En resumen, ¿son deporte los e-sports? Mi respuesta, como persona que evoluciona, ha cambiado en los últimos años. ¿La vuestra?

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia
Julio 2021

Arde Bogotá

Que Murcia está siendo cuna de la mejor música de España no es un secreto desde hace años, no soy tampoco el primero que se lanza a comentar la cantidad de bandas que han surgido en esta zona del país últimamente. Puede que Second iniciara el camino que posteriormente (y a la par en estos días) están recorriendo juntos Viva Suecia, Varry Brava o Funambulista (por poner ejemplos de grupos a los que me gustan y he visto en directo).

La nueva sensación patria se llama Arde Bogotá, un ciclón formado por cuatro chiquillos de Cartagena a los que tuve la suerte de disfrutar el otro día en la Plaza de Toros de la capital, dentro del festival MurciaOn, a los que desde aquí agradezco su apuesta por un cartel que mezcla las grandes estrellas comerciales con otras alternativas musicales como el hiphop o las nuevas y menos conocidas hornadas.

Llegué al concierto con las mismas ganas locas de volver a escuchar música en directo que teníamos todos, pero sin conocer nada al grupo sobre el que ahora estoy escribiendo. Ni una canción. Nada. No quise saber de ellos ni un acorde, sólo las buenas críticas que me habían llegado por diversas fuentes.

Comenzaron con una fuerza tan descomunal que por un momento me trasladó a otros momentos de mi vida musical, influencias por todos lados, pero autenticidad de sobra. Quizá esa sea la clave de la evolución del rock, porque Arde Bogotá es ROCK en mayúsculas. Iba a poner algunas de las referencias que me han venido a la cabeza, pero con cada escucha (que no han sido pocas, debo reconocer) la lista se amplía. Te lo dejo a ti, lector. Oye y disfruta.

Como si de inventar un licor se tratara, la clave de conseguir algo sabroso es destilar los orígenes de tus gustos musicales en el alambique de la creación, consiguiendo un nuevo producto capaz de trasladarte, sólo en pequeñas dosis, a otros lugares y otras épocas. Sin duda Antonio, Jota, Pepe y Dani lo han conseguido, acompañados entre bambalinas por Lalo. Entre todos han alcanzado que la sensación del directo sea acojonante, luego llegas a casa, les escuchas en estudio y siguen a la altura con creces. No es sencillo sonar tan bien dentro y fuera.

Cuánto echábamos de menos en directo estos guitarrazos, la consistencia de la batería, las líneas machaconas del bajo y el vozarrón de un frontman que tiene en todo momento controlado el ritmo del show, concentrados en lo suyo, contundentes, precisos y con estilazo. Frescura y experiencia, valga la paradoja. Se dice pronto, pero qué complicado mezclar todo con semejante eficacia. Parece que la banda lleve tocando toda la vida y sólo tienen veintipocos, el futuro es suyo.

Parafraseando el título de su debut: Actitud les sobra y tienen por delante todo el tiempo del mundo. Que estos tíos van a triunfar lo saben hasta en el exoplaneta 571-/9A.

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia

Junio 2021