El folklore era esto (con perdón)

Llega una edad en la que no molesta reconocer los errores que uno comete. No es que no moleste, es que hasta te sientes bien al hacerlo, te liberas y creces al mismo tiempo. Y no solo de errores crece el hombre, de prejuicios y taras educativo-culturales vamos tan bien servidos que pasar por encima de ellas se convierte en el ciento diez metros vallas de nuestra generación.

Me ha sucedido, más que nada, política, económica, espiritual y musicalmente. Sobre todo en esto último, pues alguien que ha basado una buena parte de su crecimiento personal en la música se cree muchas veces en posesión de la verdad absoluta en este campo. No soy, afortunada o lamentablemente, el único. Lo comento alrededor y sí, asentimos con media sonrisa en la cara, mezcla de autocompasión y madurez, suma de experiencias y capacidad de, por fin, aceptar que vamos bien orientados.

Ya con Rosalía tuve una interesante lucha interior entre lo que sentí al escucharla por primera vez y lo que mi inconsciente pensaba que debía sentir. Duró poco el asalto, el KO de “El mal querer” fue tan demoledor que aún me estoy recuperando. Y cuando pensaba que salía del shock va y aparece “El madrileño” de C. Tangana en mi Spotify. Joder, qué pelotazo. Esto no te puede gustar, no caigas otra vez, no se te ocurra reconocerlo. Pues mira, creo que si no es disco del año poco le debe faltar. Una sucesión de rotundos latigazos aderezados con unos vídeos a la altura de los mejores cortos que he visto, obras maestras en forma de películas en miniatura que maximizan el impacto musical de unas producciones de altísimo nivel. Y como guinda, ese guiño cuádruple que se acaba de sacar de la manga en ese “concierto” con sobremesa cayendo el sol, el mejor giro de cámara que he visto en años y unas versiones de sí mismo retorciendo y fusionando con total desenvoltura un octeto de cuerda con unas palmas flamencas y Bizarre Love Triangle de New Order.

El resto de artistas (ojo a las colaboraciones) no son tontos y se han dejado ligar por Pucho, su estilazo y autenticidad que, a años luz de lo que muchos somos o querríamos ser, nos lleva de la mano a instantes memorables, escenas cotidianas que levitan uniendo el cante con los sintetizadores o la música clásica con una botella de Anís del Mono. Me siento más identificado de lo que me cuesta creer con esos paisajes, esas escenas de la España rural, estos samples de la música tradicional de mi país. El folklore, me perdonen los puristas, era esto. Maravilla eterna.

Igual la música es lo que necesita nuestra sociedad para evitar la continua crispación que nos rodea. Porque una vez que creces y te quitas los prejuicios es imposible no estar de acuerdo en lo maravilloso que es introducirte en el viaje sensorial que un temazo te produce, relativizando, aunque sea por un momento, la caspa en la que algunos se encuentran como pez en el agua y con la que quieren salpicarnos. Si yo me he dejado embaucar por el trap ya todo es posible.

Algunos tenemos fe. Musical o políticamente.

Nacho Tomás
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La Verdad de Murcia

Mayo 2021

Viajar desde Murcia… ¿Misión imposible?

Era febrero de 2016 cuando en estas mismas páginas escribía una de las miles de anécdotas que como viajero de tren habitual entre Murcia y Madrid sufro (o sufría) a menudo en estos trayectos. «Los trenes eternos» puse por título a aquella columna que, mal que me pese, sigue tan vigente como hace un lustro. Que se dice pronto.

Tras el parón de viajes por el Coronavirus, hoy mismo (escribo en marcha) retomo los viajes a la capital de España. Creo que es la primera vez en mi vida que estaba más de un año sin pisar Madrid y, quizá por el olvido al que todos hemos debido someter nuestras experiencias tras la traumática pandemia, no recordaba (o como diría aquel, no quería acordarme) el cuerpo de trapecista que a uno se le queda en estas peripecias. No es esto algo nuevo, claro está, varias décadas de promesas incumplidas, de proyectos sin sentido y de brindis al Sol que dejan a los murcianos en la misma casilla de salida cuando queremos movernos por la península. Atentos.

Para la ida nos han metido en un autobús desde Murcia a Albacete (aun cuando lo comprado era un billete de tren), una escala de media hora en Los Llanos y luego un AVE hasta Atocha. La vuelta, pasado mañana, será en tren de alta velocidad hasta Orihuela, pero claro, sumándole la espera en la vecina ciudad alicantina y el último sprint (puede usted reírse) de acercamiento en Cercanías hasta El Carmen, llegaré a casa casi al mismo tiempo que llegaba antes cruzando La Mancha.

Entiendo, suelo ser fácil de convencer cuando el que me habla tiene argumentos de peso, la dificultad de organizar y vertebrar las comunicaciones en una ciudad, en una región, en un país o en un continente. Por eso me pregunto si los que se sientan a pensar sobre las opciones que hay encima de la mesa son protagonistas luego de las decisiones que ellos mismos toman.

Al igual que en otras tantas facetas de la vida, solo pido un poco de empatía, algo de cariño y mucho conocimiento de causa a cualquier persona que tiene mano en algo, que de sus acciones dependen otras personas. No estamos haciendo bien las cosas cuando la distancia entre los despachos y la calle cada día es más grande.

Pero claro, para pedir soluciones quizá hagan falta personas a la altura y desde luego que, visto lo visto últimamente, de altura política, que en el fondo suele ser el origen y final de todos los males de la ciudadanía, andamos bastante escasos en esta parte del mapa.

Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
Abril de 2021

La era de los hackers

Están siendo tiempos complicados «informáticamente» hablando, continuos casos de ataques a sitios webs oficiales, intentos de phising cada vez más habituales para conseguir los datos de una persona, la mayoría de las veces las claves bancarias o de acceso a una zona privada, infinitos mensajes de spam que recibimos en el correo electrónico cada día, tropecientos perfiles falsos que te solicitan amistad en redes sociales o la última moda de los SMS con un aviso ficticio de entrega de un paquete, aprovechando el tirón del comercio electrónico.

Y todo cada vez mejor ejecutado, incluso los más expertos pueden ser víctimas guiados por la inercia y la confianza del día a día.

Son tiempos complejos, los ejemplos del Servicio Público Estatal de Empleo (SEPE) o de la Consejería de Educación de la Región de Murcia (EDUCARM) no son casos aislados, pero sí posiblemente los más graves o más conocidos, por cercanía quizá, últimamente. Y no faltan razones para ello, se han puesto en peligro los pagos de algunas prestaciones, como los ERTES, o las nóminas de muchos funcionarios, a lo que se suma la problemática de la protección de datos, pues se han hecho públicas algunas informaciones confidenciales.

Pero esto no sólo afecta al sector público, no hay semana que no salte la noticia de un hackeo a escala mundial con todo tipo de daños, tanto a las empresas que los sufren como a sus propios clientes, víctimas colaterales de unos ataques que, según me confirma un amigo informático, suelen ser realizados de manera aleatoria y rutinaria continuamente por parte de programas (robots) hasta que se encuentra un fallo de seguridad real y toma el mando una persona bien humana que se encarga de sacar petróleo al asunto. En la agencia estamos últimamente recibiendo continuos ataques a las webs de los clientes, muchos más que nunca en nuestros diez años de existencia, que intentamos frenar (por ahora con éxito, cruzo los dedos) con una continua actualización de todos los sistemas, copias de seguridad y una persona dedicada full time a ello.

Por ello recomiendo nunca bajar la guardia, cambiar de clave continuamente, usar la autentificación en dos pasos, guardar copias de seguridad en varios lugares diferentes, tener todo actualizado y usar programas originales tanto en el pc como en el móvil, una de las puertas de entrada más habituales para malware, hackers y todo tipo de basura.

¿Quién nos iba a decir hace unos años que una de las mayores preocupaciones a las que nos íbamos a ver expuestos serían los ataques informáticos? Todos estos fraudes arriba enumerados están cada vez mejor disfrazados y ejecutados, por lo que además de estar preparado, se debe estar atento y con los equipos listos para la continua mejora y reajuste.

Durante la pandemia hemos sacado lo mejor y lo peor del mundo online. Como de otras tantas cosas.

El ser humano siendo fiel a sí mismo, en las duras y en las maduras. Qué novedad.

Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
Marzo de 2021

Temperatura relativa

Los cuerpos, como superficies que son, reciben continuos impactos que moldean su estado, varían su composición y alteran su temperatura. Las llaves, por ejemplo, al sacarlas del bolsillo en verano tienen un tacto totalmente diferente al que reciben de ellas tus dedos en pleno invierno. Las llaves son las mismas, tus dedos también. ¿O no? El plano atmosférico modifica lo inerte y lo vivo, lo blando y lo duro, el continente y el contenido. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuánto?

Un algo invisible, intocable e inodoro (la mayoría de las veces) atravesando sin mayor complicación los átomos que componen las aparentes superficies sólidas que forman tu cuerpo. Unos átomos que ya existían cuando hace cuatro mil quinientos millones de años se formó la Tierra. Y tú pensando que eras único.

Mi abuela decía que sabía que iba a llover cuando le dolían las manos, hay quién se deprime cuando está nublado y otros prefieren el poso romántico que provoca la lluvia. El clima modificándonos. Por dentro y por fuera. Y de manera diferente a unos y a otros. Porque si lo piensas, como si de algo físico se tratara, moldea nuestros actos en desigual intensidad y sentido. Personalmente no hay día que no me levante destemplado, de frío o de calor y con esa sensación personal traslado a mis hijos el clima que intuyo me espera al subir la persiana y abrir la venta cada mañana. El previsible estado de ánimo. Chicos, hoy hace frío, abrigaos bien para ir al cole. Y luego nada, calor. O eso dicen ellos, aunque sus cuerpos, con las hormonas de parranda, casi siempre están orientados en dirección contraria a la mía si hablamos de grados.

La temperatura es relativa y sus afectaciones también, las sensaciones nunca son completas, consistentes o unívocas, se nutren de las anteriores y de paso van formando las que vendrán, construyendo lo que fuiste, eres y serás. Cuidarlas, entenderlas, sentirlas, vivirlas y aceptarlas, pero al mismo tiempo intentar controlarlas, haciéndolas más enteras y menos viscosas. Como barro en las manos del alfarero, sintiéndote por ello poderoso, como pequeña muestra quizá de un súper-poder a tu alcance, como al sentir frío te tapas o al tener calor buscas la sombra, no para evitarlos sino para regocijarte en la aceptación.

Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
Marzo de 2021

El futuro del Infante Juan Manuel

Leo por ahí que los españoles están gastando más que nunca en reformar sus casas, en adecentar sus balcones, en cuidar los espacios en que por obligación o placer pasan la mayoría del tiempo de sus vidas. La vida en tu casa, saltando un escalón, se convierte en la vida en tu barrio y en esta pandemia hemos pasado más horas que nunca tanto en nuestras casas como en nuestros barrios. Toca cuidarlos.

No es la primera que hablo de las ventajas de este tipo de aglomeraciones urbanas, cuando volví de Madrid lo tuve claro: mi barrio de niño sería mi barrio de viejo. Por eso agradezco haber sido invitado por el Ayuntamiento de Murcia y la Junta de Distrito al proyecto participativo Conexión Sur y estas fueron las aportaciones que realicé como ciudadano implicado para mejorar el mío, el Infante Juan Manuel.

Comienzo por el forzoso (y no siempre tenido en cuenta) protagonismo de los niños, tenemos que cuidarles ofreciéndoles servicios de calidad para que sigan aquí en el futuro: bibliotecas, sala de estudio, más instalaciones deportivas y lúdicas para adolescentes… Nuestro barrio tiene 13.000 habitantes, casi una ciudad mediana, un sitio perfecto para nacer y vivir aquí.

Continúo sugiriendo reforzar la permeabilidad del barrio con el resto de la ciudad, especialmente a nivel movilidad, lo cual implica la necesaria mejora del transporte público, la ampliación del Tranvía al Carmen y la pasarela peatonal de conexión con la zona de Cruz Roja. Ya hay en la vida suficientes “muros” físicos naturales como para inventarnos otros nuevos artificiales.

Tema vital también es la importancia del comercio de cercanía, cuyos clientes van a comprar andando, no en coche (para eso están los centros comerciales). Me parece que a menudo somos un barrio-parking para gente que no vive ni consume aquí, puede ser buena idea ampliar las plazas de rotación y crear nuevos espacios para residentes que realmente las necesiten. El resto convertidos en zonas verdes, de juegos o carriles bici.

Hablando de carriles bici, que estén segregados del tráfico a motor y conectados con el resto de la ciudad, habilitar aparcamientos seguros de bicicletas dentro de los centros educativos y los espacios de trabajo, tanto públicos como privados. Valentía con alguna peatonalización de calles pequeñas y mucho más control de la velocidad en las grandes avenidas, son mini autopistas urbanas que algún día van a provocar una desgracia.

Y para terminar, ampliando un poco el foco desde mi núcleo concreto a un nivel más general de todos los barrios del sur (Barrio del Carmen, Barriomar, Nonduermas, Patiño, Barrio del Progreso, Santiago el Mayor, San Pío X y Ronda Sur) y especialmente tras la futura liberación de una enorme cantidad de espacio tras el soterramiento de las vías del tren, la ciudad tiene la responsabilidad (y casi la obligación) de devolver el tiempo perdido a esta zona, en algunas partes especialmente deprimida tanto social como económicamente.

Además, se están poniendo sobre la mesa un amplio abanico de nuevas posibilidades económicas en las que la ciudad, la comunidad, el país e incluso el continente pueden ayudarnos. Y nosotros a ellos. Hagamos fuerza de barrio para globalizar desde lo pequeño. En el fondo todos somos uno.

Sobre el papel parece fácil, solo hacen falta políticos valientes, ciudadanos implicados y ganas conjuntas de afrontar las actuaciones centradas en el bien común, aprendiendo de los errores pasados e intentando no cometerlos una y otra vez en el futuro.

Que los errores sean nuevos, igual hasta nos gustan.

Nacho Tomás
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25 Febrero de 2021

Nostalgia de lo auténtico

Es febrero en Murcia y el sol ya pica. No es algo nuevo por aquí. Lo diferente esta vez es otra cosa. La primavera se abre paso, con dos meses de adelanto y paso firme, tras una nueva vuelta al Sol, como siempre. Los cambios de estación provocan melancolía.

En estos días de funambulismo echamos de menos más que nunca, saltando de liana en liana, evitando por centímetros darnos de morros contra el suelo a lo trapecista. Lo que teníamos y no valorábamos. Música que suena distinta, películas lucen raro, lecturas que acompañan un poco menos, rodeados de un continuo ensayo general, una frialdad contagiosa, un estado catatónico. Un desasosiego constante observando el entorno a través un muro de metacrilato, esta morriña perpetua, la sensación de haber vuelto a la casilla de salida, de vivir en una fase beta siempre a punto de relanzarse, pero no.

Nostalgia de improvisar una cena romántica con tu mujer sin tener que hacer imposibles malabares, que tus hijos jueguen a lo burro con otros niños, de abrazar a tus padres y hermanos, cantar a voz en grito mientras suena tu canción preferida en un bar abarrotado, buscar un hueco a codazos en la barra con tus amigos, compartir con un desconocido un mini de cerveza en un concierto, ayudar a llevar las maletas a un abuelete en el aeropuerto, dar la mano a un cliente tras cerrar un trato, cruzar la línea de meta y abrazarte empapado en sudor al que te acaba de ganar por un segundo, un café al sol en una terraza abarrotada.

Nimiedades hace un año, reveladas ahora como lo único importante de nuestras vidas. Ojalá cuando volvamos a poder disfrutarlas sepamos valorarlas, porque capaces somos de darlas por sentado de nuevo cuando esto pase, que pasará, y entonces sí que nos mereceremos su pérdida. Su robo, su arrebato, porque esta vez ha sido a mano armada y con premeditación.

No sé si por haber estrenado gafas de cerca, pero intuyo que no hay medicina para este amago de depresión, para este inicio (o final, a saber) de la midlife crisis, lo auténtico volverá sólo cuando podamos volver a juntarnos, el ser humano es humano por eso, por relacionarnos, socializar, tocarnos, por eso que no vale nada, pero nos lo devuelve todo. Por eso que ahora nos falta.

Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia
Febrero de 2021

Los empresarios y la pandemia

La semana pasada escribía en esta misma sección la importancia de la empatía, de ponernos en la piel del otro antes de denigrar un comportamiento, de afear una conducta, de criticar un gesto. Lo intento hacer a menudo, aunque debo reconocer que no lo consigo tanto como me gustaría. Los empresarios lo estamos pasando mal en esta pandemia, como todo el mundo, no creo que a nadie se le escape, no somos ni mejores ni peores que los demás, igual de sufridores, igual de tocados, igual de jodidos porque estamos ahí, en las duras y en las maduras, generando trabajo, recibiendo palos. Ganamos dinero, sí, pero otras veces tiramos de ahorros personales para mantener la empresa en marcha.

En mi sector afortunadamente podemos llorar por un ojo, ya son muchos meses de teletrabajo al cien por cien (pues tenemos la suerte de poder permitírnoslo) pero en otros sectores el desastre ha sido extremo al pasar a cero de facturación de la noche a la mañana y sufrir daños colaterales para todos: principalmente empleados y proveedores, con permiso de los clientes. Algo que no aguanta ningún riñón. En la agencia íbamos a comenzar de nuevo las reuniones presenciales este año, pero hemos decidido aplazarlo una vez más, con los problemas que ello supone a nivel equipo, comunicación interna y productividad, asimilando nuevos procesos y cambios continuos que consumen muchas horas de trabajo, sueño y cansancio. Porque (aunque nosotros hemos aumentado la facturación y las nóminas) lo que ha pasado es tan loco, tan montaña rusa, que ni en el mejor MBA del mundo nos podrían haber formado para este desquiciante día a día: en un trimestre cae la facturación un 20%, en el siguiente aumenta un 30%, unos recortan la publicidad, otros la incrementan, baja la rentabilidad, hay nervios en todo momento, aumentos o ajustes a la baja de plantillas que no siempre son acertados y, en resumen, un sinfín de decisiones en estos momentos de incertidumbre total y de nunca saber si están mal o bien tomadas, preocupado continuamente por la salud empresarial de tus clientes, que en el fondo es la salud de tu propia empresa y de todas las personas y familias que esto implica.

Y todo ello incluido en el sueldo, no vayan a pensar que esto es una queja, cuando nos va bien soy el primero que presume, ahora solo pido eso, un poco de empatía para los pequeños empresarios, que están haciendo malabarismos como nunca antes se había visto para mantener a flote sus negocios, sus empleados y, por qué no reconocerlo, sus merecidos sueños.

Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia

Enero 2021