El negocio del deporte.

Es de sobra conocido que las grandes empresas mundiales marcan el camino en cuanto al marketing se refiere. En cada momento de nuestra historia reciente han sido ellas las que han seguido, o a veces incluso generado, las modas de turno. Algunas pasajeras, otras para quedarse. Algunas interesantes, otra mejor olvidarlas.

Personalmente me parece muy interesante analizar cómo varía el denominador común con el paso del tiempo, sólo tienes que echar un vistazo a YouTube cada cierto tiempo o tirar de recuerdos mentales para hacerte una imagen concreta de la evolución mencionada.

Una de las modas actuales, bendita sea, es el deporte. Y todas las marcas con un mínimo de empatía social, ganas de hacerlo bien y con los ojos abiertos al mercado están metidas en el ajo. Tienen claro que el deporte mueve dinero. Mucho dinero. Y no me refiero a las superestrellas de fútbol, baloncesto o tenis; las carreras populares se han disparado y con ello la pasta que generan y reparten. Cualquier competición local tiene muchos más participantes ahora que hace sólo unos años y las empresas de cada ciudad también quieren sacar su lógica tajada. Las hay coherentes con su estrategia de marketing y también las hay que hacen el más espantoso ridículo.

A nivel personal he vivido en carnes propias el tema del que hablo. Hace ya casi tres años coordiné a un grupo de tuiteros corredores que se unieron para cruzar la meta del Maratón de Nueva York, un proyecto ilusionante para los más de 50 participantes y atrayente para empresas patrocinadoras, que también fueron muchas. Conseguimos un retorno inimaginable para aquellas que apostaron por echar una mano al viaje apoyando aquella locura. Acabaron tan satisfechas con la repercusión conseguida (incluso reseñas a nivel nacional en el Marca y Antena3, a lo que sumamos un alcance desorbitado en Twitter, donde superamos 1 millón de impactos y 615.000 usuarios únicos la semana de la competición) que al año siguiente repetimos con el Maratón de Berlín. Momento auto bombo: desde mi agencia (N7) gestionamos la comunicación y los patrocinios.

Lástima que luego me rompí el menisco y tuvimos que parar el proyecto de las maratones temporalmente, mi cuerpo no está para largas tiradas corriendo, pero no quedó parado el tema, puesto que como directivo entiendo imprescindible seguir apostando, si no puede ser como receptor será como «entregador», involucrando a mi empresa en aquellos proyectos deportivos que merecen la pena patrocinar.

Y cómo no, la mayoría de ellos están relacionados con el triatlón, deporte en el que además estoy federado junto a cerca de otras 30.000 personas en España, número que se ha duplicado en los últimos 8 años, según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD).

Un negocio que funciona de modo circular entre empresas, marcas y deportistas, sin dejar de lado a federaciones, clubes e incluso ayuntamientos. La retroalimentación entre todos está dirigiendo el sector hacia un éxito rotundo: genera trabajo, genera dinero, genera diversión y genera salud. ¿Hay algo más redondo? Quizá sí, un balón de fútbol, pero en esa industria va a ser difícil que metas la cabeza si eres una empresa, una marca o un deportista.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 9 de Agosto de 2017

Bendito Tour de Francia.

«Elige: O dormir la siesta o ver el Tour de Francia, callado y sin moverte, Nacho.»

Las sobremesas de los veranos de mi niñez solían comenzar así. Calor abrasante, sudor pegajoso y ciclismo en la tele. Lo que había comenzado como una obligación se convirtió en una pasión y no ha habido año desde mi más tierna infancia que no haya seguido la Grande Boucle. Esperar a que algún «mayor» trajera el periódico con el listado de dorsales definitivo, preparar con celo las chapas con nombre, número y los mejores dibujos que he hecho en mi vida: los maillots de los equipos. Y entre todos destacaba el mitiquísimo azul, rosa y amarillo del Z.

Estar de campamento y seguir los finales de etapa por la radio escuchando a Javier Ares narrando encarnizado la espeluznante caída de Djamolidine Abdoujaparov, tras chocar contra un soporte en la meta de los Campos Elíseos. Otra inolvidable voz, esta vez televisiva, era la de Pedro González, imposible no sonreír recordando cómo llamaba repetidamente imbécil a aquel estúpido aficionado que tiró en plena subida a Giuseppe Guerini cuando intentaba hacer una foto en mitad de la carretera. Aunque para despistes y tragedias la que provocó aquel gendarme en un sprint final, derribando a Laurent Jalabert y haciéndole perder varios dientes. Su cara ensangrentada sentado en el asfalto mirando al infinito es parte de la historia.

El Tour de Francia es Jan Ullrich como eterno segundón. Johnny Hoogerland arrollado por un coche despistado en mitad de una etapa, dejándole el culotte y la pierna destrozados. La elegancia de Marco Pantani subiendo Alpe D’Huez como si de un entrenamiento se tratara. La dramática tristeza de Richard Virenque (y sus inseparables lunares rojos) reconociendo que iba dopado hasta las cejas. La muerte de Fabio Casartelli en directo. Las innumerables caídas tontas del simpático Alex Zülle, que no veía tres en un burro. La suerte (mala) de Joseba Beloki cayendo cuando se le cruza la rueda delantera y (buena) de Lance Armstrong evitándole y atravesando con maestría un terraplén. Dios salve al helicóptero que magistralmente grabó el momento. Los fabulosos piques de Laurent Fignon y Greg Lemond. El perenne calvo Bjarne Rijs subiendo como una moto, con unos actualmente irrisorios acoples en su bicicleta. La impotencia de Gianni Bugno y Claudio Chiappucci chocando año tras año contra un muro llamado Miguel Induráin. Lo mal que olían los recitales de Lance Armstrong y su equipo. Las sobradas de Mark Cavendish o Fabian Cancellara. El monumental despiste de Perico Delgado llegando tarde a la salida de la primera etapa y sus hachazos (vestido de Reynolds) para intentar la remontada. Chris Froome corriendo sin bicicleta. Las diferentes formas de entender el ciclismo del espectacular Peter Sagan o el icónico Mario Cipollini. Alejandro Valverde estampándose contra una valla y rompiéndose la rótula.

Un año más, comienza el Tour de Francia, imprescindible en las tardes de Julio de mi vida, en las que sigo sin dormir la siesta pidiendo a mis hijos estar callados y sin moverse. Bendito sea.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 5 de Julio de 2017

La otra Copa del Rey.

No tengo ni idea de cómo va la Copa del Rey de fútbol este año. Ni el anterior. Ni seguro que el siguiente. He buscado en Google y la sorpresa ha sido mayúscula cuando descubro al Alavés en la final contra el Barça. Orive, chulo, estarás contento.

Pues queridos lectores, tengo el placer de informaros que otra Copa del Rey se compitió este fin de semana. Y queridos lectores murcianos, además en Águilas. La Copa del Rey de Triatlón. Un espectáculo deportivo y visual que reunió a casi 3.000 deportistas y sus correspondientes acompañantes a las orillas del Mediterráneo, en el mismo fatídico día que una conductora drogada, borracha y reincidente mató a dos compañeros en una carretera de Valencia. Mano dura, jueces, nos están matando en mientras disfrutamos de nuestro deporte favorito.

Volviendo al campeonato, a última hora el director técnico de mi nuevo equipo, el Club Triatlón Murcia, decide ponerme en el primer equipo de la categoría Open. Toca darlo todo junto a cinco compañeros. Este tipo de pruebas son una contrarreloj por equipos en la que salen los seis triatletas de cada escuadra, con un minuto de diferencia entre ellos, juntos a nadar. Luego toca la bicicleta unidos y para terminar deben correr también sin separarse, contabilizando como tiempo oficial el momento en el que el cuarto componente cruza la meta.

Nos tiramos puntualmente al agua tras unos gritos de ánimo en conjunto. Los 750 metros a nado son suaves, intentando mantenernos unidos, cosa más fácil de decir que de hacer. Adelantamos al equipo de delante pero nos pilla el de detrás, formando un pequeño tapón en la entrada a los boxes. La transición es torpe, mea culpa, toca salir escopetado a comerse los 20 kilómetros de carretera dando pedales. De repente sucede algo imprevisto, un malentendido provoca que nos quedemos cinco unidades, qué rabia. Vamos dándonos relevos a casi 40 km/h y nos marcamos una bicicleta rapidísima en la que adelantamos bastante. Pero la segunda transición vuelve a ser más lenta de lo que debería y perdemos algunas posiciones. Toca colgar la bici y salir zumbando a por los últimos 5k a pata. Este último tramo se me atraganta al inicio, voy muy falto de entrenamiento en los últimos meses y me pasa factura… Veo cómo se alejan mis compañeros y por un momento pienso en retirarme. Pero bueno, pienso, son cuatro y el tiempo que cuenta es el del cuarto, así que tampoco es nada grave. Pero no, poco a poco entro en calor, soy un diesel puro, y con ayuda de sus empujones conseguimos unificar ritmos. Finalmente es otra unidad la que sufre para no quedarse pero decidimos que ya nos da igual perder unos segundos si eso supone entrar todos juntos a meta. La foto es la foto.

La sorpresa viene después, al consultar las clasificaciones en la app oficial de la Federación Española de Triatlón: ¡Hemos quedado novenos de España en la Categoría Open!

Increíble manera de comenzar la temporada y lucir por primera vez este precioso color rojo de mi nuevo club, que ha triunfado también en el resto de categorías de esta inolvidable Copa del Rey 2017.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 10 de Mayo de 2017

En un solo segundo.

Hoy hace tres semanas. Un despiste tonto. Un momento de distracción mientras hablaba con un compañero. Coger el bidón de agua. Evitar un bache de la carretera. Rozarme con la rueda de delante. Perder el control de la bicicleta e irme directo al bordillo. Casco roto. Bici rota. Inconsciencia.

Recuerdo perfectamente la pedalada a partir de la que ya no era dueño de la situación, ese instante en el que piensas: «Nacho, te la vas a dar.» Y te la das. Otras muchas veces te salvas in extremis y con el corazón a mil por hora retomas el ritmo, respiras hondo y consigues continuar. Pero esta vez no. Esta vez todo se puso negro hasta que vi las botas azules de Quique. Pregunto por él, sólo tiene unos rasguños. Menos mal. Me duele la cabeza. No coordino bien. Vuelvo a indagar. No hay sangre. ¿Y mi bici?

Dicen que estuve metido en un bucle de preguntas un buen rato. Para mí son solo unos segundos, pero me cuentan que la ambulancia tardó bastante en llegar. Momentos turbios. No sé bien qué ha sucedido. Todo pasa siempre tan rápido. Trozos negros. Miedo a lo desconocido. Ahora el dolor crece sobre todo el hombro derecho y la pierna izquierda. Quizá me he roto la clavícula y el fémur. Ganas de vomitar. Escupo al suelo. No puedo ni levantar la cabeza. Me tranquilizan entre todos. Mil gracias.

Mi hermano Pablo me acompaña al hospital mientras suenan las sirenas. Destino caprichoso. Paso por la puerta de mi casa y pienso en que quizá se despierten sobresaltados escuchándome sin saber que soy yo el que va dentro. Me mareo. Una bolsa. Llegamos al Hospital y se hace la luz. Milagrosamente me recupero al contacto con los médicos, las enfermeras y el resto del personal. Son ángeles. Verdaderos ángeles. Me tranquilizan. Varias placas. Un scanner cerebral. No hay lesiones de gravedad. Todo parece muscular. En ese momento ni me imagino las tres semanas que me vienen por delante.

Lola, una abuela de 90 años me alegra la estancia en urgencias. Era carnicera. Qué larga es la vida, dice. Era feliz. Ella sí está mal. Injusticias.

Hoy hace tres semanas y sigue doliéndome. Se van yendo los moratones que aparecieron despacio. Voy dopado de calmantes para aguantar los rampazos nerviosos que todavía suben desde el cuello a la mandíbula o bajan desde los hombros a la espalda. Pero continúo trabajando. A veces pienso que no sé hacer otra cosa. Desde casa o con viajes. Las bajas de los autónomos duran horas. El día después de la caída me moría por volver a entrenar. Ya tengo la bici arreglada y el casco nuevo.

Hoy hace tres semanas y sigo sin hacer nada de deporte. Nada de nada. Y lo más curioso de todo es que no tengo ningunas ganas. Doctor, ¿es grave?

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 25 de Enero de 2017

 

Los deportistas cabezones.

Decía Murakami que en su tumba pondrá «At least he never walked.» Maldita frase que me martilleó la cabeza continuamente durante el Maratón de Valencia del pasado domingo.

El objetivo antes de la salida era en principio asequible: marcar un ritmo continuo hasta la mitad y apretar un poco de manera gradual más adelante. Pero nada salió según lo previsto. En un maratón todo tiene que funcionar perfectamente, un pequeño error te pasa una factura probablemente impagable. Son muchos kilómetros y el simple roce de la camiseta, por ejemplo, te puede provocar una incómoda herida.

Maraton de Valencia 2016 - Nacho Tomás

Pues no uno, cometí varios que al final se convirtieron en un mundo. El primero fue no llegar a la fecha con los deberes deportivos del todo hechos, me faltaron dos tiradas largas, tal como había hecho en mis anteriores maratones. El segundo fue no darle importancia a la lesión de menisco que arrastro desde hace meses, para proteger esa rodilla izquierda he tenido que cambiar un poco la técnica de carrera, provocando la aparición de otras nuevas molestias en el tobillo derecho. Y el tercero y quizá en esta ocasión determinante, fue que me equivoqué eligiendo zapatillas. De todo se aprende, aunque me cueste perder un par de uñas.

Doce veces, doce, tuve que parar a andar. Doce veces desde el kilómetro 25. Sufriendo con continuos dolores en la rodilla, tobillo y pensando en retirarme. Y con otros 17 kilómetros por delante. Menos mal que tenía al lado a Marcos, quién si no, tirando y agonizando conmigo. Marcos, que el año pasado en Berlín corrió los 42km en unas estratosféricas 2 horas y 37 minutos, decidió ir a mi lado esta vez. Pero no se imaginaba lo duro que iba a ser. Pararse y arrancar tantas veces. Andar durante tantos minutos destroza a cualquiera. Eso sí, curte un huevo. Menos mal que encontré un ibuprofeno en una ambulancia. Haruki, esta te la guardo.

Por el lado bueno, se trata de un recorrido precioso que discurre por muchas emblemáticas calles de la capital del Turia y con una afición y organización que no tiene nada que envidiar a las de las grandes maratones internacionales. Mención especial a los últimos dos kilómetros, absolutamente abarrotados de gente formando un pasillo y animándote como si fueras un ciclista profesional subiendo el Tourmalet. Para siempre recordaré una niña en silla de ruedas que gritó un «¡Vamos Nacho!» que me atravesó de lado a lado.

Nacho Tomás - Medalla Maraton NYC 2014 Berlin 2015 Valencia 2017

Aún con todo lo sucedido puedo decir que al final ganamos nuestra pelea con la prueba añadiendo un tercer maratón a la saca. El tiempo empleado, 3 horas y 44 minutos, se queda muy lejos de mi record personal. De todos modos la medalla de finisher cuelga, junto a la de Nueva York 2014 y Berlín 2015, en la pared de mi despacho. Pero esta vez ha sido diferente. Me la he ganado por cabezón, no por deportista.

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 23 de Noviembre de 2016

Triatlon de Agramón 2016

Si tuviera que poner un titular a la competición de este año en la Sierra de los Donceles no habría duda: «El año de las transiciones». Para un casi veterano como yo (rondando los 40 años) empieza a ser complicado mantener los altos ritmos en los triatlones cortos como este, el mítico Sprint de Agramón, así que me toca mejorar en los «tiempos muertos». Otra forma de mejorar como triatleta completo.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Por quinto año consecutivo, que se dice pronto, la tarde del primer sábado de Agosto me dispongo a nadar a la orilla del Pantano de Camarillas. El primer sector suele ser bueno para mí y este año me veo especialmente fuerte, he nadado bien en piscina y he mejorado bastante, por ello pido a Bubi, compañero del equipo, que me deje seguir sus pies hasta que reviente. Si no eres nadador habitual, no te imaginas lo que se ahorra yendo a rebufo en el agua.

 

Dicho y hecho, me lanzo como un poseso cuando suena la bocina y comienzan los problemas. Se me ha ido totalmente la mano, haciendo los primeros 200m a un ritmo de 1:25 según mi Garmin, fuera de punto sin duda. Y recibiendo golpes por todos lados, impidiendo que respire en las brazadas. Me ahogo. Antes de la primera boya tengo que nadar a braza, el agobio de ir en cabeza y bajar el ritmo supone que te van adelantando sin parar los que vienen detrás. Me ahogo.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Perdí los pies de Bubi hace mucho, voy de nuevo solo y tengo que echarme a un lado, me cuesta respirar por la cantidad de gente que me sobrepasa. Me ahogo. Momentos de angustia como nunca había tenido en este sector, tanto que al llegar al primer giro tengo que sujetarme a la red que rodea la boya para no ahogarme. Me ahogo. Nado a braza un buen rato, bajo mucho el ritmo y me ladeo para no molestar y que me molesten.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Alguien me sigue de cerca, tocándome los pies sin parar y sin querer me vuelve a desconcentrar, tanto que me cuesta de nuevo respirar. Me ahogo. Joder, voy a retirarme. Qué suplicio. Me paro. Nado a braza, a espalda. Cojo aire. Siguiente boya. Enfoco la meta y por fin se pasa el agobio al ir de nuevo sólo. Respiro. Aprieto un poco incluso al final y salgo del agua más entero de lo que parecía hace unos minutos. El ritmo de este sector sale a 1:39 el 100. No esta mal.

Triatlon de Agramon 2016 - Nacho Tomás

La primera transición la hago a toda velocidad, me he propuesto mejorar en estos momentos, como decía arriba es complicado subir mucho los ritmos de bici y carrera a pie, soy más diesel y estas distancias cortas se me pegan. Sobretodo viendo la cantidad de chiquillos (sub23, juveniles o cadetes) que me pasan como aviones. Adelanto mucha gente antes de coger la bici y otro buen montón durante la primera subida. Al final he recortado casi 1 minuto el tiempo de la transición del año pasado.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

El sector a dos ruedas se me pasa rápido, he mejorado mucho en los últimos meses y solo me adelantan dos o tres misiles. Un mal recuerdo tengo aquí de un triatleta que fue a mi rueda prácticamente todo el recorrido, algo prohibido en este triatlon no-drafting, pero allá cada uno.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Aprieto constantemente y aprovecho las zonas de viento a favor, conozco el circuito perfectamente y eso me ayuda a trazar mejor que otros. En la zona de subida hacia Hellín me cruzo con los primeros. En la zona de bajada con los que van detrás. Me encantan estos momentos. Ánimos entre unos y otros. Equipo. Una buena media de 34km/h dado el perfil escarpado del sector. ¡Bien!

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Hago la segunda transición muy bien, he practicado el saltar de la bici en marcha y recorto otros 30 segundos al tiempo del año pasado. ¡Bien!

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Salgo a correr confiado aunque noto el dolor de siempre en la rodilla, el maldito menisco vuelve a asomarse. Además parece que tengo una piedra en la zapatilla que luego resulta ser un pequeño cristal que me hace un corte importante al no llevar calcetines. Gajes del oficio.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

No consigo aumentar la velocidad a pata, tampoco es que haya entrenado mucho este sector, y llevo meses sin hacer series en condiciones. Todo resta. Pero el pueblo sigue aquí, menudos ánimos. ¿El mejor ambiente de España?

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Me cuesta horrores bajar de 4:00, hasta que me cruzo con Sergio Sáez y Joel que me dicen: «Abuelo, vamos a por ti.» Esto me da alas y hago el mejor kilómetro a 3:58, con miedo a que me pillen aunque es un espejismo, al final les meto casi 3 minutos en meta. En carrera las distancias son complicadas.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Cruzo la meta serio, veo a mi familia. Mi hijo me dice que es la primera vez que no estoy feliz en carrera, no he sonreido. Pero sí sonrío. Y mucho. Sobretodo cuando veo a Pablo.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

La verdad es que me he exprimido. Reduzco más de 1 minuto la marca del año pasado. Y casi 20 minutos menos que mi primera vez, 5 años atrás.

Estos son los tiempos oficiales: (Link)

  • Natación 750m – Tiempo: 0:12:41 – Posición: 53
  • Bicicleta 20km – Tiempo: 0:35:50 – Posición: 44
  • Carrera a pie 5km – Tiempo: 0:20:57 – Posición: 69
  • Tiempo total: 1:14:19 – Posición: 52 de 276

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

Los momentos post-carrera, como siempre, son los mejores. Amigos, compañeros, familia. Insuperable. Ahora a cuidar la rodilla, la tengo inflamada desde que acabé.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

He seleccionado las mejores fotos en bici, esas en las que no se me ven los michelines. Como bien dijo el mítico Carlos Triatlon, si este año he ido tan bien cuando me quite los 5 kilos que me sobran voy a volar.

Nacho Tomás - Triatlon Agramon 2016

No tengo claro cómo afrontaré los siguientes retos: Half Ironman de Cabo de Gata, Maratón de Valencia y Ironman de Vitoria 2017. El tiempo dirá. Yo pondré todo de mi parte. ¿Quién no iba a hacerlo con estos trofeos que me esperan en meta?

 

 

Crónica del EcoReto de Ecomensajeros

Juanan es un tío guapo. Pero no guapo normal, no. Es guapo de cojones. Tiene unos ojos azules que debieron enloquecer a Ceci, su chica que, preñadísima, nos acompañó en el reto que Carlos, de Ecomensajeros, organizó para nosotros. Y se marcó estas fotos, menuda artista estás hecha.

EcoRetoNachoTomas - Ecomensajeros - Nacho Tomás (2) EcoRetoNachoTomas - Ecomensajeros - Nacho Tomás (3) EcoRetoNachoTomas - Ecomensajeros - Nacho Tomás (8) EcoRetoNachoTomas - Ecomensajeros - Nacho Tomás (9)El lunes 13 de Junio a las cinco de la tarde hace calor, unos 39ºC según los termómetros del Barrio del Carmen, el lugar donde los mensajeros en bici más simpáticos del país realizan su trabajo diario. En cuanto llego y veo el porte de mi rival sé que me han engañado como a un chino. Este tío está fino. Está fuerte.

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Salimos hacia Los Ramos charlando, me cuenta en qué consiste su trabajo, se pasa el día encima de la bici repartiendo paquetes y cartas por la ciudad. Hace calor, mucho, aunque lo peor es el viento que nos golpea de lleno en cuanto giramos a la derecha en el cruce del Cabezo de la Plata.

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Esta zona es como el desierto de Atacama (nunca he estado pero me ha venido a la cabeza), mira las fotos. ¿Sí?

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Hablamos de más cosas, me cae bien Juanan. La carretera se empina y las cuestas del puerto se me están pegando. Le pregunto si lleva pulso y me dice que 160. Yo estoy a 170, una burrada para un entrenamiento.

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Ahonda mi miedo cuando afirma que lo suyo es subir. No me extraña, pesa sesenta y pocos kilos. Y menudas patas, muchacho. Me lleva frito.

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A la cima del Cabezo de la Plata me ha sacado casi un minuto. Llego al PM destrozado, menos mal que ha parado a beber agua y comer algo, se me abren los cielos. Bebo algo fresco que nos dan desde el coche de apoyo, mis bidones parecen agua para infusión, si llevara un saquito de té se hace seguro.

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Comenzamos la bajada y la bici me hace extraños, llevo demasiado perfil en ambas ruedas para este día de aire. Tengo que aflojar. Aún así en el llano de La Tercia me acoplo y recupero el tiempo perdido. Este terreno es el mío, aquí los kilos ayudan. Le espero para compensar. Juanan, vamos empate.

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La subida al Garruchal es dura pero el viento a favor ahora acompaña, alcanzamos la cima juntos y volvemos a parar a hidratarnos. Ahora sí que pica el sol. Somos lagartijas. Hablamos de culebras. Hablamos del secarral que vemos hasta donde alcanza la vista. Y pensar que hay guiris que viven por aquí. Bajamos tranquilos, el viento juega malas pasadas y la carretera está bacheada.

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Por fin llegamos a Algezares, el semáforo se alía con nosotros para tomar un último respiro antes del final de la etapa. En mis patas más de 50 kilómetros contra los elementos y contra las patas de Juanan. Arranco tranquilo, me pongo tras él y espero su ataque. Pero no, no ataca, vamos vacíos. Veo el momento, antes de la primera curva de entrada en el recinto de la parte baja del Santuario. Me pongo de pie, no quiero mirar el pulso pero de reojo veo 190. Ni en las pruebas de esfuerzo he subido tanto.

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Oigo a Juanan detrás, jadeando. El viento es de nuevo criminal, impidiendo avanzar al ritmo que se supone deberíamos por el trabajo realizado. La recta antes de la última curva sopla a favor y veo que me escapo un poco hasta que, de nuevo giramos y la bofetada es demoledora. Voy a poco más de 10 kilómetros por hora y el corazón se me sale por la boca. Aún así me vienen fuerzas de a saber dónde y aprieto un poco más. Pico de 194bpm, el mayor que recuerdo en mi vida deportiva.

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Juanan ha sido un durísimo rival, de verdad que cuando estábamos por el Cabezo de la Plata pensé que me limpiaba la capaza. Ha sido un placer colaborar a este EcoReto que me ha lanzado la buena gente de Ecomensajeros y que todo el mundo conozca su labor por el fomento de la bici.

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Nos vemos en la próxima.

¡Gracias!