Las letras de las canciones se marcan a fuego, quedan para siempre en tu cabeza. Recuerdo todavía canciones de cuando iba en el coche con mis padres, en esos interminables viajes a la playa o al campo, asomado entre los dos asientos delanteros, peleando con mi hermano por ese hueco mágico, apoyado en sus reposacabezas, escuchando como en la distancia, a veces recién despertado de una mítica cabezada automovilística de esas que todos nos hemos pegado alguna vez.
Salvando las distancias, mis hijos actualmente también disfrutan de la música en el coche de sus padres. Ya no hay títulos de las canciones escritos a mano, ahora se muestran en salpicaderos superpoblados por lucecitas de colores. Ya no hace falta el auto-reverse, los mp3 conectados por bluetooth a Spotify Premium suenan de lujo en el equipo de música del coche, mejor que el de la mayoría de nuestras casas en los años 80. Ya no hay cajas bajo los asientos con cientos de cassettes TDK de 45, 60 y 90, ahora en un pendrive de mínimo tamaño metes la discografía entera de El Último de la Fila, los grandes éxitos de Franco Battiato, lo mejor del Heavy mundial, el Cantajuegos, y esa lista de «Imprescindibles» que tiene cerca de 400 canciones.
Todos tenemos letras de canciones que hablan por nosotros en momentos muy concretos, había comenzado este post con la intención de poner ejemplos pero he sido incapaz, la lista sería eterna: relaciones personales, sentimentales, momentos de borrachera, deportivos, trágicos, máginos, funestos, emotivos, lacrimógenos, épicos, familiares, laborales… Una letra para cada situación.
¿Y ese momento en el que entendiste por primera vez la letra en inglés de algún temazo y entonces te gusta aún más? O menos, todo depende. La música es el alma y el sentimiento, pero las letras son la cultura, la transmisión, el recuerdo.
Eso sí, Shazam y su inmediatez han destrozado la emoción: sigo echando de menos la sensación de frustración total por no saber el título de una canción que había escuchado de rebote en la radio o en la cinta que te había prestado un colega de clase.
Golpeo las letras de mi teclado con la felicidad pintada en mi cara.
Empecemos con la foto de la llegada a meta en la mejor compañía posible: mi mujer y mis hijos han venido a verme de sorpresa. Terminar un medio Ironman es un importante paso en la vida de un triatleta. Va a ser difícil transmitir en palabras lo vivido en Caravaca el 30 de Mayo de 2015 pero voy a intentarlo.
Hay poco secreto en el deporte: el entrenamiento da sus frutos y la cabeza hace el resto. Voy, afortunadamente, bien servido de ambos. Llego pleno de fuerzas y con la seguridad de estar en un pico de forma envidiable, mi preparador está contento, yo más. De nuevo hay pique con compañeros de equipo, Fran Parra está pletórico y con ganas de revancha después del Festrijump (crónica aquí) por lo que el día se pone caliente y no sólo por la temperatura. Los nervios hacen el resto, no recuerdo haber estado así antes de la salida en ninguna prueba.
En el pantano del Argos, donde vamos a nadar, hace un calor importante, comemos un buen tupper de pasta antes de comenzar, vemos a muchos conocidos en la salida: comentarios, buenos deseos, ambientazo. Los elite protegen sus bicis del sol y los mortales nos ponemos crema para evitar quemaduras, así acabé en Jumilla por olvidarme hacerlo.
Dan la salida con puntualidad británica a las 14 horas. Me coloco justo detrás de la primera fila, con la idea de coger unos pies durante el tiempo que pueda. Por delante 1.900 metros en una sóla vuelta (se agradece), por lo que mejor ir delante aunque sin apretar mucho, que el día será largo. Alcanzo las boyas sin problema, hay muchos menos golpes que en los sprint u olímpicos y la natación se hace hasta placentera. El neopreno ayuda, teniendo en cuenta que me he propuesto no mirar el reloj en todo el tramo, intuyo que voy bien. Quizá incluso muy bien, y eso que no he podido seguir de manera cómoda a nadie, el agua está muy turbia y al final decido ir a mi ritmo.
Alcanzo la boya del fondo y encaro la vuelta buscando la referencia del dique del pantano. Sigo nadando a un buen ritmo, adelantando unidades, concentrado en la eficacia de las brazadas, no quiero malgastar ni un gramo de fuerza. De pronto me doy cuenta de que no hay nadie alrededor, cambio de lado al respirar para asegurarme mirando hacia allá pero nada, estoy más sólo que la una. Por un momento pienso que me he desviado mucho, no hay otra posible razón, hasta que decido parar y levantarme un poco para tener mejor visión. Al fin localizo un grupo muy delante, de unas 30 personas y a unos 200 metros, que resulta ser la cabeza. Pero la sorpresa viene cuando miro hacia atrás y veo que soy el primero del resto, la punta de una flecha que se ensancha hacia detrás. No me lo creo, estoy tirando del grupo más numeroso. Uno de los momentos de más subidón que nunca he vivido en una carrera.
Los últimos metros se pegan bastante, parece que hay corriente en contra y ya casi saliendo del agua me adelantan varios participantes. Salgo algo desubicado y con un flato tal que me obliga a hacer totalmente andando la transición hasta la bicicleta.
Arranco el segundo sector centrado en la respiración, el flato se pasa poco a poco y puedo ser consciente de lo que me queda por delante dando pedales. Nada menos que 90 kilómetros sin un palmo llano y casi 1.500 metros de desnivel positivo. Algunos conocidos que ya han hecho algún Half e incluso Ironman durante los días previos me han aconsejado que en la bici no apriete nada, que reserve todo lo que pueda, que se hace muy largo y cuando la cuelgas, todavía te queda la carrera a pie. Con ese martilleo en la cabeza pasan los kilómetros y me adelanta mucha gente. Yo también adelanto unidades, esto es muy largo y hay para todos. Lo que está claro es que voy varios puntos por debajo de mi ritmo normal de entrenamiento, concentrado en no dar ni una pedalada más fuerte que otra. Espero que los consejos sean fructíferos.
Los primeros 45 kilómetros son matadores, con subidas continuas, pasado el alto de Los Álamos me confío pensando que hay bajada, pero es un rompe piernas muy simpático hasta el 60 aproximadamente, en el que sí comienza un descenso divertido hasta la meta, aderezado con rachas de viento en contra. Veo a Antonio, el Presi, animándome en una curva, ha pintado en la carretera nuestros nombres… ¡Tremendo! Le pregunto por mi hermano y su respuesta es la típica de los ganadores: «¡¡Parra te mete 8 minutos!!» Joder con Parra, pienso yo.
En la memoria, para siempre, las rectas interminables del Campo de San Juan, acompañadas por una lluvia intensa y corta, toboganes y frío repentino que nos rodea. Muy épico todo. Menudos paisajes más preciosos, que disfruto tranquilamente mientras pedaleo. Veo muchos abandonos, la climatología nos está pasando factura. No me quito a Parra de la cabeza, menudo animal, me habrá metido 5 minutos en el agua y otros tantos en bici… Quizá estoy reservando demasiado. Pero el caso es que hace muchos kilómetros que no me adelanta nadie, todos debemos estar reservando, quiero pensar.
En el tramo final de la bicicleta me da vueltas en la cabeza una idea fija, no soy consciente de que por delante tengo todavía una media maratón. Yo, que sólo he corrido tres en mi vida me enfrento a la cuarta con casi 2.000 metros nadados y 90 kilómetros en bici. Llego a la segunda transición, en la que totalmente por sorpresa escucho un «¡PAPÁ!» que me vuelve loco. Mi mujer y mis hijos han venido desde Murcia, les doy un beso a cada uno mientras me pongo las zapatillas de correr y me lanzo a por la primera de las tres vueltas al circuito de este tercer y último sector.
La carrera a pie es compleja, un recorrido de 7 kilómetros con una gran bajada y una gran subida que imposibilitan llevar un ritmo de crucero adecuado. Estoy muy fresco, dentro de lo que cabe, y la primera vuelta rondo los 4:30, que se escapan un poco en la subida aunque dentro de lo normal. Por primera vez en mi carrera deportiva tengo que parar a hacer pis, no me aguanto y pierdo un tiempo precioso. Pienso que es debido al control total en la bici, no he debido sudar lo suficiente para expulsar los líquidos.
Me cruzo con mi hermano, tiene mala cara, y a ojímetro estimo que irá el séptimo, un resultado muy bueno para cualquier persona, pero no para él, que el año pasado en su estreno, acabó quinto. Me cruzo con Oscar (el Chero) que sí tiene buena cara (al final acabó segundo de su categoría nada menos) y, cómo no, también me cruzo con Parra, en esta primera vuelta me saca unos 2 kilómetros, algo totalmente insalvable aún contando con los ánimos de mi hermano Pablo.
La segunda vuelta sigo bien, las piernas ya pesan un poco pero no estoy cansado, veo de nuevo a mi mujer y mis hijos, que me animan en la entrada del estadio… esto parece la televisión, ¡qué barbaridad! Los tiempos se mantienen, me veo fuerte. Es una recta infernal, en la que abarcas con la vista perfectamente los 3 kilómetros que ocupa, me centro en las caras de los participantes, muchos andan, otros están directamente en el suelo descansando o retirados, pobrecillos.
Vuelvo a cruzarme con Oscar, Jorge y Parra, pero esta vez noto algo raro en su cara, me huelo que va capuzar. Entro de nuevo al estadio y lanzo un beso a mi mujer. Mis hijos me acompañan unos metros, supera esto Gomez Noya.
Han pasado 14 kilómetros corriendo y las piernas comienzan a pedir auxilio, van casi 5 horas de ejercicio intenso. Es la última vuelta, hay que echar el resto. Los ritmos suben, lógico, aunque sigo por debajo de 5 min/km. A lo lejos veo a Parra, que ha comenzando a andar (luego me comenta que ha ido alternando durante un tiempo), le doy alcance, una palmada en la espalda, mucho ánimo y le adelanto con un sonrisa interior tamaño XL.
Todo marcha bien hasta que de repente, la pierna derecha se bloquea, se ha puesto en huelga. Decido no parar y acelerar un poco, me pasó lo mismo en el kilómetro 38 del Maratón de NYC y conseguí salvarlo con esta acción pero ahora vez es diferente, no se me va el dolor. Miro hacia atrás. Nacho, piensa, fuera pánico. Decido dar pasitos cortos y rápidos, confiando en que de esta forma pase el mal momento y sí, parece que tras un kilómetro interminable en el que ritmo se descalabra hasta los 6:30 min/km las aguas vuelven a su cauce. Temeroso, hago el resto de recorrido hasta meta muy tranquilo.
Cruzo la meta feliz y satisfecho, he podido con un medio Ironman, que fácil suena al leerlo, qué sencillo escribirlo. Me abrazo a Jorge, mi hermano y preparador. Veo a mis hijos y mi mujer, que se han pegado 150 kms en coche sólo para verme unos minutos. Orgulloso de mis compañeros de equipo como Manuel el Grillo, que lo ha pasado muy mal por culpa del asma, y Fran Parra, sin él seguro que no mejoraría cada día. Los piques sanos son salud mental.
Organización perfecta desde el primer momento, así da gusto. Muchos voluntarios, jueces, puntos de avituallamiento, espectadores… Una prueba totalmente recomendable.
Durante toda la competición me he alimentando a conciencia, 4 geles y 3 barritas, además de mucho líquido, clave en pruebas de larga duración. En NYC tardé 3 horas y 42 minutos, que se me hicieron mucho más largas que estas 5 horas y 37 minutos. Curioso.
Al final estos son los tiempos oficiales:
Natación 1.900m – Tiempo: 0:32:48 – Posición: 39
Bicicleta 90km – Tiempo: 3:12:14 – Posición: 57
Carrera a pie 21km – Tiempo: 1:45:24 – Posición: 75
Tiempo total: 5:37:18 – Posición: 52 de 235
Gracias muy especiales a Antonio López por dejarme las zapatillas de baño (menuda cabeza la mía), Joel, mi hermano Pablo y Antonio, el Presi, por el apoyo logístico y porque me han dado alas cuando más falta me hacían.
Me quedo con la sensación de que podría haber recortado 10 o 15 minutos en bici solo apretando un poco, aunque quizá me habría pasado factura en la carrera a pie.
Nunca lo sabré. O quizá sí. Quizá el año que viene. Y espero que lo vuelvas a leer.
Imagino que la edad tiene la culpa. Pasan los años, conoces cada vez más gente, te relacionas amistosa o profesionalmente con multitud de personas, algunas de ellas con cargo público, cada una de su padre y de su madre. Dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo, te contagia ese sexto sentido y hueles a distancia a los problemáticos, trepas, falsos… No importa el color político, nada escapa a una mala cabeza, ni la educación más exquisita. No hay obstáculos, no hay problemas, la complacencia de los acomodados. Irresponsables, incompetentes, ceporros, aprovechados, mentirosos… Está cantado. La burocracia es la adicción de los torpes.
Y luego están los otros, los que no hacen ruido ni salen en portadas. Y si lo hacen no es por amarillismo. ¿Qué hay de malo en ser ambicioso cuando eres ético, responsable, profesional y tratas a todos con respeto? Creen en lo que hacen, abogan por mejorar lo que les rodea, por mejorarse a sí mismos a diario.
Tengo la suerte de conocer gente en todos los partidos políticos, comenzando obviamente en mi ciudad, Murcia. Pero poco a poco la lista se amplía a España entera. Me he topado con ejemplos (para mí algunos son incluso verdaderos espejos en que mirarse), que defienden o simpatizan con las siglas del PP, PSOE, UPyD, Izquierda Unida, Podemos, Ciudadanos, UPN, CiU, PNV, Bildu o partidos minoritarios de pequeños pueblos. A todos les une una característica, son buenas personas y nos irá mejor cuando se entienda que son lo importante, no sus partidos.
Y yo quiero seguir trabajando con ellos. O tomarme unas cervezas.
Hubo un tiempo en que las multimenciones en Twitter impedían discutir con fluidez. Se comían el espacio y, de los 140 caracteres, sólo quedaba un resquicio para aportar poco más que un «de acuerdo» o «no opino igual». La mayoría de veces te veías en una de esas de repente, a modo de metralleta lanza SPAM, sin posibilidad de salirte de la conversación.
Actualmente la última moda tuitera de los gurús de pacotilla es etiquetar al personal en fotos, carteles de eventos, fotos de paisajes y hojas de flores con gotas de rocío. Por no hablar de las frases de motivación y autoayuda que no se cree nadie, y menos el que lo publica. Pero nada comparable a la nueva técnica que está causando furor: tuitear fotos sin fuste sacadas de Google etiquetando al máximo permitido de 10 cuentas. Abordando cualquier tema: comidas, frases cursis, cafés…
Y yo me pregunto: ¿Para qué? El objetivo parece claro, escalar puestos en el ranking de Klout, ese índice de influencia en Redes Sociales que no funciona bien pero es el menos malo de los que existen. Obsesión total con el dichoso marcador. El lado oscuro del asunto es que la influencia que creen haber obtenido estos sujetos es fácilmente desmontable abriendo un poco los ojos, observando que siempre son las mismas personas las que interactúan con ellas. Su círculo. Esa caterva etiquetada que retuitea con fe.
Son expertos en meterse en conversaciones ajenas, parasitar #hashtags con cierto éxito, lanzar encuestas chorra de asuntos banales… Joyitas, vamos, que llenan de basura nuestros timelines.
En Facebook pasaba, y aún sucede, tres cuartos de lo mismo, pero al menos cuando te etiquetan puedes permitir o no que se publique en tu muro e incluso eliminar la etiqueta, librándote del aluvión de notificaciones.
Estos gurús de quita y pon no se cortan y, con las cuentas corporativas, publican contenido propio en otras fanpages directamente, e incluso alguno usa a sus clientes para beneficio propio. Sin olvidarnos de aquellos que lanzan alabanzas en tropel a ciertas marcas y productos, siendo compartidas por sus trabajadores y colaboradores. Pero claro, cuando aquellos dejan de ser clientes, arremeten enfurecidos criticándoles y airenado sus vergüenzas. Seguidos, por supuesto, de sus acólitos. En cierto modo son trolls, todos ellos. Autómatas.
Pero lo anterior es superado con creces por las dos acciones que más vergüenza ajena me producen, relacionadas con la total carencia de relevancia, de contenido de calidad y de un mínimo de profesionalidad. Esas empresas que lanzan, todas a la vez los tuits más recurrentes del mercado, sin analizar a la competencia ni importarles convertirse en gotas del océano: «Hoy es 29 de Julio, felicidades a todas las Martas.» o la guinda: «Por fin es viernes.»
Aún no sé si se ha dado el caso de que tres hermanos compitan en el mismo triatlon el mismo día. De lo que estoy prácticamente convencido es que será difícil encontrar el caso de que dos de ellos suban al podio. Triatlon Olímpico de Jumilla 2015: Jorge hace tercero de la general y Pablo tercero sub23. Mi abuelo estaría orgulloso.
Comienzo la crónica por el final y hablando de ellos, de la familia y los piques sanos que surgen entre nosotros. La salsa del deporte.
Los entrenamientos anuales comienzan a dar sus frutos, ha sido un periodo de muchos cambios, de horarios y de trabajos, ajustes que me han permitido subir a una media de 6 horas de entrenamiento semanales, casi el doble del año anterior.
Este Triatlon de Jumilla es especialmente complicado al tener dos zonas de transición totalmente diferenciadas, lo que obliga a dejar las bicicletas el día antes por la tarde, de modo que un camión de la organización las traslada al pantano de Camarillas, donde se realiza el primer sector, a nado, de la prueba. Hemos convertido esa complicación en una ventaja y nos hemos ido a nuestra casa de Jumilla los 12 triatletas del club que vamos a competir en esta prueba, en una mezcla de convivencia-concentración previa que ha servido para estrechar aún más si cabe los lazos que nos unen.
Cenamos pasta como si no fuéramos a comer nunca más en nuestras vidas. Damos un paseo y a la cama prontito. A las 5 suena el despertador, desayuno lo de siempre: mucho cafe con leche y muchas (muchísimas) galletas. Un plátano a la mochila para comerlo, como cada competición, una hora antes de la salida. 4 horas más tarde, se dice pronto, estamos en la orilla del pantano, con esos nervios tan característicos que anteceden el bocinazo que pondrá en marcha el espectáculo. Es el primer triatlon olímpico que realizo sin drafting (no puedes ir a rueda de nadie en bicicleta) lo cual premia a los ciclistas aún más de lo habitual. Estoy con ganas. Se nota. Eso me dicen.
Desde el primer momento me siento cómodo en el agua, es la primera vez que uso neopreno en una carrera y las sensaciones son tan diferentes que por un momento pienso que voy en cabeza. Al llegar a la primera boya me doy cuenta de que no ha sido una sensación, es una realidad y estoy, a ojo, entre los 20 primeros. Me centro en continuar nadando relajado, hay pocos golpes esta vez, excepto algún manotazo aislado y totalmente normal.
Encaro la vuelta y, sorpresa, la boya amarilla, única referencia cuando estás en pleno esfuerzo, en la que tenemos que volvernos para girar no está. Sigo concentrado en la respiración y brazadas, no me vaya a dar flato, pero la boya sigue sin aparecer. Por las referencias de los árboles y la gente que está en la linea de salida puedo hacerme una idea de la trazada hasta que, ya muy cerca de la orilla, no doy crédito cuando veo que una lancha de la organización se ha puesto delante de la boya, tapándola por completo. Me paro a su lado y grito algo que ahora no recuerdo, semejante a: «¿Pero estáis locos? ¡Poned la boya delante!»
En esos momentos veo cómo algunos nadadores han girado antes de darle la vuelta por detrás a la lancha (y la boya), lo que me ha hecho perder bastantes posiciones, puesto que yo sí he dado todo el giro. Maldigo la situación y encaro la segunda vuelta intentando relajarme. Adelanto varios puestos y ya no sé en qué posición estaré. Salgo del agua y me pongo las zapatillas para hacer la transición 0, como algunos la llaman, que conecta la orilla del pantano con el box. «¡Vas muy bien, Nacho, el 25 o así!» me grita alguien. Lo que me pone las pilas y subo como un cohete, destino mi bici. Veo a mi amigo Oscar (que está en la orilla a punto de comenzar su Medio Ironman) y a Maribel. Sus ánimos son gasolina.
Siempre he temido al sector de la bici, es habitualmente el que peor se me ha dado hasta la fecha. Pero los entrenamientos de este año no han sido en balde y en el kilómetro 24 de los 46 ya he alcanzado a Fran Parra. ¿Quién es este tipo? Pues es el compañero de equipo con el que me he picado desde hace varios meses, con la mente puesta en este Triatlon de Jumilla. Él es un nadador consumado, se defiende en bici y corremos a la par, por lo que estará reñido saber quién será el ganador particular de esta mini-competición. Fran sale del agua en novena posición y yo el 21, me ha metido 2 minutos y medio que, como antes he contado, he conseguido pulverizar a mitad de sector. Le veo a lo lejos, me pongo a su lado y le animo pero sé que esta apuesta ya tiene un ganador. Voy a cerca de 34 km/h durante todo el recorrido, y eso que hay casi 600 metros de desnivel positivo acumulado.
Cuando me he tomado un gel a la salida del pantano, se me ha caído otro, así que estoy sin nada para afrontar el resto de carrera, hasta que veo a los amigos de Adventure Bike en al avituallamiento de Agramón y les pido uno, que me guardo dentro de la pernera del mono. ¡Gracias tíos!
Durante este sector vuelo literalmente, nunca me había sentido tan fuerte sobre dos ruedas, adelanto y me adelantan pocos, buena señal al haber salido tan arriba del agua. Hay algo de viento en contra, pero no muy molsto. Me acoplo y tomo la referencia, dejándole unos metros por delante, de un ciclista llamado Enrique, es todo lo que por ahora sé de él, el nombre de su dorsal, que va a mi misma velocidad. Los jueces en moto, muchísimos, comprueban que vamos lo suficientemente alejados como para no chupar rueda. De hecho me pongo en el lado contrario de la carretera cada vez que él se mueve, para no dejar ninguna duda. Lo dicho, disfruto como un enano y llego a la transición 2 como un misil. Contento, convencido de que sigo en las primeras posiciones.
Me bajo de la bici con bastante problemas pues dudo entre dejar las botas caladas e ir corriendo o quitármelas como siempre y correr con ellas puestas. Tras un momento de tensión en el que no me caigo de milagro, consigo meter las botas de la bici en una bolsa y sacar las zapatillas de correr (aún no me explico esta decisión de la organización) y salgo a por el tercer y último sector de hoy.
El sol es ya de justicia a esta hora del día, y eso que parecía nublado, lo que complica un poco los ritmos iniciales. Me planteo ir a 4 minutos por kilómetro muy centrado en la técnica y mirando de reojo por si se me acerca alguien por detrás. El cansancio comienza a hacer mella, van casi 2 horas de competición y entonces me acuerdo del gel que me había guardado. Lo saco con tan mala suerte que se me escurre de las manos y se me cae al suelo. Decido continuar corriendo, sólo queda algo más de la mitad y perder el tiempo en parar, darme la vuelta y cortarme el ritmo creo que no merecerá la pena. Pero entonces mi Pepito Grillo interior me convence de que más vale perder 1 minuto que tener un pajarón y hago todo lo que hace 30 segundos negaba. Me tomo el gel como si fuera maná del cielo y encaro la segunda vuelta apretando los dientes. Entonces veo a Fran, con el que me cruzo en una zona de doble sentido. Le saco unos 3-4 minutos. Respiro tranquilo.
Llego a meta bastante entero, veo a mi padre y Fran Francés animando. Aprieto los puños y levanto los brazos. Esta vez la foto sí que es representativa. No me imagino lo que debe ser ganar una carrera alguna vez. Busco a mi hermano Jorge y esperamos juntos a Pablo. Tres Tomás Triatletas en meta. ¡Mola!
Los tiempos finales oficiales son estos:
Natación – Tiempo: 0:27:00 – Posición: 21 (Media de 1:40, contando el parón en la maldita boya invisible)
Bicicleta – Tiempo: 1:22:11 – Posición: 20 (Media de 33,5km/h)
Carrera a pie – Tiempo: 0:41:35 – Posición: 23 (Media de 4:13m/km)
Tiempo total: 2:37:34 – Posición: 21 de 160
Vamos llegando todos los compañeros de equipo, animándonos entre todos. Ahora toca hablar un buen rato, tomarse muchas cervezas y analizar lo sucedido. Es un lujo compartir momentos con esta gente: Pablo Candela, Joel García, Antonio Lopez, Alex Martinez, Matias Gonzalez, Manolo Grillo, Eneko Emparanza, Antonio Fernandez (el presi), Eduardo Juarez, Fran Parra y mis hermanos.
Casualidades de la vida, Enrique el ciclista referencia, es el hermano de un viejo conocido. ¡Qué cosas!
Gracias a Bricofermín por ser nuestro patrocinador principal, y al resto de empresas que confían en el deporte como canal de comunicación. Esto debe ser parecido a los futbolistas cuando dicen que sienten los colores, ¿no?
Dejo para el final una pequeña crítica a la organización, que podría tener pase por ser nuevos en esto:
Hubo una reunión técnica que contradijo aspectos que se comentaron por mail unas horas antes.
Se cambió la hora de salida el día antes.
El tema de las boyas en el pantano que ya he comentado arriba, esto es de traca, sólo si has nadado en un pantano con otros 150 animales dándote palos entiendes lo incomprensible de que taparan la boya, única referencia para los nadadores.
Los jueces en la salida decían cada uno una cosa respecto a los chips, cestas de transición, guardarropa, etc… Desesperación.
La seguridad de las zonas de transición era nula: podía entrar gente y llevarse una cabra o un casco de valor económico importante y nadie se habría enterado.
Insuficiente señalización en los cruces de la carrera a pie y de la bicicleta, les preguntabas y nadie sabía nada…
Eso sí, la gente ENCANTADORA.
Ojalá sirva para que mejoren de cara al año que viene.
Bicity, el evento para emprendedores en bicicleta que hemos organizado desde la Red de Ciudades por la Bicicleta, de la mano de Enviroo, ha sido un éxito. El mecanismo es sencillo: se presentan ideas, se mejoran durante los 3 días en que los asistentes comparten espacio, café e inquietudes, y tras un proceso de selección de finalistas, se presentan y se votan por parte de un jurado. Maduración exprés.
En esta primera edición de Bicity participaron más de 80 personas, en sus ojos se ve perfectamente la determinación mezclada con los nervios, que me contagian cuando llego y veo el “currazo” que se están pegando. El sábado estuvieron hasta las once de la noche y el domingo salimos a comer algo rápido en 10 minutos. Durante todo un fin de semana en garAJE, recinto inmejorable para la ocasión, fueron presentadas 43 ilusiones, algunas más avanzadas que otras, de las cuales 13 pasaron a la fase final:
Bike Hive
Sevilla Bike Center
Bikius
Idea Bike
Velomocion
Trenbici
Bizzi
Cycle Logistics
URS My Bike
Sun Bik
Keep Ok
Ciclogreen
Don Cicleto
Recomiendo personalmente buscarlas/seguirlas en Twitter para no perder su desarrollo, ojalá todas lleguen a buen puerto por el bien de la bici y porque sus creadores se lo merecen. Las 13 son un claro ejemplo del buen momento que vive la bicicleta en nuestro país así como la capacidad de innovación y emprendimiento de los ciclistas urbanos de todas las edades apostando por una industria que, según datos de AMBE, dispone de 3.000 tiendas, dando empleo directo a 14.000 personas y con una facturación que asciende a 1.050 millones de euros.
Apuesta que también realiza la Red de Ciudades por la Bicicleta, asociación nacional que engloba a 128 municipios de España, todos ellos volcados en el fomento local del uso de la bicicleta, pero también en eventos como este, agitando el panorama de la concienciación general sobre la movilidad sostenible, la salud, el ahorro económico y la reducción de la contaminación. Póker de motivos sin rival a la vista.
El domingo tuvimos la ardua tarea de ejercer de jurado y votar las ideas presentadas, para lo cual compartí responsabilidad con grandes profesionales:
Pedro González Torroba, Director General de Comercio y Desarrollo Económico «Madrid Emprende» del Ayuntamiento de Madrid.
Carlos Núñez, Secretario General de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España, AMBE.
Gonzalo Forniés, cofundador y CEO de Emakers.
Sol Otero, Presidenta de Probici y de la Plataforma Empresarial de la Bicicleta.
Tobías Zisik, Director General de Bonopark, empresa operadora de Bicimad desde octubre 2014.
Agustín Cayuela, miembro del Secretariado de ConBici y Presidente de la Asociación Murcia en Bici.
Antonio Lucio, consultor jurídico y estratégico en sostenibilidad, director de la revista Ecosostenible y directivo de la asociación Green Building Council España.
Santiago Molina, Director de programas del Instituto Superior de Medio Ambiente.
Fue Don Cicleto, una red de aparcamientos para bicicletas, el que se alzó con el primer premio, seguido de Ciclogreen, que busca promocionar el uso de las dos ruedas a través de las nuevas tecnologías, y Cycle-Logistics, plataforma aglutinadora de empresas de logística en bicicleta, las cuales alcanzaron el segundo y tercer puesto, respectivamente. Mención especial a Bizzi, un proyecto solidario que nos tocó la fibra sensible a los presentes.
Los 4 equipos ganadores recibieron un kit del Biciregistro, nuestro sistema informativo nacional de registro de bicicletas que cuenta con la participación de la Dirección General de Tráfico. Un sistema que está comenzando a dar sus frutos, localizando cada vez más bicicletas robadas y, sobre todo, disuadiendo de su robo gracias a las características del mismo.
Personalmente fue una práctica muy enriquecedora, motiva mucho ver cómo grandes profesionales conocidos por todos, con amplia experiencia laboral relacionada con la bicicleta, comparten mesa, café e ideas con chicos y chicas de veintipocos, que se quieren comer el mundo.
La repercusión en redes sociales fue impresionante, un aspecto que desde la Red de Ciudades por la Bicicleta hemos decidido seguir fomentando, dedicando gran parte de nuestro esfuerzo comunicativo en los nuevos canales como Facebook, Twitter y nuestro blog, en los que disponemos de una presencia continua que nos está dando muy buenos resultados.
Cerramos Bicity especialmente contentos de los agradecimientos que nos hacen llegar los participantes, debido a que la Red de Ciudades por la Bicicleta (RCxB) ha conseguido que sea totalmente gratuito para ellos, lo cual es de agradecer en un entorno económico como el actual. Las corporaciones locales a las que representamos han decidido apostar directamente por el empleo verde, por el emprendimiento y específicamente por la bicicleta. Visitamos a menudo a nuestros socios de la RCxB y detectamos un aumento generalizado de su uso en todos los puntos de España, algo de lo que estar muy orgullosos.
Son ya 128 municipios de España los que pertenecen a nuestra asociación: Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Murcia, Sevilla, Alicante, Bilbao, Ibiza, A Coruña, Santander, Valladolid, Albacete, Badajoz, Palma de Mallorca o Las Palmas de Gran Canaria son sólo algunos ejemplos de grandes ciudades, que se complementan perfectamente con multitud de pequeñas localidades. Una lista que no deja de crecer.
Nuestra tarea ahora es seguir centrados en nuestros objetivos principales:
Impulsar iniciativas para conseguir que el desplazamiento en bicicleta sea más seguro.
Intensificar la promoción de la bicicleta y desplegar su potencial.
Incrementar las infraestructuras para el uso de la bicicleta.
Defender el potencial de la bicicleta como vehículo silencioso, limpio, asequible y sostenible ante la opinión pública.
Promocionar el uso de la bicicleta como herramienta de movilidad alternativa al coche y a la moto en los desplazamientos cortos.
Seguiremos trabajando tan duro como hasta ahora para poder realizarlo durante muchos años.
NOTA: Artículo publicado en la revista «Ciclismo a Fondo» en Abril de 2015..
Como guinda a la preparación del Maratón de NYC del pasado 2014, seguí una dieta especial de una semana de duración recomendada por un buen amigo, gran corredor. No era nada del otro mundo, no era difícil de seguir y los resultados en mi opinión fueron buenos (si alguien la quiere, que me la pida y se la mando por email).
He rondado los 80 kilos toda mi vida, al menos en los últimos años cuando he sido más deportista, pero monté en el avión destino New York City con un peso de 71 kg, las largas tiradas de entrenamientos corriendo es lo que tienen.
Transcurrido el periodo de recuperación necesario post carrera, decidí cuidar un poco esa faceta en mi día a día habitual. Aquí va mi relato.
Con dos hijos y con comidas habituales de trabajo, es complicado adaptarse a rajatabla a cualquier alimentación estricta, vaya por delante que en mi casa comemos muy bien, tanto en calidad como en cantidad, mi mujer cocina de maravilla y nuestra alimentación es bastante equilibrada, pero siempre mejorable, por supuesto, sobre todo en costumbres, más que ingredientes.
Comencé eliminando los dulces innecesarios, era de los que me comía una tableta de chocolate o medio litro de helado de una sentada, lo que no impide que si un día tengo un antojo, lo mato tranquilamente, pero ya no lo hago a diario. También regulé el azúcar del café, pasándome al moreno y sólo una cucharada, en lugar de dos del refinado. No sé cómo explicarlo, pero ha sido como un proceso de desintoxicación: ha costado un poco pero cuánta menos azúcar tomaba, menos me pedía el cuerpo.
Cambié la leche entera primero por semidesnatada y más tarde por soja, que es la que actualmente tomo en casa, al tener un sabor un poco dulce, a veces incluso la tomo sólo con el café.
Quité el alcohol duro (whisky y similares). No es que yo bebiera mucho, más que alguna comida o cena de amigos. Ahora ha quedado fuera del todo, excepto honrosas excepciones como Nochevieja en la que con dos primos nos ventilamos una botella de Macallan 12 años. El asunto es que cuando salgo, sólo bebo cerveza (y algún tapón si se tercia) y vino en la comida. Entre semana alguna caña, que no hace daño.
Como decía arriba, en mi casa comemos mucho y muy sano habitualmente: guisos de carne, de pescado, muchas verduras, legumbres, huevos… Y mucha fruta, caen kilos de naranjas, plátanos, mandarinas y manzanas. Por ello no me preocupo mucho en las comidas y cenas, siempre cuento con la ventaja de que estoy en buenas manos.
Para terminar, he aumentado el número de comidas al día, he pasado 30 años de mi vida comiendo sólo a medio día y por la noche, las típicas comidas y cenas pantagruélicas, con un simple café con leche para desayunar. Ahora la cosa ha cambiado:
Desayuno: café con leche de soja y azúcar moreno con 16 o 20 galletas maría. Sé el número exacto porque las mojo de 4 en 4 en las tazas de mis hijos 😉
Almuerzo: café con leche o zumo de naranja con tostada o muesli.
Comida: lo que toque cada día, menú variado, con mucha fruta.
Merienda: bocadillo, fruta o galletas.
Cena: lo que toque cada noche, equilibrado siempre, con yogur casero hecho en casa.
Extra: si he entrenado mucho y termino a una hora entre comidas, me tomo una bebida recuperadora de proteínas, aunque no todos los días, suele ser 1 o 2 veces por semana.
Imagino que si lee este post algún nutricionista me criticará y con razón, sólo cuento mi experiencia ya que me la ha preguntado mucha gente.
Más datos: actualmente estoy en 75 kilos y mido 185 cms, hago deporte 5 o 6 días por semana y no me corto nunca en cantidad de comida, pues la disfruto como un enano.
Comer es un placer y estar a dieta debe ser terrible.
Actualización Septiembre 2015:
Aquí está la dieta de una semana que hice para el Maratón de NYC en 2014 y estoy haciendo para el de Berlín 2015.