Paracetamol y zumos de naranja

Somos débiles. Los seres humanos, digo. O quizá sea yo, porque cuando me pongo malo capuzo irremediablemente y me hundo en un profundo pozo del que me cuesta salir una media de tres o cuatro días. Y eso si la cosa no pasa a mayores.

Somos fuertes, los seres humanos digo. O quizá sea yo, porque me pongo malo muy pocas veces. Eso sí, cuando caigo, caigo con todas las de la ley. Afortunadamente son tan pocas que la última vez que fui al médico no encontró mi historial en el ordenador. ¿Eres de Murcia seguro? Me preguntó. Juraría que sí aunque en esos momentos de mala fiebre uno es de donde le diga el médico que es. ¿O no? Austriaco si es necesario, pero cúreme doctor. Recéteme lo que sea. Por lo que valga.

No sé si ha sido la gripe, un resfriado por estos días de clima loco (calorazo a la hora de comer y congelación para cenar) o las típicas anginas que me acompañan desde pequeño. Lo que haya sido ha llegado con sigilo, se ha quedado con estruendo y desaparece muy lentamente. Esta vez el termómetro sólo ha llegado a los treinta y ocho y medio. Poco quizá, suficiente para mí, ese nivel sólo lo aguantan dignamente los niños. Unas pocas décimas y mi cuerpo se tambalea. Somos débiles. ¿Lo he dicho ya?

Cuando estás enfermo se relativiza todo, se van las ganas de hacer cosas y desaparece el hambre. Mal asunto. Al menos cuando era pequeño daba un estirón. Pero ahora nada, los años pesan hasta para esto. El colmo del asunto es que con la globalización, el teletrabajo y todas estas vainas que nos rodean ya no puede uno ni estar malo tranquilo. Aunque responda al teléfono con la misma voz de Satanás el interlocutor sigue su ritmo. ¿Para qué lo habré cogido? Pienso con retraso. No aprendo.

Caldos, paracetamol, infusiones con miel, ibuprofeno, zumos de naranja y nolotil. Miremos el lado bueno, una dieta insuperable tras los excesos navideños. Y sin visitar galeno. ¡No aprendo! ¿Lo he escrito ya?

Bromas aparte, menos mal que tengo quien me cuida. Y cómo me cuida. Porque cuando caes enfermo nada importa, sólo salir del hoyo lo antes posible. Y al salir valoras, ensalzas y te descubres ante los enfermos crónicos, esos verdaderos valientes que sí saben sufrir y no se quejan tanto como tú.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 10 de Enero de 2018

 

 

 

 

La lista (otra vez)

Como cada comienzo de año es el momento de los propósitos, de las promesas, de los juramentos y de las proposiciones. Solemos echar la vista atrás por un instante y ver qué ha salido mal, ¿no? Valorar qué hacer para mejorar, ¿no? Intentar olvidar lo malo y hacer borrón y cuenta nueva, ¿no? Pues sí. Algunos dicen que de los errores se aprende aunque tengo serias dudas al respecto. Analizamos la situación, contemplamos la familia, observamos a nuestros amigos, escrutamos nuestro trabajo, nos miramos al espejo y de reojo echamos un vistazo a la báscula. Y no me refiero al peso físico, ese se quita fácil. Mucho más fácil que el psíquico. Los michelines en el alma pesan más, duelen más y son más complicados de eliminar que los de grasa que nos acompañan desde hace ni se sabe.

Como cada comienzo de año es el momento de “la lista”, ¿no? Pues mira, no. Este año no hay lista. Este año no hay intenciones. No nos engañemos con más mentiras.  Este año será el de las acciones y los hechos consumados. Se acabaron los “te lo dije” y comienzan los “ahí lo tienes”. Será mejor girar el cuello ciento ochenta grados y enfocar en el otro sentido, en la dirección que marca el camino. Mirar hacia adelante y ver lo que viene, o al menos intuirlo, considerarlo, razonarlo si te da tiempo y prepararse a recibirlo como un torero y a recibir olés por parte del respetable.

¿De qué sirve engañarte a ti mismo año tras año con las mismas tonterías? Reconozco que yo también hago estas listas con planes concretos, me pongo objetivos e intento cumplirlos… pero luego la vorágine del día a día siempre sitúa en segundo plano los proyectos haciendo que tan responsables fines queden tirados por tierra con el único objeto de volver a formar parte de la lista del siguiente año. Las listas sirven para recordar, no para cumplir. Si quieres obligarte, firma un contrato ante notario. Los árboles, miremos el lado bueno, no nos dejan ver el bosque.

Cada comienzo de año es tan buen momento como cualquier otro. Esos pequeños pasos que vamos dando para adecentar el edificio de nuestras vidas. Ese que no se construye con planos sino con ladrillos. Y los ladrillos pesan, toca ponerles cemento y juntarlos, uno a uno. Poco a poco. Sin planos y sin planes.

Yo también iba a comenzar el año con una lista de buenos propósitos y tal. Pero lo he pensado mejor y en vez de escribirlos, voy a hacerlos. Querido 2018: voy a comerte con patatas.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 3 de Enero de 2018

 

Por todo y por ahora.

Por lo que hemos construido con el sudor de nuestra frente y lo que hemos destrozado quedándonos en la gloria. Por los que nos han traicionado estando cantado y a los que hemos fallado sin esperarlo. Por la suerte y la desgracia. Por los que hablan sin saber y los que saben sin hablar. Por los aciertos y las cagadas. Por los planes frustrados y los imprevistos triunfantes. Por las ciudades. Por el tiempo perdido y por el estrés.

Por nuestros hijos, padres, abuelos, cuñados y sobrinos. Por el asesor fiscal y por los animales. Por el amigo al que no llamaste en todo el año y por el que te llama todos los días. Por los que mienten más que hablan y los que sin decir nada te ayudan tanto. Por los clientes y los proveedores. Los que te inspiran y los que te copian.

Por los números rojos, los whatsapps verdes y las caras duras. Por la esperanza, la templanza y la prudencia. Por hablar menos y escuchar más. Por parar a tiempo. Por morderse la lengua. Por saber decir que sí y por saber decir que no. Por ese jefe imbécil y los compañeros gilipollas. Por los que no comen ni dejan comer. Por la vergüenza ajena, el amor propio y el auto control. Por el que sentencia sin razón y el capaz de callarse teniéndola.

Por madrugar, por trasnochar, por las siestas en el tren. Por las llaves y el bluetooth. Por los que huyen, los que fluyen y por los que caen, irremediablemente. Por los bailes agarrado con legañas en la cocina. Por las reuniones a las que acudir en traje y las videollamadas en calzoncillos. Por los discos que acabas odiando. Por los libros que te dejan en shock.

Por los agoreros que le echaron diez años a casi todo y no ven que a esto le queda un buen rato. Por las cremalleras subidas y los botones desabrochados. Por el café con leche. Por las turbulencias en los aviones y por bucear buscando peces. Por las películas en el sofá y las series en la pista de atletismo.  Por las notas al final del trimestre.

Por los momentos para olvidar y los instantes para el recuerdo. Por los codazos en la salida de un triatlón. Por los podios y por las retiradas. Por hache o por b. O por ene. Por el blanco, por el negro y por el naranja. Por el seis, el ocho y, cómo no, por el siete.

Por crecer y mirar hacia arriba. Por estabilizarse y mirar hacia atrás. Pero por ahora y sobre todo: por mirar a los lados y sentir que, un año más, estamos sanos y bien acompañados.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 27 de Diciembre de 2017

 

 

Recapitulando.

Cuando comencé a escribir esta columna nunca imaginé que el experimento llegaría tan lejos. Con esta de hoy sumamos noventa y nueve miércoles consecutivos en los que aproximadamente unas cuatrocientas cincuenta palabras se han colado semanalmente en las hojas de papel de La Verdad.

Echando cuentas y si una novela corta tiene cerca de cincuenta mil, podría estar acabando mi primer libro, pero luego releo algunos de los escritos y pienso que muy pocos alcanzarían la calidad mínima que a mí mismo me gusta leer cuando me meto a la cama a disfrutar de ese íntimo placer que es la lectura.

He escrito prácticamente de todo lo que se me ha pasado por la cabeza, la mayoría de las veces mirando a mi alrededor e intentando transmitir en palabras lo difícil de mis sentimientos. Cuánto cuesta ponerlos negro sobre blanco con lo fácil que revolotean por la cabeza. Familia, deporte, trabajo, viajes, política, movilidad, comunicación… De todo eso que me rodea y quiero compartir. Todas son opiniones salpimentadas con un toque personal. ¿Es un diario? Me preguntó el otro día una camarera que me reconoció. Pues la verdad es que no era la intención, pero quizá se haya convertido en eso.

Suelo escribir oyendo música, casi siempre en inglés, en castellano me despisto fácilmente. Escribo en mi despacho, con una gran pantalla y un buen teclado, aunque más de una vez he tenido que hacerlo con el móvil entre trenes y aviones. Suelo escribir relajado, con una tradición impuesta de enviar el artículo cada martes. Durante la semana suelo pergeñar la idea y al sentarme sale de manera cada vez más fluida. En un trabajo diario como el mío, tan a merced de los clientes e imposible de organizar con cierta distancia, rutinas como esta me dan la vida.

Lejos queda ese síndrome del folio en blanco, los nervios y la impaciencia de correr al kiosco a ver qué tal había quedado maquetada. Ahora gasto más tiempo en leer lo que publican mis compañeros de papel intentando aprender de sus estilos. Avanza y retrocede páginas ahora mismo y compara. No hay color, ¿verdad? Estoy en ello, lo prometo.

Aún con mis limitaciones nunca imaginé que fuera leído por tanta gente, me han parado por la calle para felicitarme y para criticarme. Quizá más de lo segundo. Algunos artículos han tenido una repercusión que nadie esperaría, otros en cambio de los que más orgulloso podría estar han pasado sin pena ni gloria.

Quizá es el sino de los escritores, estar a merced de los sabios lectores como tú.

Por otras cien. Y que las veas. Y que las leas. Que las leamos.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 20 de Diciembre de 2017

Que vuelva la mitología.

Si eres capaz de sobrellevar las a menudo catastróficas historias que nos cuenta la mitología serás capaz de degustar un tesoro literario disponible únicamente para paladares exquisitos. Como cualquier manjar es recomendable digerirlo a pequeños bocados, alternado con raciones de otro tipo de lectura como descanso necesario. Sólo centrándonos en la griega y la posterior «copia» romana hay material más que de sobra como para llenar un Kindle de última generación. Lo difícil, como siempre, es separar el trigo de la paja.

Entre las miles de historias que han llegado a nuestros días me quedo con tres. La primera deja en mantillas a cualquier lacrimógena telenovela venezolana, la segunda me mantuvo en alerta un buen periodo de mi adolescencia y la tercera, aunque no la conocí hasta hace poco años, me volvió a marcar tanto que debería estar grabada a fuego en la placa identificativa de cualquier organismo público.

Comenzamos con la saga de los Átridas. Abuelos, hijos y nietos, todo bien mezclado. El sol metiéndose por el este y un vellón de oro para decidir un disputado trono. Dos gemelos, innumerable descendencia, incestos recurrentes, dioses enloquecidos, canibalismo inconsciente, oráculos enfermos y un destino caprichoso a la par que inevitable. Perturbador relato, pelos de punta.

A través de ese destino (alrededor del que nuestras vidas dan vueltas en círculo) llegamos a la segunda historia. Orfeo y su entrada-salida de los infiernos del Tártaro para rescatar a Eurídice, su amada. Su voz era tan hermosa que embaucó a los dioses, convenciéndoles de que debían dejar regresar a la vida a su esposa, muerta por la mordedura de una serpiente. A cambio sólo una condición: que saliera cantando, tal como entró, sin volver nunca la vista atrás y ella le seguiría de cerca, en silencio. Confió en la divina promesa durante el largo y tortuoso camino de vuelta hacia la luz, entonando sus mejores himnos hasta que un instante antes de salir temió haber sido engañado y no pudo evitar girar el cuello para comprobar que, efectivamente, Eurídice estaba a sólo unos pasos. Se miraron un segundo, desconcertados, y entonces la perdió para siempre en la oscuridad.

Y sin salir de los abismos demoníacos que se encontraban bajo los Campos Elíseos (o cualquier calle de cualquier ciudad actual) acabamos la trilogía enumerando los habitantes de este submundo repleto de desdicha, remordimientos, enfermedades y miseria. Allí moraban eternamente monstruos, aquellos que habían maltratado a sus padres o hermanos, los traidores, los mentirosos, los avarientos, los servidores infieles y, aquí viene lo bueno, los gobernantes que han llevado a sus pueblos a guerras injustas.

Que vuelva la mitología, la necesitamos más que nunca.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 13 de Diciembre de 2017

 

¿Qué puede pedir a los Reyes Magos un niño que lo tiene todo?

Las noches del 5 de enero en mi casa han sido míticas siempre. Preguntad a mis cuarenta primos hermanos. Melchor, Gaspar y Baltasar llegaban cada año de madrugada mientras dormíamos y nuestros padres nos despertaban para que saliéramos a la calle a despedirnos de ellos a lo lejos aún medio en vela y con legañas en los ojos. Sus Majestades siguen llegando en persona cada año y nuestros hijos son ahora los que alucinan. Siguen con esa ilusión, alejados del descomunal consumo que les rodea.

Es difícil educar en valores en la actualidad. ¿Cómo negarle un móvil si lo tienen todos sus amigos? Pues tan sencillo como nuestros padres nos negaban año tras año aquello que tanto deseábamos y no por ello crecimos traumatizados. Imprescindible aprender a tolerar la frustración como formación vital.

En casa seguimos empeñados en comenzar la carta a los Reyes Magos con un saludo, una introducción, una petición y un gracias. Algo que por lógico no debería sorprendernos. La vida nos rodea y el consumo rodea la vida. En casa seguimos empeñados en no comprar tonterías a nuestros hijos fuera de los cumpleaños y los santos. En casa durante el año hacemos limpieza de todo aquello que no necesitamos dándole un buen uso allá donde realmente es necesario. En casa heredamos y damos en herencia.

Nuestro trabajo como padres, como padrinos, como tíos y como abuelos es hacerles ver el valor de cada cosa que tienen, de cada juguete con el que juegan, de cada amigo del que disfrutan en el colegio, de cada plato que se echan a la boca y de cada prenda de ropa que les quita este brutal frío que nos ha cogido de nuevo este año un poco por sorpresa.

Solo así serán de mayores hombres y mujeres de provecho, que harán a su vez valorar las mismas cosas a sus hijos y quiero pensar que el círculo cada día se cerrará un poco, en lugar de aumentar a lo bestia en una espiral de despilfarro que en mi casa no estamos dispuestos a alimentar. Hay momentos en que la Navidad me gusta cada día más y otros en que no la soporto.

¿Qué puede pedir a los Reyes Magos un niño que lo tiene todo? Que pida lo que quiera, ellos no filtran. Nuestro trabajo es dificultarles ciertas cosas. Ley de vida, chavales. Y negándoles lo superfluo valorarán mucho más lo imprescindible. Eso que afortunadamente no les falta.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 6 de Diciembre de 2017

 

 

Toca mover el culo.

Ayer en Valencia me lo volvieron a decir: “Nacho, te gusta conocer gente para presentarla a otros.” Me han dicho que soy algo así como un conector. No puedo evitarlo, me encanta hablar y escuchar aunque a veces hablo más de lo que escucho (he de reconocerlo) y me siento como pez en el agua rodeado de humanos. Una vez incluso llegué a presentar a una pareja, casada desde hacía años, puesto que los conocía a cada uno por un tema diferente y no tenía ni idea de que eran novios. Más vale cometer estos deslices de vez en cuando a estar en una reunión donde no sabes cómo se llama nadie y nadie es capaz de presentarte a nadie. Nervios.

Lo bueno de viajar tanto es que conoces mucha gente. Gente variada que te enseña cómo de diferente funciona el mundo a sólo unas horas de distancia de donde vives. Esta semana se ha celebrado la edición local bianual del Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) en Valencia y desde la organización me invitaron a moderar una sesión en la que se expusieron acciones llevadas a cabo en diversos puntos del país, una selección de experiencias ganadoras de distintos premios convocados con motivo de la Semana Europea de la Movilidad 2017, todos ellos relacionados con la movilidad en entornos educativos. Concretos ejemplos para tomar buena. Benidorm: Qué difícil planificar en una ciudad tan compleja como esta, donde conviven los rascacielos más altos del país con barrios de casas bajas en las afueras, aún así han conseguido aumentar el porcentaje de bicicletas en sus calles y han creado un itinerario seguro para escolares. Gavá: Afrontando con valentía política la peatonalización de una calle céntrica junto a un colegio derivando en una mejora medioambiental de calado. Alcudia: Introduciendo la educación vial en las escuelas y editando un “Metro-Bici”, un mapa donde miden en minutos las distancias andando o en bici dentro de la ciudad, para que se vea lo inútil que es el coche en desplazamientos cortos. Sant Joan de Alicante: Donde han introducido la “Bici-Escuela”, un programa educativo que de forma transversal afronta el asunto durante todo el curso en varias asignaturas. Y Vitoria: Una circular y autosuficiente estrategia de concienciación a sus estudiantes en el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible.

Bajo el lema: “Las ciudades conectan naturalmente” asistí a otras diversas ponencias en las que quedó claro que la ciudad es un ecosistema, que la movilidad es uno de los grandes retos a mejorar en nuestras urbes y que si no queremos ahogarnos en nuestra propia contaminación es hora de mover el culo. No se trata de ideologías, bueno quizá sí, la ideología de la especie humana.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 29 de Noviembre de 2017