Complejos complejos.

Llegué a la estación a las seis menos diez. Pleno enero, noche cerrada, frío intenso. Me fijé desde el primer momento, estábamos juntos en el andén. El tren llegó tarde, para no variar, y yo me iba congelando poco a poco por la brisa matinal. Se puso delante de mí. Llevaba un abrigo raro, como si fuera un vestido alargado pero con un corte desigual, más bien parece una falda larga hasta los botines que calza.

Llamaba la atención su ropa, su estilo, su pelo y un pendiente de aro con una cruz colgada que me recordó a George Michael. Pero sobre todo me llamaron la atención sus uñas, cuidadas, largas, perfectas. Era un chaval flaco, estirado y muy femenino. Se sentó a mi lado con la tranquilidad que proporciona saber que estás por encima de todos esos que te observan tan curiosos como maleducados. Tan sorprendidos como condescendientes. Tan acomplejados como juzgadores. Tan escrutadores como prejuiciosos.

A esas horas intempestivas pocos viajeros están despiertos del todo. Yo mismo consigo quedarme frito hasta que la luz del amanecer va entrando por la ventana, algo que sucede a la altura de Albacete en este momento del año. Y entre cabezadas veo cómo mi compañero de viaje baja la bandeja y sitúa sobre ella una bolsa de aseo gigantesca y saca varios botes y tubos. Pomadas de todo tipo, sprays, un cepillo y otros diversos utensilios que ahora no recuerdo. Con tranquilidad y gesto experto inicia el ritual tras haber puesto la cámara del móvil a modo de espejo. Comienza por la crema de manos, limado de uñas y anti ojeras. Termina con el peinado y su correspondiente laca. El vagón se perfuma de un olor tan auténtico como él. Todo lo contrario de lo que habitualmente tenemos aquí dentro: naftalina, alcanfor y tufillo a viejo. Mientras le observo me voy quedando dormido acompañado de la relajante música de mis auriculares.

Cuando despierto descubro varios libros en sus manos, entre ellos una guía de viaje. Buenos días, ¿te vas a Budapest? Hola, sí, ¿la conoces?. Una ciudad preciosa, me llamo Nacho. Estrechamos las manos y me sorprende la entereza de algo con una apariencia tan diferente. Yo soy Pablo, espero que no te haya molestado, se me hizo tarde y vine corriendo al tren. ¿Molestarme? Me ha encantado tu seguridad, chaval. Qué gusto conocer gente así. Se le ilumina la cara tanto como a mí y seguimos hablando un buen rato de viajes, de ciudades y de personas que hacen lo que les dicta el corazón sin que les afecte el qué dirán, sin dejarse llevar por las apariencias, sin pensar en lo que piensan los demás.

Hablando de gente que merece la pena. De gente compleja. De gente sin complejos.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 24 de Enero de 2018

 

Lo que aprendes enseñando.

Una de las grandes ventajas de dar clase habitualmente es la cantidad de nuevos proyectos que conoces. Resulta verdaderamente reconfortante haber sido parte de algunos de ellos, al menos de una manera externa, como asesor. La mentorización y consultoría siempre me han llenado bastante, por lo que no es difícil imaginar lo maravilloso que supone el extra de que además pueda ganarme un poco la vida con ello.

Me encanta conocer nuevas oportunidades de negocio surgidas de la cabeza de gente tan interesante que me podría tirar horas hablando con ellos. Esa es, en mi opinión, la clave de una buena formación: Ser capaz de empatizar con el alumno y poder ofrecerle la orientación adecuada a su estrategia. Es increíble la capacidad de creación que tienen algunas personas, las ideas tan originales que se les ocurren. Y suerte la mía conocerlos en sus fases iniciales, en esas en que los pasos son duros pero importantes. Aportar mi granito de arena intentando ayudarles a que expriman las oportunidades que el marketing online puede poner a disposición de sus ilusiones empresariales. Porque muchas veces un buen proyecto no lo es tanto, lamentablemente o por exigencias del mercado, hasta que no se comunica correctamente. Ya se preguntaba filosóficamente George Berkeley en 1710 si existe realmente algo que nadie conoce.

Otra ventaja de ponerte delante de gente que quiere escucharte, o al menos así lo entiendo, es que tienes que estar continuamente actualizado. Y más en la época presente en la que a un tiro de clic puedes disponer de información en cualquier temática. Como formador intento estar la última en las materias que imparto, formándome yo mismo de manera regular. No soporto que me hagan perder el tiempo e intento de la misma forma no hacérselo perder a nadie, por ello mis clases suelen ser directas, con muchos ejemplos reales y lo más didácticas posible. Y no lo digo yo, los cuestionarios que rellenan los asistentes casi siempre arrojan los mismos resultados. No es lo mismo enseñar que leer un powerpoint. No es lo mismo pontificar con teoría desde un estrado sin haberte manchado de barro en tu vida que lidiar a diario con ciertos problemas aportando soluciones y después poder contarlo como parte de la explicación en una formación.

Es una gran responsabilidad que un año más varios de los más grandes proyectos formativos de la región y el país hayan contado conmigo como experto en comunicación y marketing online. Una gran responsabilidad y una inmejorable oportunidad para seguir creciendo laboralmente porque cuánto más enseño, paradójicamente, más aprendo.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 17 de Enero de 2018

 

Paracetamol y zumos de naranja

Somos débiles. Los seres humanos, digo. O quizá sea yo, porque cuando me pongo malo capuzo irremediablemente y me hundo en un profundo pozo del que me cuesta salir una media de tres o cuatro días. Y eso si la cosa no pasa a mayores.

Somos fuertes, los seres humanos digo. O quizá sea yo, porque me pongo malo muy pocas veces. Eso sí, cuando caigo, caigo con todas las de la ley. Afortunadamente son tan pocas que la última vez que fui al médico no encontró mi historial en el ordenador. ¿Eres de Murcia seguro? Me preguntó. Juraría que sí aunque en esos momentos de mala fiebre uno es de donde le diga el médico que es. ¿O no? Austriaco si es necesario, pero cúreme doctor. Recéteme lo que sea. Por lo que valga.

No sé si ha sido la gripe, un resfriado por estos días de clima loco (calorazo a la hora de comer y congelación para cenar) o las típicas anginas que me acompañan desde pequeño. Lo que haya sido ha llegado con sigilo, se ha quedado con estruendo y desaparece muy lentamente. Esta vez el termómetro sólo ha llegado a los treinta y ocho y medio. Poco quizá, suficiente para mí, ese nivel sólo lo aguantan dignamente los niños. Unas pocas décimas y mi cuerpo se tambalea. Somos débiles. ¿Lo he dicho ya?

Cuando estás enfermo se relativiza todo, se van las ganas de hacer cosas y desaparece el hambre. Mal asunto. Al menos cuando era pequeño daba un estirón. Pero ahora nada, los años pesan hasta para esto. El colmo del asunto es que con la globalización, el teletrabajo y todas estas vainas que nos rodean ya no puede uno ni estar malo tranquilo. Aunque responda al teléfono con la misma voz de Satanás el interlocutor sigue su ritmo. ¿Para qué lo habré cogido? Pienso con retraso. No aprendo.

Caldos, paracetamol, infusiones con miel, ibuprofeno, zumos de naranja y nolotil. Miremos el lado bueno, una dieta insuperable tras los excesos navideños. Y sin visitar galeno. ¡No aprendo! ¿Lo he escrito ya?

Bromas aparte, menos mal que tengo quien me cuida. Y cómo me cuida. Porque cuando caes enfermo nada importa, sólo salir del hoyo lo antes posible. Y al salir valoras, ensalzas y te descubres ante los enfermos crónicos, esos verdaderos valientes que sí saben sufrir y no se quejan tanto como tú.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 10 de Enero de 2018

 

 

 

 

La lista (otra vez)

Como cada comienzo de año es el momento de los propósitos, de las promesas, de los juramentos y de las proposiciones. Solemos echar la vista atrás por un instante y ver qué ha salido mal, ¿no? Valorar qué hacer para mejorar, ¿no? Intentar olvidar lo malo y hacer borrón y cuenta nueva, ¿no? Pues sí. Algunos dicen que de los errores se aprende aunque tengo serias dudas al respecto. Analizamos la situación, contemplamos la familia, observamos a nuestros amigos, escrutamos nuestro trabajo, nos miramos al espejo y de reojo echamos un vistazo a la báscula. Y no me refiero al peso físico, ese se quita fácil. Mucho más fácil que el psíquico. Los michelines en el alma pesan más, duelen más y son más complicados de eliminar que los de grasa que nos acompañan desde hace ni se sabe.

Como cada comienzo de año es el momento de “la lista”, ¿no? Pues mira, no. Este año no hay lista. Este año no hay intenciones. No nos engañemos con más mentiras.  Este año será el de las acciones y los hechos consumados. Se acabaron los “te lo dije” y comienzan los “ahí lo tienes”. Será mejor girar el cuello ciento ochenta grados y enfocar en el otro sentido, en la dirección que marca el camino. Mirar hacia adelante y ver lo que viene, o al menos intuirlo, considerarlo, razonarlo si te da tiempo y prepararse a recibirlo como un torero y a recibir olés por parte del respetable.

¿De qué sirve engañarte a ti mismo año tras año con las mismas tonterías? Reconozco que yo también hago estas listas con planes concretos, me pongo objetivos e intento cumplirlos… pero luego la vorágine del día a día siempre sitúa en segundo plano los proyectos haciendo que tan responsables fines queden tirados por tierra con el único objeto de volver a formar parte de la lista del siguiente año. Las listas sirven para recordar, no para cumplir. Si quieres obligarte, firma un contrato ante notario. Los árboles, miremos el lado bueno, no nos dejan ver el bosque.

Cada comienzo de año es tan buen momento como cualquier otro. Esos pequeños pasos que vamos dando para adecentar el edificio de nuestras vidas. Ese que no se construye con planos sino con ladrillos. Y los ladrillos pesan, toca ponerles cemento y juntarlos, uno a uno. Poco a poco. Sin planos y sin planes.

Yo también iba a comenzar el año con una lista de buenos propósitos y tal. Pero lo he pensado mejor y en vez de escribirlos, voy a hacerlos. Querido 2018: voy a comerte con patatas.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 3 de Enero de 2018

 

Por todo y por ahora.

Por lo que hemos construido con el sudor de nuestra frente y lo que hemos destrozado quedándonos en la gloria. Por los que nos han traicionado estando cantado y a los que hemos fallado sin esperarlo. Por la suerte y la desgracia. Por los que hablan sin saber y los que saben sin hablar. Por los aciertos y las cagadas. Por los planes frustrados y los imprevistos triunfantes. Por las ciudades. Por el tiempo perdido y por el estrés.

Por nuestros hijos, padres, abuelos, cuñados y sobrinos. Por el asesor fiscal y por los animales. Por el amigo al que no llamaste en todo el año y por el que te llama todos los días. Por los que mienten más que hablan y los que sin decir nada te ayudan tanto. Por los clientes y los proveedores. Los que te inspiran y los que te copian.

Por los números rojos, los whatsapps verdes y las caras duras. Por la esperanza, la templanza y la prudencia. Por hablar menos y escuchar más. Por parar a tiempo. Por morderse la lengua. Por saber decir que sí y por saber decir que no. Por ese jefe imbécil y los compañeros gilipollas. Por los que no comen ni dejan comer. Por la vergüenza ajena, el amor propio y el auto control. Por el que sentencia sin razón y el capaz de callarse teniéndola.

Por madrugar, por trasnochar, por las siestas en el tren. Por las llaves y el bluetooth. Por los que huyen, los que fluyen y por los que caen, irremediablemente. Por los bailes agarrado con legañas en la cocina. Por las reuniones a las que acudir en traje y las videollamadas en calzoncillos. Por los discos que acabas odiando. Por los libros que te dejan en shock.

Por los agoreros que le echaron diez años a casi todo y no ven que a esto le queda un buen rato. Por las cremalleras subidas y los botones desabrochados. Por el café con leche. Por las turbulencias en los aviones y por bucear buscando peces. Por las películas en el sofá y las series en la pista de atletismo.  Por las notas al final del trimestre.

Por los momentos para olvidar y los instantes para el recuerdo. Por los codazos en la salida de un triatlón. Por los podios y por las retiradas. Por hache o por b. O por ene. Por el blanco, por el negro y por el naranja. Por el seis, el ocho y, cómo no, por el siete.

Por crecer y mirar hacia arriba. Por estabilizarse y mirar hacia atrás. Pero por ahora y sobre todo: por mirar a los lados y sentir que, un año más, estamos sanos y bien acompañados.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 27 de Diciembre de 2017

 

 

Recapitulando.

Cuando comencé a escribir esta columna nunca imaginé que el experimento llegaría tan lejos. Con esta de hoy sumamos noventa y nueve miércoles consecutivos en los que aproximadamente unas cuatrocientas cincuenta palabras se han colado semanalmente en las hojas de papel de La Verdad.

Echando cuentas y si una novela corta tiene cerca de cincuenta mil, podría estar acabando mi primer libro, pero luego releo algunos de los escritos y pienso que muy pocos alcanzarían la calidad mínima que a mí mismo me gusta leer cuando me meto a la cama a disfrutar de ese íntimo placer que es la lectura.

He escrito prácticamente de todo lo que se me ha pasado por la cabeza, la mayoría de las veces mirando a mi alrededor e intentando transmitir en palabras lo difícil de mis sentimientos. Cuánto cuesta ponerlos negro sobre blanco con lo fácil que revolotean por la cabeza. Familia, deporte, trabajo, viajes, política, movilidad, comunicación… De todo eso que me rodea y quiero compartir. Todas son opiniones salpimentadas con un toque personal. ¿Es un diario? Me preguntó el otro día una camarera que me reconoció. Pues la verdad es que no era la intención, pero quizá se haya convertido en eso.

Suelo escribir oyendo música, casi siempre en inglés, en castellano me despisto fácilmente. Escribo en mi despacho, con una gran pantalla y un buen teclado, aunque más de una vez he tenido que hacerlo con el móvil entre trenes y aviones. Suelo escribir relajado, con una tradición impuesta de enviar el artículo cada martes. Durante la semana suelo pergeñar la idea y al sentarme sale de manera cada vez más fluida. En un trabajo diario como el mío, tan a merced de los clientes e imposible de organizar con cierta distancia, rutinas como esta me dan la vida.

Lejos queda ese síndrome del folio en blanco, los nervios y la impaciencia de correr al kiosco a ver qué tal había quedado maquetada. Ahora gasto más tiempo en leer lo que publican mis compañeros de papel intentando aprender de sus estilos. Avanza y retrocede páginas ahora mismo y compara. No hay color, ¿verdad? Estoy en ello, lo prometo.

Aún con mis limitaciones nunca imaginé que fuera leído por tanta gente, me han parado por la calle para felicitarme y para criticarme. Quizá más de lo segundo. Algunos artículos han tenido una repercusión que nadie esperaría, otros en cambio de los que más orgulloso podría estar han pasado sin pena ni gloria.

Quizá es el sino de los escritores, estar a merced de los sabios lectores como tú.

Por otras cien. Y que las veas. Y que las leas. Que las leamos.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 20 de Diciembre de 2017

Que vuelva la mitología.

Si eres capaz de sobrellevar las a menudo catastróficas historias que nos cuenta la mitología serás capaz de degustar un tesoro literario disponible únicamente para paladares exquisitos. Como cualquier manjar es recomendable digerirlo a pequeños bocados, alternado con raciones de otro tipo de lectura como descanso necesario. Sólo centrándonos en la griega y la posterior «copia» romana hay material más que de sobra como para llenar un Kindle de última generación. Lo difícil, como siempre, es separar el trigo de la paja.

Entre las miles de historias que han llegado a nuestros días me quedo con tres. La primera deja en mantillas a cualquier lacrimógena telenovela venezolana, la segunda me mantuvo en alerta un buen periodo de mi adolescencia y la tercera, aunque no la conocí hasta hace poco años, me volvió a marcar tanto que debería estar grabada a fuego en la placa identificativa de cualquier organismo público.

Comenzamos con la saga de los Átridas. Abuelos, hijos y nietos, todo bien mezclado. El sol metiéndose por el este y un vellón de oro para decidir un disputado trono. Dos gemelos, innumerable descendencia, incestos recurrentes, dioses enloquecidos, canibalismo inconsciente, oráculos enfermos y un destino caprichoso a la par que inevitable. Perturbador relato, pelos de punta.

A través de ese destino (alrededor del que nuestras vidas dan vueltas en círculo) llegamos a la segunda historia. Orfeo y su entrada-salida de los infiernos del Tártaro para rescatar a Eurídice, su amada. Su voz era tan hermosa que embaucó a los dioses, convenciéndoles de que debían dejar regresar a la vida a su esposa, muerta por la mordedura de una serpiente. A cambio sólo una condición: que saliera cantando, tal como entró, sin volver nunca la vista atrás y ella le seguiría de cerca, en silencio. Confió en la divina promesa durante el largo y tortuoso camino de vuelta hacia la luz, entonando sus mejores himnos hasta que un instante antes de salir temió haber sido engañado y no pudo evitar girar el cuello para comprobar que, efectivamente, Eurídice estaba a sólo unos pasos. Se miraron un segundo, desconcertados, y entonces la perdió para siempre en la oscuridad.

Y sin salir de los abismos demoníacos que se encontraban bajo los Campos Elíseos (o cualquier calle de cualquier ciudad actual) acabamos la trilogía enumerando los habitantes de este submundo repleto de desdicha, remordimientos, enfermedades y miseria. Allí moraban eternamente monstruos, aquellos que habían maltratado a sus padres o hermanos, los traidores, los mentirosos, los avarientos, los servidores infieles y, aquí viene lo bueno, los gobernantes que han llevado a sus pueblos a guerras injustas.

Que vuelva la mitología, la necesitamos más que nunca.

 

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 13 de Diciembre de 2017