Desubicado

Abro los ojos algo desubicado. Me he quedado frito viendo Dunkerque. Joder Nolan, patinazo. El asiento de al lado está vacío. Abro la ventanilla y, detrás del descomunal motor Rolls Royce del avión en el que viajo a Colombia, veo sorprendido cómo asoma entre las nubes el pico verdoso de la enorme montaña que corona una isla en mitad del Atlántico. ¿Qué será esto? Menuda maravilla, un archipiélago de formas diversas y acantilados vírgenes.

Tardaremos diez horas, veintisiete de puerta a puerta, para cruzar el océano por esta ruta, distinta a la que otras veces he realizado más al norte siguiendo la línea prácticamente recta que sobre el paralelo de la Tierra une New York y Madrid, casi hermanadas en latitud y en “city  that doesn’t sleep” aunque la española gana por goleada y Frank Sinatra ni idea, tú.

Desde aquí tiene uno tiempo para pensar en cientos de cosas. Lo primero que me viene a la cabeza es Colón, sus marineros y las pelotas que tuvieron que echarle al tema para cruzar con tres cáscaras de nuez esta masa ingente de agua que me rodea hasta donde alcanza la vista y eso que a esta elevación la visión es periférica del todo.

No recuerdo la última vez que estuve tantas horas desconectado. O conectado conmigo mismo. No voy a descubrir ahora la atadura continua que provoca el móvil y me sorprendo al sentir esta momentánea pero intensa libertad. Los pensamientos son más largos, se hilan más temas, encajan más piezas, se desarrollan más conceptos que luego, por peso o por atracción, se funden en conclusiones no sé si llamar más auténticas, pero al menos sí son más reconfortantes y con las que estar, sin ninguna duda, más identificado. El cerebro humano necesita aburrirse, alejarse de vez en cuando de las decisiones rápidas y la hiper estimulación que nos lleva a otras metas, quién sabe aún si peores.

Saco el portátil de la mochila y escribo todo esto de carrerilla, iba a tomarme unas semanas sin columna pero me salto los planes encantado. Para eso están, para romperlos. Espero que en La Verdad hayan guardado mi querida página impar de cada miércoles.

Al aterrizar, y tras sobrevolar en vuelo rasante un trocito del Pacífico, compruebo que la maravilla de hace unas horas eran las Azores, concretamente el volcán de la Montanha do Pico, casi dos mil quinientos metros de altitud en una isla enana y punto más alto de todo Portugal a un buen paseo de la capital lusa.

Lo que aprende uno enchufado a internet y en lo que se fija uno estando desenchufado. Tanto que no activé el teléfono en destino para una completa inmersión de tres intensos días. Y de qué viva manera me conecté a Medellín estando desconectado. Prometo contarlo en otra columna.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
19 de junio de 2019

¡No me toques el coche!

Por primera vez en la historia este año comprime dos de los más importantes días internaciones en una semana. Si el pasado lunes 3 de junio fue el Día Mundial de la Bicicleta, hoy 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente. Dos jornadas interconectadas y en mi opinión, claves de cara al reto que las ciudades en las que vivimos se enfrentan en el futuro próximo: contaminación atmosférica y acústica, sedentarismo, desconexión física entre personas, desaprovechamiento del cada vez más escaso espacio público o atascos monumentales con todo lo que conllevan en términos psicológicos y de productividad.

La bicicleta, qué iba yo a decir, es posiblemente la herramienta más útil y sencilla que tengamos a mano para a atajar de un plumazo casi todos los males del párrafo anterior. Y de la mano de los pedales, la mejora de un medio ambiente urbano que va cuesta abajo y sin frenos. Una contaminación urbana que es responsable de siete millones de muertes prematuras al año en todo el mundo, nada menos. Y esto no lo digo yo, lo dice Nathalie Roebbel, coordinadora de Contaminación Atmosférica y Salud Urbana de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y esto tampoco lo digo yo, lo dice María José Peñalver, Decana del Colegio de Arquitectos de Murcia: “Las ciudades se crearon para las personas, no para el tránsito de vehículos.”

Cuesta creer que haya gente que critique sistemáticamente la apuesta valiente de ayuntamientos (de todo signo político, no lo olvidemos) para mejor la vida de sus habitantes, orientados a unas ciudades más sanas, limpias, accesibles, favorables para nuestros hijos y mayores. La afrenta que muchos sienten por ponerle trabas a su coche sorprende a la vez que retrata la sociedad en que vivimos, donde el bienestar personal es lo más importante, caiga quien caiga… ¡No me toques el coche!

Por ello pienso continuar defendiendo este medio de transporte urbano de la mano de la Red de Ciudades por la Bicicleta, con la que acudiré este mes de junio a dos de las más importantes citas mundiales de la movilidad: El Foro de las Ciudades de IFEMA que se traslada temporalmente a Medellín y el Congreso Velo-City que este año se celebra en Dublín, donde expondré, respectivamente, cómo se gestiona la movilidad sostenible como elemento de equilibrio urbano a través del compromiso de las ciudades españolas con la bicicleta y, ojo que toca vértigo, con una ponencia en inglés que llevo meses preparando titulada: “Spanish Strategic Bicycle Plan, a long distance journey”

Espero estar a la altura de los numerosos auditorios que me toca tener delante en este mes de infarto.

See you after summer, dear readers!

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
5 de junio de 2019

Que sigan cayendo

El lunes se amontonaron dos grandes resacas: la electoral y la de mi cumple donde me cayó un maratón de años que, mejor o peor llevados sitúan al que escribe en un más que probable, toco madera, medio camino de la vida. No entiendo a esos que no dan importancia a este tipo de fechas, en mi casa han sido siempre y seguirán siendo una fiesta, no me cabe en la cabeza que alguien pueda olvidar el de algún familiar o peor aún, aquellos que olvidan (o dicen olvidar) el suyo propio. A finales de abril yo ya me voy poniendo nervioso pensando en el que seguirá cayendo, balanceando lo vivido en los últimos doces meses enfocando lo que se deja entrever por el horizonte. Este año además mis hijos me han regalado un tarjetón pintado y escrito a mano en el que, entre otras cosas, me agradecen la ayuda, los abrazos, el amor y…. ¡las tareas que hago en la casa! Está mal que lo diga, pero qué bien educados tenemos a estos niños que serán pronto adultos y se enfrentarán a sus primeras decisiones políticas. Hay que celebrarlo.

La personal se entremezcla con la electoral, crecer en años es asimilar los resultados de las votaciones sin enfadarte, es tener claro que todo lo dicho por cualquiera hasta la fecha suele ser papel mojado cuando finalizan los recuentos, sin dolores de cabeza, malos rollos ni vergüenza ajena. Así es lo que tenemos y así va a seguir. Líneas rojas convertidas en pactos y declaraciones institucionales inamovibles por un quítame allá esas pajas. Porque al final quedan las personas, se olvidan los partidos y las siglas que seguirán cayendo y sólo permanecen las amistades y el trabajo serio. Gentes de todo el país y de todo color con los que tienes la suerte de llevarte estupendamente, que eran políticos el domingo por la tarde y ciudadanos de a pie el domingo por la noche. Y viceversa. Qué locura de elecciones. Qué necesario todo. Un batiburrillo de votos que decanta la balanza en media España. Así es la democracia, bendita sea. Claro, también hubo que celebrarlo.

Leí en algún lugar que de nada vale la cantidad de contactos que tengas, sino cuántos de ellos te responderán con una sonrisa cuando quieras localizarlos. Por mi cumpleaños el teléfono no dejó de sonar ni un segundo, como siempre. Por las elecciones no dejé de hacer sonar multitudes de teléfonos, como siempre. Reconociendo el buen trabajo ajeno o dedicando palabras de ánimo. Cuando hay cercanía el resto pasa a un segundo plano.

Esto es lo que no tiene precio, esto es lo que te hace crecer. Esto es lo que por tu parte hace crecer a otros. Esto es la vida y que sigan cayendo los años y las ideologías.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
29 de mayo de 2019

Reflexiones políticas en distancias cortas

Tengo la suerte de pertenecer, en mayor o menor medida, implicación y sustancia, a varias asociaciones de todo tipo. Una de ellas es ADIMUR, la Asociación de Directivos de la Región de Murcia en la que además soy uno de los vocales de la junta directiva. Tras pasar por AJE, la Asociación de Jóvenes Empresarios que tantas alegrías me dio, este era el paso necesario, un espacio más amplio y quizá con más experiencia, al menos por mi parte, en el que volcar las inquietudes de una figura no siempre bien valorada y en el que estoy conociendo gente de lo más interesante. Agradecer por adelantado el trabajo realizado por los Presidentes entrante (Antonio López) y saliente (Javier Navarro). Menudo par de máquinas.

Entre los objetivos de ADIMUR están fomentar el conocimiento y relación entre los directivos con el entorno empresarial e institucional, fomentar la mejora de las competencias profesionales y sus valores, poner en valor nuestra labor siendo altavoz de las reflexiones y opiniones surgidas de nuestras reuniones, cooperar con instituciones, organismos y administraciones de interés público y privado, aportando nuestro punto de vista sobre aspectos relacionados con la dirección y gestión de empresas, facilitar las relaciones interprofesionales y el intercambio de experiencias entre asociados, sensibilizar a empresarios y a la sociedad en general de la importancia de la función directiva en las organizaciones empresariales. En definitiva, queremos ser un instrumento eficaz para los directivos de nuestra Región, conscientes del papel que tenemos en la generación de riqueza y bienestar.

Una de las últimas actividades realizada han sido los desayunos de trabajo con los candidatos a las elecciones autonómicas murcianas que se celebran este domingo. Durante varias semanas nos hemos sentado a tomar café de modo informal con los cabezas de lista, a los que hemos entregado nuestro Manifiesto ADIMUR, consistente en cinco grandes puntos sobre los que construir el futuro de nuestra Región de Murcia: Educación, formación y empleo, Económico, social y laboral, Agricultura, Turismo y Cultura e Infraestructuras. El documento está disponible en la web de la asociación para el que quiera consultarlo. Estos encuentros con asociados demuestran que no todos los directivos y empresarios están cortados por el mismo patrón como algunos quieren transmitir.

Una actividad en la que personalmente me ha sorprendido la cercanía de todos ellos, muy alejados en las distancias cortas de los discursos amarillistas y provocadores que muchas veces vuelcan en sus mítines o redes sociales. Será que me estoy haciendo mayor o que ellos son más jóvenes que la media de políticos nacional. Con todos me iría sin duda de cena y copas, aunque tengo claro a quién no votaría nunca.

Al menos hoy.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
22 de mayo de 2019

Jaime Altozano y la importancia de la música

Desde que dejé el triatlón tras aquel objetivo conseguido en 2017 y bajé el ritmo general de entrenamientos deportivos tenía claro que antes o después debía encontrar otra “diversión” atlética para liberar la mente del estrés laboral. Así que sin muchas esperanzas ni expectativas, me apunté a un gimnasio. Hace ya casi un año de aquello y la verdad es que me está gustando bastante, quizá porque siempre aprovecho para ver algún capítulo pendiente de las series que sigo. Ayer olvidé los auriculares y, como los veo habitualmente en inglés con subtítulos, decidí seguir la rutina habitual con un episodio de Mad Men. Tremendo error. Aunque podía seguir la trama sin dificultad faltaba algo, y no sólo eran las voces, era el ruido ambiente, los efectos sonoros y sobre todo la música. Porque no te das cuenta de su importancia hasta que la quitas.

Los directores lo tienen claro: las escenas a cámara lenta generan un sentimiento intenso en el público. Añade un buen encuadre, fotografía, selecciona localizaciones y la escena será épica. Súmale un sólido argumento, unos cuidados decorados, una correcta ambientación y tendrás algo mítico a nivel visual. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿verdad? Pero si lo que quieres es una escena inolvidable, ésta debe estar asociada a un motivo musical. Y lo puedes comprobar desde “A Dios pongo por testigo” en “Lo que el viento se llevó” con la mítica BSO de Max Steiner hasta “Me has conocido en un momento extraño de mi vida” de “El Club de la Lucha” con “Where is my mind” de Los Pixies. Esas escenas sin música no valen un pimiento.

Si quieres entender la importancia de la música en el cine, lo mejor que puedes hacer hoy es suscribirte al canal de YouTube de Jaime Altozano, un fenómeno de la divulgación, que habla con una claridad y consistencia que ya quisiera más de un catedrático. Sus vídeos de los motivos, temas, personajes, tramas y demás parafernalia musical analizando películas como El Señor de los Anillos, Harry Potter o Interstellar (mi preferido por su personal aportación de la concepción psicológica de la trama padre-héroe) son “boccato di cardinale”. Y no se quedan atrás las explicaciones sobre escalas, armonías, acordes y modas musicales. Con casi 1 millón y medio de suscriptores se ha convertido en una referencia de manera más que merecida.

Algunos podemos presumir que vivimos en directo cuando Jaime analizó el disco “Malamente” de Rosalía y la artista respondió con una serie de Stories en Instagram, sorprendida de lo certero del examen tanto musical como temático/conceptual. Lo dicho, este tío es un genio, y tenemos la suerte de poder disfrutarlo gratis. O apoyándole por cuatro duros al mes a través de Patreon, como acabo de hacer yo mismo antes de enviar esta columna al editor del periódico.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
15 de mayo de 2019

Nuestras madres, nuestras mujeres, nuestras hijas

Todos tenemos al menos una mujer en nuestras vidas: nuestra madre. Y con motivo de su día el pasado domingo, creo que merecen un pequeño homenaje, ese que les regateamos siempre y que nunca es suficiente. Ese que ya, ese que ahora. Ese que va.

Comienzo por Milagros, mi madre, toda su vida trabajando de maestra, enseñando (asignaturas y otras cosas que sólo los verdaderos maestros saben enseñar) a los críos que tiene todavía cada día en clase. Mi madre me parió con dieciocho y la confundían con mi hermana en cuanto crecí un poco. Mi madre ha estado al pie del cañón echándose la casa a hombros y sacando adelante a dos hijos con muchas alegrías, algunas penurias y más de un zapatillazo. Seguro que os veis identificados en estas letras y decís que la vuestra tal y cual, pero como la mía no hay ninguna. Mi madre es tope de gama, como dice mi hermano. Nombrar a mi madre saca una sonrisa en la cara a cualquiera de sus conocidas. Como para no estar orgulloso, como para no querer seguir sus pasos. ¡Gracias Madre!

Y seguimos andando entre mujeres, porque algunos tenemos además la suerte de añadir otras protagonistas femeninas a este camino que nos toca recorrer entre la vida y la muerte, entre que nacemos (nos paren) hasta que morimos (nos entierran). Personalmente puedo sentirme afortunado porque otras tres pedazo de tías me están acompañando o me han guiado hasta estos días y lo que me queda por delante: Mi esposa, mi abuela y mi hija.

Paz, mi mujer, madre también de Paz, mi hija, que se iba a llamar Aurora, como mi abuela. Y es que la conexión entre las tres ha sido siempre muy especial. Paz madre es la lotería que a uno le toca en vida y Paz hija tiene todas las trazas de ser tan grandísima persona como la que le dio nombre. Una nena de once años mezcla perfecta entre el sentido común de una visión de la vida privilegiada y el desparpajo lógico de su feliz infancia. Las dos Paces son un equipazo que a los Nachos nos dan sopas con onda. Qué bueno es reconocerlo, qué bien se queda uno sabiendo que está en buenas manos. ¡Gracias Paces!

Acabo con mi abuela, estandarte Ruiz (ese segundo apellido que muchos confunden con el primero pensando que tengo nombre compuesto). Esta bandera sí me representa, ondeada por ella al son de sus enseñanzas, que son tantas que me faltan líneas. Que aún desde el otro lado me enseña cada viernes sus puntos de vista únicos y auténticos, como la estación de lluvias que llega tras la época desértica.

Es una suerte tenerlas, es un placer disfrutarlas, es un orgullo acompañarlas.

Nuestras madres, nuestras mujeres, nuestras hijas.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
8 de mayo de 2019

Madrid, Madrid, Madrid

Antes de disponer de esta columna semanal ya escribía de manera más o menos asidua en mi blog personal volcando, al igual que hago ahora cada miércoles en estas páginas de papel, lo que se me pasaba por la cabeza quizá con más ganas que criterio y con más ilusión que destreza. Buceando entre los folios digitales he reencontrado una especie de poema de 2012 donde intentaba definir Madrid, esa ciudad que si no te mata te hace más fuerte, que está tan cerca del cielo como del infierno y que puede ser punto de partida o pozo sin fondo con las mismas probabilidades.

Madrid fue mi segunda casa durante una larga temporada, suelo ir con frecuencia y sigo teniendo, con permiso de Renfe y compañía, familia y buenos amigos allí. Imagina la ilusión que me hace visitarla con mis hijos, que como buenos herederos adquirieron de sus padres ese gen viajero que no todos saben gestionar, con la sonrisa en la cara aunque estuviéramos en la calle quince horas seguidas, disfrutando juntos de un lugar que siempre está ahí para sorprenderte, porque por mucho que creas conocer sus calles, sus barrios o sus gentes, Madrid siempre atrapa con algo diferente. Mis hijos, una vez más, haciéndome tan feliz como orgulloso. Qué bien lo estamos haciendo, cariño.

La Media Maratón fue esta vez la culpable de que desembarcáramos en pandilla, disfrutando de un fin de semana en familia, ideal para correr y apretarse un poco las tuercas que no venía nada mal después de dos años sin ponerme un dorsal de competición y cinco sin realizar esta preciosa distancia que son los veintiún kilómetros a pata, que aunque parece la mitad es mucho menos y los que han corrido la distancia de Filípides lo saben bien.

Iba justo de preparación pero fuerte de cabeza (para no variar) en una mañana fría y soleada, escenario perfecto para lanzarse a las calles del centro de la capital, por las que fui sumando cansancio y recuerdos a partes iguales: Castellana arriba, Torres Kio, Bravo Murillo, Cuatro Caminos, Raimundo Fernández Villaverde, O’Donnell, Goya, Velázquez, Serrano, Colón, Retiro y Paseo del Prado. ¿Puede haber un recorrido más precioso? Lo dudo bastante. ¿Puede haber un recorrido con más cuestas? También lo dudo bastante. Sufrí en mis carnes la famosa dureza de sus calles para los runners. Para el recuerdo esa maldita rampa del 15 al 16 donde pensé que se me escapaba el crono… Finalmente prueba superada, recortando por los pelos la hora treinta y cinco. Se sube mucho, sí, pero también se baja.

Sensación agridulce el momento de la separación entre los valientes que iban a por los 42 de la maratón completa y los que nos conformamos con la mitad. Me dicen que esa segunda parte es aún más dura. Quizá algún día lo sepa.

O quizá no.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
1 de mayo de 2019