Clase magistral de unos hijos

Comenzar un nuevo año es como cruzar la calle: miramos a derecha e izquierda antes de caminar muy decididos hacia no sabemos bien dónde. Por detrás dejamos principalmente dos cosas, los recuerdos a mantener y los errores a evitar. Por delante en cambio sólo hay un panorama, el que queremos conseguir. Esos inútiles propósitos de año nuevo que nunca cumplimos y que, como una nueva carga en nuestra espalda, nos encorva un poquito más cada ciclo.

Va siendo hora entonces de cambiar estos planes, de reorientar las intenciones, de buscar otros espejos en los que mirarnos alejados de malos ejemplos que nos justifiquen. Y un buen objetivo a fijar en esta nueva etapa, si los tienes, pueden ser tus hijos. Esas personitas que suelen ir por ahí impartiendo clases magistrales sin que muchas veces nos demos cuenta.

Vivimos en un edificio típico de los setenta en Murcia, esas colmenas humanas de muchas plantas, muchas puertas en cada planta y mucha gente en cada puerta. Esta Navidad estábamos tranquilamente en la sobremesa, relajados en familia, cuando mis hijos (de 11 y 10 años) decidieron pintar una felicitación a mano para todos los vecinos. Rollo cadena de montaje entre dos. Una ponía el texto y otro firmaba. Ella pintaba un árbol con bolas y él escribía el piso y la letra. Más de treinta papelitos que entregaron sigilosamente encima de cada felpudo en un trabajo digno de espías para que no fueran descubiertos por nadie. Reparto perfecto.

Y entonces, surgió algo que nos dejó muertos a todos: un rosario de gente que se fue acercando a nuestra puerta emocionada de sentir por primera vez en años lo que posiblemente mucho tiempo antes fuera la Navidad para ellos, que coincide con lo que siempre será la Navidad para los niños. Y otros niños del edificio imitaron la acción y recibimos postales navideñas a mano hechas por ellos. Gracias a este gesto nos enteramos de que una vecina hace unos dulces de escándalo que probamos deliciosamente o que otra es escritora de cuentos infantiles y comparte raíces genealógicas con alguno de nosotros. También recibimos algún “Christmas” con sorpresa en forma de aguinaldo para asombro de los peques.

Pero lo mejor de todo fue la continua sonrisa en la cara de todos esos vecinos con los que durante años solo hemos intercambiado un “buenos días” o “qué temperatura hace esta mañana”, transformada en una retahíla de otras frases más personales y sin duda, intencionadas y sinceras. Qué frío se está volviendo todo y qué fácil es calentar el ambiente. Sólo hacen falta unos papelitos, unos colores, un par de niños y su ilusión.

Que dure mucho lo que nos enseñan y que nosotros, los padres, seamos capaces de descifrarlo.

¡Feliz año nuevo!

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
8 de enero de 2020

Acabas aceptando

A modo de epílogo anual o de una vida, que en el fondo puede ser lo mismo, por fin reconociste que es un cansancio vivir a la contra, salirte del redil, actuar de forma diferente o pensar por ti mismo alejado de los convencionalismos políticos, éticos o religiosos del resto. Es difícil ser uno auténtico, la maldita zona de confort que tantas bocas llena y tanta rabia te dio siempre se convierte ahora en un objetivo casi vital.

Probablemente durante la juventud saliste airoso, incluso reforzado, pero fuiste creciendo y todo se puso tan cuesta arriba que fue mejor girar ciento ochenta grados sobre tus talones y dejarte suavemente caer hacia abajo decidiendo ser uno más. Como si llevaras patines. Sin dolor, sin pena, sin remordimientos ni agonía. Dejarse llevar suena demasiado bien, decían por ahí. Y más aún ahora que comienza la Navidad: desde verano puedes comprar su lotería, a principios de otoño ha llegado al Corte Inglés y todas las aplicaciones de móvil que usas a diario ya están a estas alturas disfrazadas de rojo, verde, árboles y campanitas resumiéndote el año en canciones, en deporte o en lo que se tercie, que de nuestros datos viven y así nos los muestran para que picando como electrónicos pececitos en sus e-anzuelos sigamos compartiendo lo que a prácticamente nadie interesa.

La Navidad está aquí de nuevo y no serás tú el que se niegue a disfrutarla. Ya lejos aquella época de Grinch o de personaje de lacrimógena novela con nieve de Dickens que todos han protagonizado en mayor o menor grado alguna vez, decidiste sumergirte y deleitarte llegado el momento de la paternidad. Cuando tienes hijos debes, aunque cueste, dejarte ir y resbalar provoca sin darte cuenta un estado de continuidad que lleva al cambio, por lo menos aparente, al admitir, al resumir de otro modo los doce meses que sin tregua se te echan encima en un infinito bucle que acabas aceptando.

Acabas aceptando.

Desde hace unos años acabas aceptando los regalos inservibles, acabas aceptando las superfluas comidas pantagruélicas, acabas aceptando las borracheras innecesarias, las fiestas multitudinarias, acabas aceptando ser y que sean contigo más falso que Judas en los eventos familiares, acabas aceptando el tan odiado por otros consumismo y los envíos insostenibles por Amazon, los villancicos de los sobrinos, la iluminación de las calles, acabas aceptando los amigos invisibles, los anuncios de turrón, el décimo compartido y los redundantes propósitos de año nuevo.

Acabas aceptando que todos sonrían, que todos regalen, que todos acaben aceptando.

Acabas aceptando todo lo que te sirva para olvidar las ausencias: la verdadera gran putada de cada Navidad, esos que ya no están aquí para disfrutarlas/vivirlas/criticarlas contigo.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
18 de diciembre de 2019

Crucificando héroes

Hubo un tiempo en el que no todo estaba politizado. Hubo un tiempo en que los personajes históricos ejemplares pasaban con más o menos soltura el análisis a posteriori que con el transcurso de los años suele recrudecerse. Esa revisión de sus pretéritos actos pasados por el tamiz de la perspectiva de otros tiempos.

Salvando las distancias, casi todos compartimos héroes comunes, personas que hicieron algo realmente importante, a veces de manera involuntaria, por lo que son recordados eternamente. El catálogo es amplio: artistas, inventores, descubridores, científicos, luchadores por los derechos sociales, estadistas, empresarios e incluso deportistas. Y eso dejando fuera a los personajes de ficción que, por qué no, también modelan conciencias y forjan comportamientos.

Hubo un tiempo en que nadie se cuestionaba si tal persona cojeaba políticamente del pie que no te gusta, si era de izquierdas, de derechas o tenía intereses ocultos más allá del beneficio mayoritariamente social que generaba. Porque si alguien es un héroe, en mi opinión, es porque remueve las mentes haciéndote plantear las cosas de un modo diferente, dándote un tortazo y diciendo: «¡Despierta!». O quizá siempre ha habido los que a todo le quieren sacar punta, criticando cualquier novedad que les saque de su estado de comodidad y como éramos pequeños o eran otros tiempos no nos dábamos cuenta.

Es curioso hablar con los que te rodean viendo cómo cada uno tiene un concepto diferente tanto de lo que es un héroe como lo que este defiende, apareciendo por tanto visiones diferentes de los motivos que convierten a uno en tal cosa. Dependiendo de tus ideales, de tus convicciones o incluso de tu trabajo, familia o lugar de nacimiento, estos cambiarán. Pero hay algunos que deberían ser idolatrados por todos. Sí, algunos son ídolos más que héroes, o ambas cosas, que para el caso que nos ocupa la diferencia es estúpida. Iconos, mesías, me sirven todos.

Tachadnos de inocentes, tachadnos de lo que queráis, pero dejadnos tener nuestros héroes, dejadnos ilusionarnos con que un mundo puede ser mejor si alguien se atreve a dar los pasos que nosotros, desde el sofá, no vamos nunca a dar porque preferimos plácidamente soñar con que algún super invento tecnológico nos permita seguir haciendo aquello que sabemos que no está bien pero nos cuesta horrores cambiar.

Quiero seguir teniendo figuras que imitar, personajes a los que querer parecerme para así seguir creciendo, seguir aprendiendo y también, por qué no, seguir enseñando. Porque andamos muy faltos de héroes y para uno que aparece de tanto en tanto, somos muy de crucificarlo.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
11 de diciembre de 2019

Cuatro años más de bicicletas

Entre las infinitas ventajas de la bicicleta como medio de transporte en las ciudades hay una que toma especial relevancia en un momento como el actual. Se trata de la necesidad de que una mente real tome las riendas, elija una dirección y marque un punto de destino al que llegar transformando energía animal en movimiento, alejado de la impersonalidad de una máquina individual o de un programa informático.

Tengo la suerte de trabajar con la Red de Ciudades por la Bicicleta desde hace ya tiempo y el pasado viernes se celebró su Asamblea General en la que, además de celebrar que justamente cumplimos una década, tocó renovar Junta Directiva, el brazo político de la asociación compuesta por ya 123 entidades públicas de todo el país, principalmente ayuntamientos, que tras cuatro años y como marcan los estatutos llegaba al final de su mandato liderado hasta la fecha por Antoni Poveda, del Área Metropolitana de Barcelona.

Antoni conformó la nueva Junta Directiva a través de una candidatura de consenso que fue apoyada por todos los asistentes y que estará compuesta, hasta 2023, por la propia Área Metropolitana de Barcelona renovando su Presidencia; Sevilla, Bilbao, Murcia y Valencia como Vicepresidencias; y Alicante, Valladolid, Palma, Gijón, Santander, Zaragoza, Donostia, Sant Boi de Llobregat, Fuenlabrada, El Prat de Llobregat, Elche y Cáceres como vocales. Una composición heterogénea en color político, ubicación geográfica y tamaño, lo cual supone un plus de trabajo y responsabilidad que desde el equipo técnico asumimos encantados puesto que en dicha Asamblea también aprobaron por unanimidad los puntos del día que nos afectaban más directamente: gestión técnica, informe financiero anual, presupuesto para el 2020 y plan de trabajo para esta nueva Junta Directiva 2019-2023.

Una asociación como la Red de Ciudades por la Bicicleta, compuesta por entidades públicas de todos los colores, necesitaba concentrar su energía en los objetivos comunes y para ello hacía falta cohesionar los puntos de vista de todos los actores directos e indirectos. Hacían falta personas que, pedaleando entre burocracia política, consiguieran sacar a la luz el brillante lado humano de los organismos municipales, regionales, nacionales y europeos.

Un equipo técnico que no habría podido hacer nada sin la excelente Junta Directiva con la que hemos trabajado (y que ha sabido dejar trabajar) en el periodo 2015 – 2019 para situar la bicicleta en el lugar que le corresponde dentro de la sociedad. Ahora, con la nueva, vamos a por otros cuatro años más de bicicletas. Gracias por seguir confiando en mí y el resto del equipo técnico, estaremos a la altura para seguir siendo la entidad con más influencia política en los asuntos de movilidad ciclista del país.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
4 de diciembre de 2019

¿Por qué no escribo sobre política?

Es habitual que me pregunten por qué no escribo sobre política. Por qué no me mojo, dicen algunos. El motivo principal es que actualmente hablar de política se confunde con hablar de políticos y de partidos. Parece que si no criticas a Pedrito, Menganito, Pablito o Zutanito no estás haciendo política o no te estás mostrando. Parece que si no aplaudes a Alberto o Santiago estás en su contra. Pues miren, no. Hablar de política es hablar de ideas, no tirar de hemeroteca buscando en la basura ese vídeo de hace diez años o ese tuit desafortunado de hace diez horas que precisamente cobra sentido justo cuando a ti te interesa.

Casi todo lo que escribo tiene un regusto a política, tiene un tinte de ese estilo si eres capaz de entenderla como la entienden aquellos que la usan para arrimar el hombro con las herramientas que cada uno tiene a su alcance, justo al contrario de la histórica (e histriónica a la par que certera) definición de Groucho Marx: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.» Para mí hacer política es ayudar a los demás.

No hablo de política porque tú vas a leer lo que quieras entender, así funcionan las redes sociales ni más ni menos, enseñándonos aquello que nos gusta y con lo que estamos de acuerdo, incluso cuando es mentira. O peor aún, incluso cuando puedes intuir y oler que es mentira pero lo disparas a través de un grupo de WhatsApp porque te quema en las manos. Y no tienes ni idea (o peor, sí la tienes) de lo que vas a acabar generando. Enseñar lo que gusta, en base a tus likes, y ocultar aquello con lo que no comulgas. El periódico perfecto, ¿eh?

Algunos confunden la equidistancia con la perspectiva, con la capacidad de cambiar de punto de vista a menudo, de encontrar lo bueno entre tanta mediocridad. La política no puede pasar por ese que ostenta seis cargos diferentes en seis años. No puede ser dar clases de emprendimiento o economía doméstica sin haber cotizado en la vida. No puede consistir en una campaña electoral permanente.

No escribo de política porque no tengo miedo a hacerlo, pero nunca de la manera que tú, mamporrero online y cobarde en persona, quieres creer que es la correcta. Porque la política es educación y, por qué no, cambiar de opinión hoy, mañana y pasado si las circunstancias son diferentes. O favorables. Que ya basta de postureo.

De política prefiero hablar con mis amigos, usando los gestos, las manos, las miradas y el tono que también uso en persona con los políticos, a los que tengo la suerte de conocer de todo tipo y condición, de todo partido y circunstancia, consiguiendo que les llegue lo que quiero que conozcan, no malinterpretado o tendencioso, sino de mi voz y boca, en directo y a la cara.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
27 de noviembre de 2019

Maldito refranero

El día que comencé a dejar para mañana algunas de las cosas que podía hacer hoy me cambió la vida. El refranero español es tanto cuna de sabiduría como mentiroso compulsivo y generador de frustraciones. Sus motivos tendrá y Dios sabrá cuáles son pero para empezar que alguien defienda eso de que ayuda a quien madruga. Comenzamos mal pero siguiendo la cosa se pone peor. Hemos oído hasta la saciedad eso de “en abril aguas mil” cuando en Madrid, Londres o New York, por poner tres ejemplos cercano, lluvioso y lejano respectivamente, cae del cielo más agua otros meses del año.

Hay palos que nunca aguantan su vela, gente que te quiere y no te hará llorar, los hay sin boca que se equivocan y sabios que nunca rectificaron. La sarna siempre pica, un grano sí hace granero y hay cántaros que no se rompen por muchas fuentes que visiten. Lo que entra por un oído se queda dentro, puedes dar primero y que de vuelta te den tres veces, puedes preferir burro pequeño aunque no ande, puedes abarcar y apretar, puedes pensar bien y acertar.

Conozco buenos árboles con mala sombra, tontos que se salen de la linde, animales que tropiezan cien veces con la misma piedra y humanos que sólo necesitan un aviso para no recaer. Hay muchos males que por ningún bien vienen, gente que mira hasta la garantía del caballo regalado, cerdos a los que nunca llega su San Martín y pequeños remedios que solucionan grandes males. Hay pocos que pongan buena cara al mal tiempo, algunos que siempre dan pero nunca toman, afortunados en el juego y también en el amor, perros flacos sin ninguna pulga y sacos llenos que la avaricia no sabe romper.

Lamentablemente se coge antes a un cojo que a un mentiroso, hay monedas con sólo una cara, consejos que se venden y además se tienen, cuervos agradecidos, gatos pardos de día, astillas que no se parecen al palo, tempestades que nunca acaban en calma y peces chicos que se comen al grande. Tengo un amigo que se fue a Sevilla y guardó su silla, uno al que llamamos rey de Roma y que nunca asoma y otro que prefiere el riesgo de cien pájaros volando a uno en la mano.

Y dejo este repaso con los dos refranes que sin duda más daño han hecho en la historia: “No hay dos sin tres” y “A la tercera va la vencida.” ¿Cómo demonios se come esto? Hablando de comer, aquel que tuvo la lucidez de decir por primera vez lo de “Sobre gustos no hay nada escrito” se quedó en la gloria, porque posiblemente sobre preferencias, opiniones y estilos encontrarás hasta tratados de miles de páginas.

Como este mismo texto, simple y personal. Eso faltaba, que no nos dejaran ni compartir pasiones, satisfacciones, deleites o agrados.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
20 de noviembre de 2019

Cura de humildad

Todo se reduce a la relatividad. Ahora que va entrando el invierno tenemos un ejemplo perfecto con el frío que comenzamos a sentir, viniendo de este otoño especialmente cálido, cuando cualquier temperatura algo menor nos parece congelar. Habitualmente nos comparamos. Nuestro cuerpo se compara con cómo estaba ayer. Relativizamos. De pequeño aprendí aquel poema de los altramuces de Calderón de la Barca que comenzaba con: “Cuentan de un sabio que un día, tan pobre y mísero estaba…” y posiblemente dejó huella. Sin posiblemente. Reléanlo si pueden. Todo es relativo.

Algo parecido siento siempre en los congresos nacionales de directivos que organiza CEDE y a los que asisto como miembro de la Junta Directiva de ADIMUR, la Asociación de Directivos de la Región de Murcia, que sigue paso a paso creciendo cada día y poniendo en valor una figura que no siempre se valora como debiera, al menos en mi opinión. Estigmatizada y marcada como lo que desde fuera se puede pensar que es, pero desde dentro está claro que no.

En estos eventos, tocaba en Málaga, uno tiene la oportunidad de resituarse, poner los pies en suelo, cerrar la boca, entornar los ojos, abrir los oídos, conocer cientos de personas que tienen más problemas que tú, son mejores directivos que tú, organizan mejor su tiempo que tú, tienen mejores empresas que la tuya, las gestionan mejor y tienen más problemas y saben resolverlos mejor que tú. Cura de humildad.

Hasta son mejores conductores que tú, porque lo mejor fue el viaje en coche, muchas horas de ida y otras tantas de vuelta en las que aprender de las situaciones extra laborales de mis compañeros de marcha, que al final son las que te hacen crecer: la familia, los amigos, la salud y el espíritu. Esas cuatro bolas de cristal que debes mantener en equilibrio en tu caminar por la vida. Son de cristal porque si alguna de ellas cae, se romperá, no como la quinta bola, el trabajo, que es de goma y al caer rebotará sin daño alguno, como intuyó hace años Brian Dyson, CEO de Coca Cola.

Una cura de humildad a tiempo vale más que un máster a destiempo, cambiar las velas y enderezar el rumbo, fijar objetivo cuando en el horizonte sólo hay aún agua y más agua. Esa es una de las mejores cualidades de un directivo y una enseñanza que me llevo guardada. No tienen ustedes idea de las notas mentales que puede uno tomar en este tipo de actos.

Saquemos el malabarista que llevamos dentro y vivamos centrados en esas cuatro esferas de cristal. Porque acudir a este tipo de cosas, y las que quedan por venir, no es perder un día o una semana, es ganar en todo, manteniendo a flote esas pelotas. Es vivir, joder, que esto vuela.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
13 de noviembre de 2019