El espacio interior.

La puerta no cierra. Lleva así varios meses. Tengo grabado el ruido que produce y dejaría de hacerlo si me animo a solucionar el asunto. En el fondo le tengo cariño así que seguirá rota. Tampoco es que haya algo de lo que me necesite proteger encerrándome en esta cochambrosa cápsula espacial que ahora es mi hogar. La vida en la Luna no es lo que era. Aquí no quedamos más que cuatro gatos solitarios para los que ya nada tiene mucho sentido. Debo rondar los sesenta años aunque no estoy del todo seguro. Cuando partió el último transbordador de vuelta nos quedamos incomunicados. Lo sabíamos y lo asumimos, mantenerse aquí significaba soledad profunda y quizá eterna. No habría otra opción. No habría otro viaje. Colonizar nuestro satélite resultó no ser buena idea. Se desechó tras varias misiones fallidas, muchas muertes innecesarias y falta de inversiones. Lógicamente había otros planes en nuestro planeta, había otras necesidades, otras urgencias. En la lacrimógena reunión de despedida se cerró el trato: a cambio de quedarnos aquí la vida de nuestros descendientes estaría resuelta para siempre allí. El trabajo encomendado no era complicado, mantenimiento de las cuatro cápsulas. Una persona en cada una. Tan separadas entre ellas que nunca volveríamos a encontrarnos. Jamás volveríamos a vernos. Adiós para casi siempre. Su idea era retomar la colonización más adelante. ¿Cuándo? Ellos no lo saben. Tampoco importa mucho. Ni que dependiera de nosotros. No hay miedo, llevo muy dentro el espacio exterior.

Salgo a dar un paseo y veo lejana nuestra pequeña bola azul. Observo cómo la Tierra, suave, late. Noto cómo bombea relajada su sangre en forma de nubes, agua, rayos, viento, tormentas y ese eterno vaivén entre el día y la noche. El tiempo aquí pasa despacio. Hasta he puesto nombre a las constelaciones que me he inventado. De pronto algo me ciega. No oigo nada pero un temblor me tira al suelo. Consigo levantar la cabeza y alcanzo a ver el rastro de un meteorito. No es raro que tengamos pequeños sustos pero este ha sido enorme. Aunque nada comparado con lo que nos viene, una descomunal mole que atraviesa el orbe sobre mi cabeza. Es tan grande que no acierto a calcular su tamaño. Roza la Luna. Dada su magnitud desde la Tierra deben haberla previsto hace años. Me entristece pensar que aquí no sabíamos nada. Nunca sabemos nada. Se dirige hacia ellos a una velocidad asombrosa. En menos de 6 horas entrará en la atmósfera terrestre. Se me hacen eternas. Intento encender la radio y obtener alguna señal del resto de cápsulas o de la propia Tierra. Negativo. No hay manera de saber nada más de lo que muestran los ojos. Envuelta en llamas la roca voladora se aproxima al lugar en el que todos nacimos. La colisión es inminente. Se convierte en infinita la luz que desprende. ¡Impacto!

Súbitamente despierto sudoroso. Mi cabeza, como la Tierra en la pesadilla que acabo de tener, está a punto de explotar. No vuelvo a beber. Menuda resaca.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 17 de Agosto de 2016

Fecha original de publicación:17 agosto, 2016 @ 12:04

Vacaciones en modo avión.

Cada uno decide qué hacer con el tiempo que le ha sido concedido. Hace ya muchos años leí o escuché esta frase en algún libro o película que ahora no recuerdo. Me impactó de un modo tan brutal que aún aparece entre mis pensamientos a menudo. Vuelve a mi cabeza en estos primeros de agosto porque veo lo complicado que supone a veces gestionar nuestros horarios cuando no tenemos las obligaciones laborales de un día cualquiera. Cosa que sucede ya sea teniendo mucho o poco tiempo libre. Parece que no tiene que ver con eso. Tiene que ver con nuestro actual modo de vida. Ayer mismo tuiteaba que a veces en vacaciones no sé cuándo toca qué. Parece que no sepamos estar sin hacer nada. Esta vida interconectada que nos libera y nos ata con la misma fuerza. O quizá solo me pase a mí y esté generalizando un comportamiento personal. Hablo como pequeño empresario y autónomo, pero imagino que en función del puesto o del jefe que tengamos puede ser aplicable a todo tipo de trabajos o situaciones laborales. Esos críticos momentos en los que llega trabajo por realizar y aunque no sea urgente ni importante la mala costumbre te pone en estado de alerta impidiendo dejarlo pasar. Y lo realizas, rompiendo el ciclo tan necesario de hacerlo esperar, que además revalorizaría posteriormente su misma ejecución. Todo es cuestión de priorizar.

Publicamos en Facebook que estamos en la playa desconectados, de relax, pero lo hacemos con el smartphone en la mano y el wifi del chiringuito enchufado. Y con miedo a quedarnos sin batería. Si eso es desconexión, apaga y vámonos. Nuestras vidas necesitan de nuevo un poco de aburrimiento, necesitan de nuevo quedarse mirando al infinito mientras pasan las horas (vale, podemos comenzar por algunos minutos). Nuestras vidas necesitan ponerse temporalmente en modo avión. Está subestimado lo buenísimo que para los niños es quedarse quietos. Haciendo nada. Esas siestas eternas respetando el descanso de la abuela en las que casi nunca te dormías pero tenías que tumbarte en la cama y mirar el techo durante dos interminables horas que activaban una específica parte del cerebro que ahora no acaba de despertarse. Nos hace falta divagar. Hay que decirlo más. Vidas en modo avión. Sin volar.

También sirve tomarse tres latas seguidas de cerveza de cháchara con tu mujer y tu prima mientras anochece a tu alrededor, comienza a refrescar y se te olvida cenar elucubrando sobre los pasatiempos de nuestros bisabuelos. Nos los imaginábamos hablando, leyendo, cosiendo, rezando, reconociendo las estrellas y las constelaciones o sentándose a tomar el fresco. Nada más. Y nada menos. Es triste que hoy en día eso que hacían nos pueda parecer poco. No es poco, piénsalo bien. Es mucho pero tan escaso actualmente que nos sorprende e incluso en ocasiones genera rechazo o ironía. A tiempo estamos de rellenar nuestras vacaciones (y qué demonios, rellenemos también nuestras vidas) con esos detalles tan fácilmente alcanzables como necesarios.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 10 de Agosto de 2016

Fecha original de publicación:10 agosto, 2016 @ 11:52

Viajar desde Murcia… ¿Misión imposible?

Era febrero de 2016 cuando en estas mismas páginas escribía una de las miles de anécdotas que como viajero de tren habitual entre Murcia y Madrid sufro (o sufría) a menudo en estos trayectos. «Los trenes eternos» puse por título a aquella columna que, mal que me pese, sigue tan vigente como hace un lustro. Que se dice pronto.

Tras el parón de viajes por el Coronavirus, hoy mismo (escribo en marcha) retomo los viajes a la capital de España. Creo que es la primera vez en mi vida que estaba más de un año sin pisar Madrid y, quizá por el olvido al que todos hemos debido someter nuestras experiencias tras la traumática pandemia, no recordaba (o como diría aquel, no quería acordarme) el cuerpo de trapecista que a uno se le queda en estas peripecias. No es esto algo nuevo, claro está, varias décadas de promesas incumplidas, de proyectos sin sentido y de brindis al Sol que dejan a los murcianos en la misma casilla de salida cuando queremos movernos por la península. Atentos.

Para la ida nos han metido en un autobús desde Murcia a Albacete (aun cuando lo comprado era un billete de tren), una escala de media hora en Los Llanos y luego un AVE hasta Atocha. La vuelta, pasado mañana, será en tren de alta velocidad hasta Orihuela, pero claro, sumándole la espera en la vecina ciudad alicantina y el último sprint (puede usted reírse) de acercamiento en Cercanías hasta El Carmen, llegaré a casa casi al mismo tiempo que llegaba antes cruzando La Mancha.

Entiendo, suelo ser fácil de convencer cuando el que me habla tiene argumentos de peso, la dificultad de organizar y vertebrar las comunicaciones en una ciudad, en una región, en un país o en un continente. Por eso me pregunto si los que se sientan a pensar sobre las opciones que hay encima de la mesa son protagonistas luego de las decisiones que ellos mismos toman.

Al igual que en otras tantas facetas de la vida, solo pido un poco de empatía, algo de cariño y mucho conocimiento de causa a cualquier persona que tiene mano en algo, que de sus acciones dependen otras personas. No estamos haciendo bien las cosas cuando la distancia entre los despachos y la calle cada día es más grande.

Pero claro, para pedir soluciones quizá hagan falta personas a la altura y desde luego que, visto lo visto últimamente, de altura política, que en el fondo suele ser el origen y final de todos los males de la ciudadanía, andamos bastante escasos en esta parte del mapa.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
Abril de 2021

Los ojos que hablan.

Se mete en la cama relajado. Ha sido un día de entrenamiento intenso, compaginado como siempre con el trabajo en el instituto. Dar clase de matemáticas a chicos de 16 años es más duro que esprintar en la pista de atletismo. Se acuesta con esa sensación de plenitud que sólo da el saber que has cumplido con tu parte del trato con la vida. Su mujer duerme tranquila. Al lado los gemelos, en quince días cumplen tres años. Oye cómo todos respiran pausadamente mientras poco a poco se va quedando dormido. Sueña con la competición de mañana donde se juega el pase a los Juegos Olímpicos representando a su país, el más avanzado de Oriente Medio.

Se levanta temprano, lleva a los nenes al cole y acompaña al trabajo a su mujer. Esas sonrisas. Ambientazo en el pabellón, el nivel deportivo del país siempre ha sido alto. Pocos minutos para el inicio de la prueba. Está nervioso, es el momento más importante de su vida. Se ata los cordones de sus zapatillas preferidas, naranjas y blancas. Suena el disparo y se deja la piel. Su brillante melena rubia corta el viento. Consigue la marca, misión cumplida, el año que viene irá a Río. Comida celebración con sus colegas de toda la vida en el mejor restaurante de la capital. No sabe que no habrá año que viene.

Entonces todo se tuerce, comienza la guerra civil. El miedo invade el tuétano. Sus amigos se matan por las calles. Los bancos han cerrado. No hay dinero. No hay familiares. Tiene que salir corriendo con lo puesto y sin papeles. Consigue un billete de barco a ninguna parte. El capitán, compinchado con los matones que ejercen de seguridad personal y miedo colectivo, viola a su mujer varias veces durante el trayecto hasta que no aguanta más y se tira por la borda. No sabe nadar. Se aferra a sus hijos como misión a cumplir. Se los arrancan de las manos al llegar a destino, las mafias le obligan a trabajar en un aserradero a cambio de pagar el billete. Tras seis meses de trabajos forzados consigue escapar junto a otros cinco compatriotas en una situación semejante. Suena un disparo y le roza la piel. Es el día más importante de sus vidas. Acaban de ilegales en España tras dar tumbos por media Europa.

Hoy es sábado por la mañana en Jumilla. He salido a correr por los campos de melocotones cercanos. A doscientos metros veo a alguien parado en medio del camino. Su sucia melena rubia sobresale por debajo de la gorra de trabajo. Noto cómo se queda mirando fijamente mis zapatillas naranjas y blancas. Son mis preferidas. Al pasar a su lado saludo levantando la cabeza y me sonríe. Sé que me sigue observando un buen rato aunque no gire la cabeza para comprobarlo. No hemos intercambiado una palabra. Todo me lo han contado sus ojos en los interminables tres segundos en que nuestras miradas se han cruzado.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 3 de Agosto de 2016

Fecha original de publicación:3 agosto, 2016 @ 14:05

La inmensa idiotez.

En los últimos años me han llamado de todo: machista, facha, progre o antipatriota entre otros imbéciles insultos. Los autores son gente que no me conoce personalmente y ha sacado esas sabias conclusiones por una foto o una frase aislada que han visto en mis redes sociales.

No sé vosotros pero yo empiezo a estar harto de que continuamente se nos critique por lo que hacemos o decimos con el único argumento de los principios morales o de la ideología política del acusador. ¿Quién dice lo que es lógico y lo que no? ¿Quién decide qué comportamientos pueden ser complementarios y cuáles son contradictorios? Un famoso actor de cine decía que si se levantaba tarde le llamaban gandul y si madrugaba mucho le tachaban de pardillo. Personal sin criterio, personal con inquina.

En las redes sociales nos encontramos con los mejores y peores especímenes humanos: esos cobardes que se ocultan e insultan y tergiversan o esos otros que se enrocan en sus ideas cegándose a lo que no entienden. En el primer caso, aunque a veces no lo cumplo, intento auto imponerme la regla de no responder. En el segundo arranco como con todo el mundo, pues no te das cuenta de que te encuentras frente a uno de estos casos hasta que se intercambian varios comentarios. Suelo discutir, argumentar, hasta que veo que no hay opción, que no es posible la sana discrepancia. Quiero pensar que si estuviéramos cara a cara nunca llegaría el momento de tensión que últimamente estoy viviendo cada vez que escribo algo. Soy el primero que meto la pata habitualmente o que parto de hipótesis equivocadas y me encanta cuando alguien, con criterio y educación, me desmonta. Bajo la cabeza, acepto, y rectifico. Y crezco.

He votado a la izquierda por algunas de sus apuestas sociales y a la derecha por algunas de sus propuestas económicas. Intento entrenar todos los días y es raro el día que no me beba una cerveza. Fui objetor de conciencia si bien algunos de mis amigos son militares. No me busques en una iglesia y eso que creo en los valores de la educación católica. Me gusta moverme en bici pero también tengo coche y uso ambos medios de transporte. Me encanta ver (y correr) los encierros de toros, aunque no me verás en una corrida. Oigo punk, heavy metal, música clásica o hip hop con la misma pasión y frecuencia. No compro ropa de marca pero me gasto una fortuna en zapatillas de deporte o un pulsómetro.

Somos nuestras contradicciones y es bueno que así sea. Si encajáramos perfectamente en las ideas de la cabeza de otro es que la nuestra no sería auténtica, no sería original, no sería en el fondo, normal. Ovejas o secta, llámalo como quieras. Seamos cada uno y dejemos ser a los demás. Siempre será mejor contradecirse y crecer a ser un idiota y estancarse.

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 27 de Julio de 2016

Fecha original de publicación:27 julio, 2016 @ 14:05

Aprender a fluir.

Muchas de las pocas buenas ideas que he tenido en mi vida me han venido a la cabeza corriendo. O montando en bici. A veces nadando. Haciendo deporte, vamos. La explicación es sencilla, cuando estoy entrenando no tengo el maldito móvil en las manos, no me despisto con sus tonterías, no pierdo el tiempo mirándolo mil veces por minuto. Cuando estoy entrenando focalizo en otras cosas como el paisaje o la respiración. Escucho a mi corazón, metafóricamente mientras divago y literalmente con el pulsómetro. Cuando corro y me viene una idea a la cabeza, disfruta del tiempo necesario para asentarse, si tiene buenas raíces para crecer y si es genial incluso es posible que dé algún fruto. Dicen que el deporte es bueno para la salud, pero para lo que es verdaderamente bueno es para el coco. Para la otra salud, la mental. Cerebro diez.

Cuánto más te cansas con el ejercicio más te activas. Parece una contradicción pero es tan real como que yo también alguna vez he leído sólo el titular de alguna noticia y me he sentido capacitado para poner a parir al autor. Los días que más cansado estoy suelen coincidir con los que menos deporte hago. Las endorfinas (o como se llame lo que genera tu cuerpo mientras lo castigas) te ponen en órbita. Llegar muerto después de un viaje eterno con varias reuniones intensas y en vez de dejarse caer en la cama, coger las zapatillas y tirarse a la calle a hacer unos kilómetros. Tachán, magia: pilas cargadas para salir a cenar, dar un paseo por la ciudad, cenar y tomarte unas cañas aunque mañana toque otro insufrible madrugón. El deporte es vida y quemar toxinas es savia para el alma. Cuando te has contagiado ya no hay vuelta atrás, si haces ejercicio el resto viene rodado. Lo único malo de hacer deporte todos los días son los días que no puedes hacer deporte.

En el libro “Aprender a fluir” de Mihály Csíkszentmihályi encontré la explicación a muchas de mis sensaciones mientras sudo. Tan recomendable como el mítico “De qué hablo cuando hablo de correr” de Murakami. Según el autor hay momentos concretos en cada uno de nuestros días que nos hacen sentir bienestar. Que nos hacen fluir. Recomienda recordar al final del día lo que nos ha hecho felices hoy. No tienen por qué ser situaciones especialmente propicias para ello. Obsérvate. Puede ser algo puntual como cocinar, conducir, jugar con tus hijos, leer, pasear, criticar en Facebook, separar el trigo de la paja, ver una película, emborracharse o terminar una reunión con un cliente con ese buen sabor de boca que deja el saber que todos vamos a salir ganando.

Imagino que la clave está en balancearse entre lo que es necesario pero no proporciona fluidez y aquello que es placentero pero inútil. No hay duda que uno mejora analizándose. ¿Y quién no quiere mejorar aunque sea un poco cada día?

 

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 20 de Julio de 2016

Fecha original de publicación:20 julio, 2016 @ 11:51

No lo dudes, vete de Murcia.

No acabo de entender eso de sentirse orgulloso de algo que no has elegido. Eres blanco como podías haber sido negro, alto como podías ser bajo, rubio como podías ser moreno y tienes los ojos azules como podías haber nacido ciego. Naciste en tu ciudad como podrías haberlo hecho en Vladivostok. Has crecido en tu país de pura casualidad. Nada de esto lo has decidido. Ni te lo has ganado o merecido. Ha sido simplemente suerte, o desgracia en algunos casos.

Entiendo más coherente sentir orgullo de tu ideología, de tu equipo de fútbol o de tu cerveza preferida, con matices se supone que son elecciones personales. Es habitual encontrarnos con personas que sacan barriga cuando hablan de su tierra, de su ciudad o de su pueblo. Algo comprensible y extendido pero poco lógico. Muchos de ellos no ven o han visto más allá de su provincia y sientan cátedra alabando las bondades de su gastronomía, su clima, sus paisajes o sus gentes. Muchos de ellos son murcianos, esos murcianos profundos que tanto daño hacen al resto de murcianos. Ojo, tampoco en esto somos el centro del mundo, sucede en otras ciudades y en otros países. A ver si no va ser culpa del sitio de nacimiento sino de las malas cabezas de algunos.

He estado una semana de vacaciones por el norte de España: Zaragoza, Vitoria, San Sebastián y Pamplona. Qué ciudades, qué paisajes, qué arquitectura. ¿Mejores que las nuestras? No. Sin ninguna duda. Diferentes únicamente, por ello se convierten en valorables y por tanto criticables o aplaudibles una vez visitadas. Y eso que ha sido una observación rápida. Es un placer escuchar lo que tiene que decir tanta gente que vive allí ahora y antes lo hacía en otros lugares. Abrí bien las orejas cuando un amigo me dijo: ¿Parece que si te cuentan el tema vasco desde dentro se entiende un poco mejor, verdad? Frase que define perfectamente los sentimientos cuando sales de tu cerrado círculo geográfico o social.

Por eso no lo dudes y vete de Murcia. Sal y conoce mundo. En los viajes se aprende siempre, no es necesario cruzar a otro continente para cambiar el chip de manera drástica. Sorprende cómo sólo a unas horas de tu vivienda se modifica tan radicalmente el comportamiento de las personas, el diseños de las ciudades, los movimientos económicos. Escapa y disfruta con la mente abierta de otras culturas, otros sueños, otras verdades. Y qué gusto también encontrar esas curiosas y pequeñas coincidencias en ciertos matices que por supuesto existen y son las que nos hacen humanos. Las que en el fondo nos convierten a todos en iguales.

Vete. Y vuelve, claro. Apreciando mucho más lo que aquí tienes, saboreando cada momento en tu tierra, con tu comida, tus parajes y tu gente. Ahora sí, con conocimiento de causa y argumentos de peso para defenderla.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 13 de Julio de 2016

Fecha original de publicación:13 julio, 2016 @ 14:46