De Cartagena a Bilbao.

Me moriré con la espinita de no haber visto las Torres Gemelas. Dos viajes a New York y la mirada continuamente perdida hacia donde deberían haber estado. Ya pueden construir lo que quieran, eran insustituibles. Algo parecido sucede con Bilbao, o eso me dicen, pero al revés: lo de antes se queda en mantillas con lo que hoy en día te encuentras paseando por su ría, por su casco viejo, por sus callejuelas. Cuando me cuentan esto los vizcaínos me viene a la cabeza cómo ha cambiado nuestra Cartagena. A mejor, por supuesto, con su giro al mar, apertura y caída de muros, pasando de ser la ciudad más sucia de España (palabras del Ministerio de Medio Ambiente en 2011 y de la Organización de Consumidores y Usuarios en 2003) a una de las más bonitas y atractivas del Mediterráneo.

He estado en Bilbao dando formación este fin de semana, donde me han tratado de lujo como siempre que voy al País Vasco. Despegamos el jueves por la tarde de El Altet con algo de retraso destino Sondika, aeropuerto mítico y terrorífico. La luz de “abróchense los cinturones” no se apaga en todo el vuelo. La voz del comandante se cuela entre las canciones que suenan por mis auriculares. Me gusta escuchar música en modo aleatorio. Toca Interpol. Seis de la tarde hora prevista de llegada, cielos cubiertos y quince grados. Una toallita de manos. Turbulencias, viento, miedo y flaps. Frenazo, colas y el habitual cacheo. Risas tontas y nerviosas. Llego a la capital de Vizcaya, dejo la maleta en el hotel y salgo a correr sin pensarlo mucho. He convencido a mis socios para acompañarme, nunca es tarde para contagiarse del turismo deportivo.

Bilbao - Nacho Tomás - Cartagena

Por ningún lado encuentro restos de su era industrial, llena de contenedores de carga, gris y triste. He buscados fotos por internet y cuesta creerlo. Recorro la orilla de la ría con la boca abierta, qué preciosidad. Plazas, fachadas de edificios y estaciones me recuerdan por momentos a Berlín. Agua, limpieza y bicicletas me recuerdan por momentos a París. Gran sorpresa. Me quedo embobado cruzando sus puentes, admirando sus plazas y estaciones. Incluso me encuentro varios mítines electorales. Esto es inmersión. Ruta por la zona antigua, la Plaza del Arenal, Plaza Nueva, el Teatro Arriaga y la Catedral. Pinchos y calimocho en Ledesma y Egaña.

Volviendo al sur, puede que el Teatro Romano cartaginés haga las veces de Museo Guggenheim vasco, atrayendo al turista y al curioso, pero hay mucho más. Infinitamente más. El puerto, el ayuntamiento, la calle Mayor, el Batel y sus numerosos museos. Cómo has cambiado Cartagena, qué gusto volver a verte. Y cuánto podrías aprender de Bilbao. Y Bilbao de ti. Cuánto pueden aprender unas ciudades de otras. Ahora que lo pienso, sólo me falta salir a correr por tus calles, con esto de tenerte tan cerca nunca me lo he planteado. Ya tengo un objetivo.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 28 de Septiembre de 2016

Fecha original de publicación:28 septiembre, 2016 @ 07:59

Limpiando por dentro para brillar por fuera.

El otoño ha llegado esta mañana. Salgo a la calle y respiro el día. Camino tranquilo, los miércoles son suaves laboralmente hablando. Envidia de lunes y espejo de viernes. Parece que refresca. Cuando el termómetro baja de 20 grados para los murcianos huele a invierno. Huele a nuevo. Me viene a la cabeza la primera vez que escuché “winter is coming”, también en un septiembre aunque catorce años atrás cerveza en mano en Múnich, disfrutando del Oktoberfest con mi mejor amigo. Menuda rasca.

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A lo lejos distingo una cara. Viene andando hacia mí. Creo que aún no me ha visto. Fuimos compañeros de trabajo hace mucho tiempo. Nunca amigos. Esa relación con conocidos que baila entre la amistad y el sencillo saludo levantando la barbilla. En los siete segundos que tardará en llegar a mi altura tengo tiempo de sobra para analizar lo que sucedió. Tuvimos un enganche laboral por culpa de un cliente que nos mareó a ambos. Los dos estrenábamos cartera en esa empresa y la ambición de juventud actuó de pólvora. No volvimos a hablar nunca. El orgullo de la novedad. La pena de no valorar adecuadamente las cosas en directo. No recuerdo quién se llevó el gato al agua ni cómo fue en detalle la incómoda situación, pero algo dentro de mí salta y me pide que actúe. Siete segundos. El cuerpo manda. La cabeza obedece.

Le paro. Se sorprende. A bocajarro le pido perdón, sin añadidos ni excusas. Sin por qués.

– “Perdona tío, fui un capullo.” – Nervios.

– “Yo más” – dice. Y sonríe. ¡Qué sonrisa! Fuera nervios.

– “¿Qué tal todo, familia, trabajo? – Topicazos.

– “Te invito a un café y nos ponemos al día.” – Triunfo.

Apago el móvil y escucho. Y escucha él. Nos damos la mano. El apretón de manos más sincero que doy en meses. Nos despedimos prometiendo volver a quedar algún día. Nos llamamos, ¿vale? Claro tío, hablamos.

Quizá nunca lo hagamos, pero nos hemos quitado un peso de encima. Un simple gesto que nos hace comenzar el día con otra cara, con otro ánimo. Con la tranquilidad de una conciencia un poco más limpia. Y qué fácil. Nos hemos limpiado por dentro. Se nos ve brillar por fuera. La gente se da cuenta y nos mira sin pudor. Facilísimo.

Decido ponerlo en marcha con todas las astillas que tengo (tenemos) clavadas. Será un trabajo arduo, pero la recompensa brilla tanto que sin duda merece la pena. Y por los ojos con que nos hemos mirado sé que él (puedes ser tú) también se pondrá manos a la obra.

Siete segundos. Una eternidad.

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 21 de Septiembre de 2016

Fecha original de publicación:21 septiembre, 2016 @ 07:48

A vivir que son tres lustros.

Recuerdo perfectamente dónde me encontraba el 11S. Como todos, claro. En Murcia era festivo y yo estaba acabando de estudiar la carrera. La noche anterior trabajé hasta la madrugada repartiendo pizzas por lo que me desperté tarde. Mi madre, mi hermano y yo estábamos comiendo mientras oíamos a Matías Prats y su aquel “¡Dios Santo!” que se nos quedaría grabado a fuego para el resto de nuestras vidas. El corresponsal con el que hablaba en directo desde Nueva York era Ricardo Ortega, asesinado en 2004 en extrañas circunstancias en Haití. Ambos temían que la antena de una de las Torres Gemelas cayese. Lo he vuelto a ver en YouTube y he vuelto a emocionarme. Vivamos, que se nos escurre.

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Twitter me gusta por diversos motivos y hoy os voy a contar uno de ellos. Cuando me uní a esta red social (hace ya un lustro) una de las cosas que me sorprendió fue que podías sentir muy cerca a personajes que viven a distancias abismales. Distancias geográficas, ideológicas o de cualquier otro tipo quedan recortadas al leer sus tuits o ver sus fotos. Al principio seguía deportistas, grupos de música, políticos y conocidos. Luego fui interesándome por asuntos más concretos con el objetivo de empaparme de las noticias desde otro punto de vista. Comencé a hacer listas de periodistas por un lado y jefes de prensa por otro. Tarea divertida a la vez que interesante pues permite contrastar diferentes enfoques de las informaciones para sacar luego tus propias conclusiones. Poco ha cambiado la forma de actuar de unos y otros en esta larga temporada. Lo que sí han cambiado son los soportes. Y mucho.

Ari Fleischer, que por aquel entonces era jefe de prensa de la Casa Blanca, se lanzó el domingo a contar su experiencia en una especie de diferido tiempo real. Os recomiendo buscar su perfil y revivir de su mano aquellos momentos. Tuiteó cómo recibieron la noticia en el colegio de Florida, cómo el Presidente George W. Bush gestionó la situación y cómo él mismo iba tomando notas y fotografías de lo sucedido. Colgó vídeos inéditos en los que se puede ver cómo los F16 escoltaban al Air Force One, detalles de los instantes confusos en el despacho del avión y del momento en que incluso entraron a un búnker. Me encanta ver las caras de los protagonistas en estas imágenes totalmente alejadas de las habituales portadas de los periódicos y las televisiones. Rostros cercanos, compungidos, directos, reales y sin maquillaje. Sin ningún tipo de arreglo. Curioso analizar a toro pasado la información que se fue distribuyendo a los corresponsales. Como en otros tantos momentos de crisis, qué importante es decir siempre la verdad.

Así es como me gusta Twitter, alejado de las malas babas y los buscadores de notoriedad, broncas o conspiraciones. Paranoia. Sigue siendo mi medio de comunicación preferido y por hilos como el creado por Fleischer sigo manteniéndome fiel a esta plataforma. Que dure.

 

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 14 de Septiembre de 2016

Fecha original de publicación:14 septiembre, 2016 @ 16:13

El folklore era esto (con perdón)

Llega una edad en la que no molesta reconocer los errores que uno comete. No es que no moleste, es que hasta te sientes bien al hacerlo, te liberas y creces al mismo tiempo. Y no solo de errores crece el hombre, de prejuicios y taras educativo-culturales vamos tan bien servidos que pasar por encima de ellas se convierte en el ciento diez metros vallas de nuestra generación.

Me ha sucedido, más que nada, política, económica, espiritual y musicalmente. Sobre todo en esto último, pues alguien que ha basado una buena parte de su crecimiento personal en la música se cree muchas veces en posesión de la verdad absoluta en este campo. No soy, afortunada o lamentablemente, el único. Lo comento alrededor y sí, asentimos con media sonrisa en la cara, mezcla de autocompasión y madurez, suma de experiencias y capacidad de, por fin, aceptar que vamos bien orientados.

Ya con Rosalía tuve una interesante lucha interior entre lo que sentí al escucharla por primera vez y lo que mi inconsciente pensaba que debía sentir. Duró poco el asalto, el KO de “El mal querer” fue tan demoledor que aún me estoy recuperando. Y cuando pensaba que salía del shock va y aparece “El madrileño” de C. Tangana en mi Spotify. Joder, qué pelotazo. Esto no te puede gustar, no caigas otra vez, no se te ocurra reconocerlo. Pues mira, creo que si no es disco del año poco le debe faltar. Una sucesión de rotundos latigazos aderezados con unos vídeos a la altura de los mejores cortos que he visto, obras maestras en forma de películas en miniatura que maximizan el impacto musical de unas producciones de altísimo nivel. Y como guinda, ese guiño cuádruple que se acaba de sacar de la manga en ese “concierto” con sobremesa cayendo el sol, el mejor giro de cámara que he visto en años y unas versiones de sí mismo retorciendo y fusionando con total desenvoltura un octeto de cuerda con unas palmas flamencas y Bizarre Love Triangle de New Order.

El resto de artistas (ojo a las colaboraciones) no son tontos y se han dejado ligar por Pucho, su estilazo y autenticidad que, a años luz de lo que muchos somos o querríamos ser, nos lleva de la mano a instantes memorables, escenas cotidianas que levitan uniendo el cante con los sintetizadores o la música clásica con una botella de Anís del Mono. Me siento más identificado de lo que me cuesta creer con esos paisajes, esas escenas de la España rural, estos samples de la música tradicional de mi país. El folklore, me perdonen los puristas, era esto. Maravilla eterna.

Igual la música es lo que necesita nuestra sociedad para evitar la continua crispación que nos rodea. Porque una vez que creces y te quitas los prejuicios es imposible no estar de acuerdo en lo maravilloso que es introducirte en el viaje sensorial que un temazo te produce, relativizando, aunque sea por un momento, la caspa en la que algunos se encuentran como pez en el agua y con la que quieren salpicarnos. Si yo me he dejado embaucar por el trap ya todo es posible.

Algunos tenemos fe. Musical o políticamente.

Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
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La Verdad de Murcia

Mayo 2021

El cobijo fácil.

Todos asistimos de vez en cuando a eventos con gente, a reuniones de todo tipo: Talleres de formación, charlas informativas, clases divulgativas, presentaciones, mesas redondas, seminarios empresariales, jornadas técnicas, juntas directivas o encuentros organizativos. Casi siempre se sigue un guión establecido de antemano, una especie de orden del día que supone estar preparado para lo que te vas a encontrar, afrontando previamente los escenarios posibles y, al menos en mi caso, intentando estar informado para conseguir ser realmente productivo. Últimamente apuesto por poner hora de finalización a todos los encuentros. Creo que saber cuándo acabará supone un plus de organización imprevista de modo que con la experiencia se consigue pasar por encima de los puntos menos importantes y se centra uno en lo relevante. En “la chicha” que decimos en Murcia.

En estos eventos a los que suelo acudir a menudo me he encontrado de todo: profesores que no tienen ni idea de lo que hablan, técnicos que aspiran a políticos, funcionarios más preparados que los académicos, políticos ejemplares, ejecutivos sinvergüenzas, gente con zapatillas de deporte y mucho criterio o personajes trajeados que en cuanto abren la boca se definen ellos solos. También he acudido a muchas citas en las que no he abierto la boca más que para presentarme, desde pequeño me dijeron que no opinara de lo que no supiera y, aunque cuesta morderme la lengua, ver, oír y callar es uno de los mejores consejos que me han dado nunca. Ya aprenderás, si le pones ganas y te gusta el asunto. No tengas prisa.

Y en todas las situaciones arriba comentadas siempre me encuentro a ese curioso personaje que sale a flote de entre el público y viene a hablar de su libro, ese notas que se deja en ridículo a sí mismo defendiendo lo indefendible, yendo a por uvas de paseo por los cerros de Úbeda, haciéndose un daño quizá irreparable y consiguiendo que durante el resto del acto ya no pueda dejar de pensar en los motivos que tendrá para tal comportamiento, cobijado fácilmente por la muchedumbre.

Y no te lo encuentras una vez. Nuestro protagonista sigue la agenda de actividades, de la temática que sean, auto-pregunta en ristre, metiendo con calzador la pequeña introducción al respecto de su interés, seguida de su monólogo infumable. Lo verás en la presentación de un libro científico o en el club de punto de cruz. Debe haber leído en algún sitio que lo importante es hacer ruido, que hablen de ti aunque sea mal. Cuánto daño han hecho estas recomendaciones.

Lo mejor de todo es ver como aunque nadie le responda ni le siga la corriente en directo, luego en Twitter hablará de su triunfo, de su batalla contra los molinos, de su innegable capacidad. Las redes sociales están llenando las consultas de los psiquiatras. O vaciándolas, vete tú a saber.

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 7 de Septiembre de 2016

Fecha original de publicación:7 septiembre, 2016 @ 07:53

Leyendo los veranos.

Hoy me ha venido a la cabeza “La vida sale al encuentro”, un libro que disfruté cuando rondaba los quince años en un verano sin televisión ni teléfono que pasé entre moscas y tórridas siestas. Dejó huella. Me he acordado de él muchas veces, pero nunca me había parado a pensarlo profundamente. Sigue dejándola parece. Incluso con sus muchos peros inducidos por la censura franquista o el excesivo punto de vista clerical merece la pena su lectura y posiblemente se lo recomiende a mis hijos cuando crezcan. Quizá también a ellos les impacte.

Hoy también recuerdo otros felices estíos con lectura entre manos: “Cienfuegos” y las ganas de aventura que fomentó en mi mente juvenil, de libertad, de irte para no volver. “El camino” y las amistades que parecen para siempre (cuando no hay más que amistad entre ellas) y luego también se tuercen para siempre. “El Señor de los Anillos” y cómo bauticé a casi todos mis conocidos como sus personajes mucho antes de que se estrenara en cines. Más tarde “Cien años de soledad” puso sobre la mesa de mi cerebro y alma otras relaciones personales más complejas. Vuelve a la memoria “El Arte de la Guerra” y “El príncipe” cuando monté mi primer negocio a los veintitantos. Pasé calor, diversión y dolor de mandíbulas con la saga de “El Laberinto de las Aceitunas”, aprendí con “Una investigación filosófica” y “La Gran Guerra”. Tuve momentos de autocrítica con “Luces de Bohemia” e instantes de retorno a esa locura que es nuestra cabeza en “El Guardián entre el Centeno” sin olvidar los míticos “1984” y “Un mundo feliz”, más actuales que nunca. Últimamente no soy muy de novelas, pero las pasadas vacaciones saboreé gustosamente lo bien escritos que están “Nos vemos allá arriba” y “Blitz”. Este verano he vuelto a leer bastante, concentrado en dominar el exceso de trabajo, la falta de tiempo o dejadez provocada por las nuevas tecnologías que nos absorben el poco libre que tenemos. Y he descubierto el Kindle. Y nos vamos a hacer muy buenos amigos.

Hoy, cuando la nostalgia post vacacional se entremezcla con la necesidad de avanzar sin dejar de mirar el retrovisor, me he parado a pensar en los veranos y lo que suponen en nuestro desarrollo personal, porque como todo el mundo sabe septiembre es el verdadero comienzo de año. Me he acordado de la adolescencia, que quizá en este símil sería la primavera, ese periodo convulso que nos modela mediante las compañías que tenemos, la educación que recibimos, la música que escuchamos y sobre todo los libros que leemos, enfocándonos a las siguientes estaciones.

Los veranos son necesarios para sacarnos de la rutina maldita. Y es necesario que terminen para devolvernos a la rutina bendita. También pienso en el paso a la madurez y los problemas, muchas veces estúpidos, que conlleva. La juventud termina para cada uno en un punto de inflexión diferente. E invariablemente, como el vino, llega una edad y un momento en que todos nos avinagramos.

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Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 31 de Agosto de 2016

Fecha original de publicación:31 agosto, 2016 @ 07:30

La movilidad que viene.

Los próximos meses son clave para algunos de los asuntos más importantes de nuestro país. Se presentan cientos de retos en este nuevo “curso” que tenemos por delante. Política, economía y sociedad marcan el camino y con ellos, tirando del carro, todos los aspectos diarios de nuestras vidas. Desde la Red de Ciudades por la Bicicleta (RCxB) estamos inmersos de lleno en dos grandes proyectos.

En septiembre se celebra la Semana Europea de la Movilidad, una acción que lleva desarrollándose varios años en nuestro país y que supone un punto de inflexión en las políticas de movilidad sostenible de nuestras ciudades. De hecho este año Murcia y Palma de Mallorca han sido premiadas por las actividades desarrolladas el año pasado, motivo de especial orgullo para nosotros, dado que Murcia era Presidencia de nuestra RCxB en aquel momento y actualmente es Vicepresidencia. Palma por su parte, forma parte de la Junta Directiva. Es muy interesante estudiar cómo ciertas medidas que se implantan a modo de prueba pasan a ser permanentes, actuando como ejemplo y contagio hacia otros municipios. Este año las ciudades asociadas a nuestra RCxB han previsto multitud de actividades que serán apoyadas y difundidas concienzudamente. Por otra parte, casi todos los grandes organismos nacionales apuestan este año especialmente por la movilidad sostenible y han contado con nosotros para participar en sus acciones. En Septiembre también se llevará a cabo una de las mayores ferias centradas exclusivamente en la bicicleta de todas las que se desarrollan en el país.

Más adelante, entre noviembre y diciembre, se celebra Conama, el Congreso Nacional de Medio Ambiente, que cada dos años pone encima de la mesa las preocupaciones y retos a los que se enfrenta el sector a nivel mundial. Y no sólo el sector, sino toda la economía, puesto que el medio ambiente y la sostenibilidad se están entretejiendo y solapando con todo lo demás, afortunadamente. Este año, Conama apuesta por fortalecer la conexión de personas y organizaciones para impulsar el cambio a una economía baja en carbono, circular y verde y aprovechar sus oportunidades. Forman parte de Conama las ciudades, empresas, organizaciones de la sociedad civil, científicos, políticos, técnicos, ecologistas, gobiernos, plataformas ciudadanas, universidades, emprendedores, estudiantes y periodistas. Todos ellos invitados a trabajar para que nuestro país avance hacia una senda de desarrollo inclusivo, sostenible y resiliente. Se han elegido nueve ejes de trabajo: Energía, eficiencia y cambio climático, movilidad, renovación urbana, desarrollo rural, biodiversidad, agua, calidad ambiental y salud, residuos y economía y sociedad. Todos ellos con multitud de grupos y sesiones de trabajo.

De nuevo desde la Red de Ciudades por la Bicicleta trabajaremos mano a mano con la organización del congreso, participando en todos los grupos del eje de movilidad y liderando el ST8, centrado exclusivamente en la bicicleta. Un grupo que tiene mucho que decir y que durante el mes de agosto está evaluando la presentación a realizar. Además, personalmente participo en otros grupos de trabajo. Un orgullo y responsabilidad trabajar por dejar un mejor mundo para nuestros hijos.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
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Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 24 de Agosto de 2016

Fecha original de publicación:25 agosto, 2016 @ 14:40