Leo por ahí que los españoles están gastando más que nunca en reformar sus casas, en adecentar sus balcones, en cuidar los espacios en que por obligación o placer pasan la mayoría del tiempo de sus vidas. La vida en tu casa, saltando un escalón, se convierte en la vida en tu barrio y en esta pandemia hemos pasado más horas que nunca tanto en nuestras casas como en nuestros barrios. Toca cuidarlos.
No es la primera que hablo de las ventajas de este tipo de aglomeraciones urbanas, cuando volví de Madrid lo tuve claro: mi barrio de niño sería mi barrio de viejo. Por eso agradezco haber sido invitado por el Ayuntamiento de Murcia y la Junta de Distrito al proyecto participativo Conexión Sur y estas fueron las aportaciones que realicé como ciudadano implicado para mejorar el mío, el Infante Juan Manuel.
Comienzo por el forzoso (y no siempre tenido en cuenta) protagonismo de los niños, tenemos que cuidarles ofreciéndoles servicios de calidad para que sigan aquí en el futuro: bibliotecas, sala de estudio, más instalaciones deportivas y lúdicas para adolescentes… Nuestro barrio tiene 13.000 habitantes, casi una ciudad mediana, un sitio perfecto para nacer y vivir aquí.
Continúo sugiriendo reforzar la permeabilidad del barrio con el resto de la ciudad, especialmente a nivel movilidad, lo cual implica la necesaria mejora del transporte público, la ampliación del Tranvía al Carmen y la pasarela peatonal de conexión con la zona de Cruz Roja. Ya hay en la vida suficientes “muros” físicos naturales como para inventarnos otros nuevos artificiales.
Tema vital también es la importancia del comercio de cercanía, cuyos clientes van a comprar andando, no en coche (para eso están los centros comerciales). Me parece que a menudo somos un barrio-parking para gente que no vive ni consume aquí, puede ser buena idea ampliar las plazas de rotación y crear nuevos espacios para residentes que realmente las necesiten. El resto convertidos en zonas verdes, de juegos o carriles bici.
Hablando de carriles bici, que estén segregados del tráfico a motor y conectados con el resto de la ciudad, habilitar aparcamientos seguros de bicicletas dentro de los centros educativos y los espacios de trabajo, tanto públicos como privados. Valentía con alguna peatonalización de calles pequeñas y mucho más control de la velocidad en las grandes avenidas, son mini autopistas urbanas que algún día van a provocar una desgracia.
Y para terminar, ampliando un poco el foco desde mi núcleo concreto a un nivel más general de todos los barrios del sur (Barrio del Carmen, Barriomar, Nonduermas, Patiño, Barrio del Progreso, Santiago el Mayor, San Pío X y Ronda Sur) y especialmente tras la futura liberación de una enorme cantidad de espacio tras el soterramiento de las vías del tren, la ciudad tiene la responsabilidad (y casi la obligación) de devolver el tiempo perdido a esta zona, en algunas partes especialmente deprimida tanto social como económicamente.
Además, se están poniendo sobre la mesa un amplio abanico de nuevas posibilidades económicas en las que la ciudad, la comunidad, el país e incluso el continente pueden ayudarnos. Y nosotros a ellos. Hagamos fuerza de barrio para globalizar desde lo pequeño. En el fondo todos somos uno.
Sobre el papel parece fácil, solo hacen falta políticos valientes, ciudadanos implicados y ganas conjuntas de afrontar las actuaciones centradas en el bien común, aprendiendo de los errores pasados e intentando no cometerlos una y otra vez en el futuro.
Que los errores sean nuevos, igual hasta nos gustan.
Nacho Tomás
HISTORIAS DE UN PUBLICISTA
Twitter: @nachotomas
Artículo publicado en La Verdad de Murcia
25 Febrero de 2021