– Eso ya no es así – dijo – todo ha cambiado – Y se quedó tan ancho.
Tal cual, referiéndose, entre otros, a los libros de Philip Kotler, máximo exponente de la escuela marketiniana clásica, si esta escuela existe. Y si no existía, desde hoy, ya sí.
Sucedió en un charla para emprendedores, esa tribu a la que todos aspiramos pertenecer, pensando que el mejor estado zen se le debe asemejar. Luego nos damos cuenta de que si no te salen callos en la manos mientras emprendes, añadiendo el verbo “currar” al asunto, la cosa queda igual que estaba. O peor, con tantas ponencias a las espaldas.
Escuché la misma frase, o parecida, con la variación de “No hay nada nuevo bajo el sol”, es una clase magistral de un dinosaurio del marketing, en una universidad que todos conocemos.
Asisto perplejo al debate infecundo entre talibanes del marketing tradicional y acérrimos fanáticos del entorno digital.
Los primeros reniegan de las nuevas tecnologías e incluso… ¡ni tienen cuenta en Twitter! Defienden a capa y espada a la empresa como centro del universo, sus departamentos estancos y sus estructuras piramidales. Creen en el producto como profeta de sus bondades, y sólo modifican herramientas como precio o distribución para atraer (muchas de las veces repeler) al cliente, ese ser extraño y lejano. Sólo leen libros en papel, incunables o primeras ediciones si es posible. Si algo de internet les interesa, lo imprimen, leen y subrayan. Intentan poner puertas al campo, incluso a veces recomendando no estar presente en redes sociales. Temen la falta de privacidad (aunque no se han parado a investigar la forma de controlarla). Van a las agencias de viajes en persona a cerrar sus billetes de avión y noches de hotel. Su frase de cabecera es: “Todo está inventado”.
Los segundos no les van a la zaga. Atacan todo lo escrito hasta la fecha sobre marketing, publicidad y comunicación. Realmente atacan todo lo escrito en libros, si no está posteado en un blog de referencia, no existe. Profesan una fe bíblica en las redes sociales. Para ellos todo el mundo tiene un perfil en Facebook. Sí, también tu abuela y mi hija de 4 años. La publicidad ha muerto (no importa que Coca Cola siga usando vallas o se anuncie en revistas) , los medios tradicionales han muerto (los 16 millones de espectadores de la Final del Mundial de Fútbol son moco de pavo). Sólo existe la red, internet y el ciberespacio. Sólo leen publicaciones de expertos en marketing digital, veteranos Community Managers (con eternos 2 o 3 años de experiencia en el sector) y gente con muchos seguidores en Twitter (si tienes más de 1.000 followers, eres de fiar). Todo el mundo tiene cuenta en Paypal y compra los calzoncillos on-line.
Apuesto a que tú también conoces ejemplos en los dos extremos.
Afortunadamente, además, tenemos a los verdaderos sabios. Esas personas que saben adaptarse a lo mejor de cada casa, orientados a sus objetivos y con un conocimiento amplísimo de su producto, de su público objetivo y de su propia empresa. En ese orden. Estos son los que mueven el mundo y de los que todos debemos aprender.
Como casi siempre, todo es más fácil, aceptar las bondades de las novedades, aprender de ellas, introducirlas, poco a poco y con cabeza, dentro del plan de medios. Leer a los clásicos, aprovechar sus teorías, muchas aún vigentes. Formarse en marketing, publicidad y comunicación para luego, usar los conocimientos adquiridos en el Social Media, en una campaña en radio, en prensa o imprimiendo flyers.
NOTAS:
Artículo publicado originalmente en TechpuntoCero.
Foto con licencia CC de Pixabay.