Ya sabéis que no soy de los que busca excusas a los malos resultados. De esos que todos conocemos que se quitan presión antes de las carreras diciendo que han entrenado poco, que el reto que se proponen es casi imposible, que les duele esto, que están muy tocados de aquello, pero luego hacen unos grandes resultados faltando al respeto al resto de compañeros. Mi caso es justo el contrario, siempre pienso que voy a tope, que voy a superarme, que he entrenado un montón, que me siento pleno de fuerzas. Con la cantidad de encajes de bolillos familiares y laborales que me encuentro a diario para conseguir cumplir (o casi) lo que me manda el míster. Esas 5 horas semanales que quiero alcanzar semanalmente. Luego vienen buenos o malos resultados, pero son míos. La presión me la quito en carrera, no antes, como hacen los de mente débil.
Dicho esto, llego al Triatlón Olímpico del Pilar de la Horadada convencido de que estoy fuerte. Poco a poco voy sumando kilómetros en bicicleta, mi gran talón de Aquiles, y creo que si salgo del agua bien, puedo incluso dar una sorpresa. Pero nuestra vida tiene otros planes, y al “Cúmulo de imprevistos” (explicado en el blog de “El Contragolpe”) de la semana pasada, tenemos que sumar el vendaval que se ha empeñado en soplar esta mañana casi veraniega en la costa mediterránea.
Finalmente suspenden el sector de natación, convirtiendo la prueba en un Duatlon Olímpico (10kms de carrera a pie + 40kms en bicicleta + 5kms de carrera a pie), algo durísimo para las piernas, como podré comprobar después.
Los 10.000 metros del primer sector no son nada del otro mundo, un circuito de cuatro vueltas y mucha gente agrupada hacen fácil correr en los 4 minutos por kilómetro aunque el viento en los tramos de cara es bastante molesto. Llego a la T1 con un parcial de 40 minutos y 40 segundos, aunque se ha quedado corto, como suele pasar en muchas pruebas (9 kilómetros y medio aproximadamente). Transición rápida y limpia y de nuevo al asfalto.
Cojo la bici y empieza el festival: sufriremos como chinches por el aire en este segundo sector, un nuevo circuito de 4 vueltas por momentos ratonero, con cuervas cerradas y muchos baches en el firme. Además, capón a la organización, bastante mal señalizado. La primera vuelta es complicada, incluso equivocándonos en alguna rotonda. El resto, al ya conocerlo, se hace más sencillo, pero parece que el viento sube de intensidad. Voy chupando rueda y dando los relevos cuando me toca, en un grupo que pedalea fuerte y se entiende bastante bien. Me quedo sin agua, sólo he llevado un botellín y no sabía que no dan avituallamiento en este tramo, por lo que pido un trago a un compañero. Curioso que me lo da a cambio de ponerse a rueda y no darme relevos, me dice. Cosas de las carreras. Termino el sector en 1 hora y 11 minutos, a una muy buena media para el escenario recién narrado. Otra vez corto, con algo menos de 38 kilómetros.
Hago la mejor transición que recuerdo, he practicado mucho bajarme de la bici en marcha y me sale perfecto, la cuelgo, me cambio de zapatillas y vuelvo a correr. Comienza el infierno.
El tercer sector se me pega como nunca antes. No encuentro las sensaciones, me adelantan muchas unidades y me hundo mentalmente. Al continuo viento y castigo que ya llevamos en las patas se suma el calorazo, del que no me había percatado sobre las dos ruedas. No consigo bajar de 4:30 min/km y me voy dejando llevar. Por momentos pienso en abandonar. Serán cerca de 25 minutos mortales. Incluso el segundo kilómetro lo hago por encima de 5. Pero comienzo a ver caras conocidas, que me animan con ganas y me crezco. Poco, pero lo suficiente para terminar en 21 minutos y 14 segundos, mejorando sustancialmente los parciales que me temía.
Cruzo la meta reventado pero contento. Satisfecho de no haber sucumbido a la tentación de pararme.
Los tiempos finales oficiales son estos:
- 1ª Carrera a pie – Tiempo: 0:40:40 – Posición: 51
- Bicicleta – Tiempo: 1:11:48 – Posición: 48
- 2ª Carrera a pie – Tiempo: 0:21:14 – Posición: 60
- Tiempo total: 2:13:42 – Posición: 51 de 129
Mal tiempo final, mala posición para la progresión que estoy teniendo y sensaciones encontradas, como casi siempre.
La organización bastante mejorable. A la cancelación del agua, que no entendimos muchos corredores, se une que no hubo guardarropa para quebradero de cabeza del personal. Imagina ir con la mochila con todos los aparejos y no poder dejarla en ningún sitio. Y peor aún que una chica de la organización dijera que sí podíamos hacerlo, autorizando un pequeño bulto junto a la bici con las llaves y el móvil, pero luego un juez de la Federación fuera detrás amenazando con sanción a todos los que lo hacían. Para colmo, la ya comentada mala señalización del circuito en bicicleta, había giros de 180º incorrectamente indicados, entre otras cosas. Muy raro, porque el año pasado hice el TriWhite de San Javier y todo salió perfecto.
Menciones especiales a Santi Liétor, que acabó 3º de su categoría, subiendo por primera vez a un podio. A Fernando Ballesta, por su buen rollo continuo. A Antonio Alcaraz, miembro de Impulso Triatlon, que ganó la carrera, y a todos los que formamos parte, puesto que fuimos segundos en la general por equipos. A Jorge Preparador, por ponernos las pilas a más de uno. Y por último y no menos importante, a mi familia, por todo. Siempre.
En resumen, he sufrido mucho, siendo la primera vez en mi vida que me planteo retirarme. Me llevo el aprendizaje de los errores, el haber conocido a muchos miembros del equipo Impulso y un duatlon olímpico a la saca, modalidad en la que no volveré a competir nunca, al menos voluntariamente.
Gracias por las fotos a Jose María Falgas, Impulso Triatlon, Andrés Castaño y David Awesome.