Recapitulando.

Cuando comencé a escribir esta columna nunca imaginé que el experimento llegaría tan lejos. Con esta de hoy sumamos noventa y nueve miércoles consecutivos en los que aproximadamente unas cuatrocientas cincuenta palabras se han colado semanalmente en las hojas de papel de La Verdad.

Echando cuentas y si una novela corta tiene cerca de cincuenta mil, podría estar acabando mi primer libro, pero luego releo algunos de los escritos y pienso que muy pocos alcanzarían la calidad mínima que a mí mismo me gusta leer cuando me meto a la cama a disfrutar de ese íntimo placer que es la lectura.

He escrito prácticamente de todo lo que se me ha pasado por la cabeza, la mayoría de las veces mirando a mi alrededor e intentando transmitir en palabras lo difícil de mis sentimientos. Cuánto cuesta ponerlos negro sobre blanco con lo fácil que revolotean por la cabeza. Familia, deporte, trabajo, viajes, política, movilidad, comunicación… De todo eso que me rodea y quiero compartir. Todas son opiniones salpimentadas con un toque personal. ¿Es un diario? Me preguntó el otro día una camarera que me reconoció. Pues la verdad es que no era la intención, pero quizá se haya convertido en eso.

Suelo escribir oyendo música, casi siempre en inglés, en castellano me despisto fácilmente. Escribo en mi despacho, con una gran pantalla y un buen teclado, aunque más de una vez he tenido que hacerlo con el móvil entre trenes y aviones. Suelo escribir relajado, con una tradición impuesta de enviar el artículo cada martes. Durante la semana suelo pergeñar la idea y al sentarme sale de manera cada vez más fluida. En un trabajo diario como el mío, tan a merced de los clientes e imposible de organizar con cierta distancia, rutinas como esta me dan la vida.

Lejos queda ese síndrome del folio en blanco, los nervios y la impaciencia de correr al kiosco a ver qué tal había quedado maquetada. Ahora gasto más tiempo en leer lo que publican mis compañeros de papel intentando aprender de sus estilos. Avanza y retrocede páginas ahora mismo y compara. No hay color, ¿verdad? Estoy en ello, lo prometo.

Aún con mis limitaciones nunca imaginé que fuera leído por tanta gente, me han parado por la calle para felicitarme y para criticarme. Quizá más de lo segundo. Algunos artículos han tenido una repercusión que nadie esperaría, otros en cambio de los que más orgulloso podría estar han pasado sin pena ni gloria.

Quizá es el sino de los escritores, estar a merced de los sabios lectores como tú.

Por otras cien. Y que las veas. Y que las leas. Que las leamos.

UN TUITERO EN PAPEL
Nacho Tomás
www.nachotomas.com
Artículo publicado en La Verdad de Murcia el 20 de Diciembre de 2017